lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 18. Habitación 1628.

No podía mantener el tipo por mucho más tiempo si ella estaba ahí. Tras mil ruegos por parte de Laurita para que me quedase tuve que explicarle el motivo por el cual no podía soportar más esta situación.
- ¿Pero quién es? -me dijo intrigada.
- Sería demasiado complicado, algún día te lo contaré. -dije mientras me despedía de ella con un abrazo.
Una vez montada en mi coche puse rumbo al hotel, para intentar conseguir que mi mente se despejase. Llegué al hotel, conforme iba acercándome a mi habitación las fotografías de nuestros recuerdos empezaron a golpearme bruscamente. Causando en mi una explosión de sentimientos. Al entrar en la habitación me tiré en la cama, mirando al techo. Queriendo dejar mi mente en blanco pero no hacía más que lamentar su ausencia. Intentando entender por qué no me había buscando. Sé que me quiere, al igual que sé que yo la quiero a ella. Pero en ese momento mi cabeza era una constante montaña rusa de emociones, quería buscar la explicación de por qué sus dudas ahora eran las mías. No podía evitar dudar, el pensar que no había tenía el valor de venir a por mí, ni siquiera llamarme, hacía que me plantease la veracidad de sus palabras. Necesitaba que sus acciones concordarán con todo lo que podía leer en su mirada. Sin darme cuenta las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas. Me abracé a la almohada, queriendo que esta pesadilla terminara. Pero teniéndola a ella a mi lado.
En ese momento alguien llamó a la puerta. Dudosa de abrir por cómo me encontraba, me levanté y me dirigí hacia ella. La abrí y ahí estaba ella. La causante de todas mis lágrimas. No dije palabra cuando ya estaba entre mis brazos. Y a pesar de todo era lo que más necesitaba en estos momentos. Sentir su tacto. Ahogar mi cara en su pelo. Y que sus dedos sean el pañuelo de mis lágrimas. Cuando quise darme cuenta ella también estaba llorando.
- Me mata verte así. -me susurró a la vez que yo me separaba.
Sin decir palabra cerré la puerta y fui a la terraza de mi habitación. Malú no me siguió en un principio. Pero al poco tiempo me colocó su chaqueta sobre mis hombros.
- Vas a coger frío. -me dijo a la vez.
- Me da igual. -le dije cortante.
- ¿Por qué lloras?
- ¿Qué haces aquí?
- Yo he preguntado primero.
- Por nada.
-Vanesa, ¿Por qué lloras?
- Porque dependo demasiado de ti. - Malú se quedó callada. - ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?
- Venir a buscarte.
- ¿Por qué?
- Porque no puedo vivir sin ti.
- ¿Por qué?
- ¿Conoces a alguien que pueda vivir sin oxígeno?
- No.
- Pues tú eres mi oxígeno. Si tú no estás me ahogo. Eres mi mundo. Y no puedo estar sin ti.
- No viniste a buscarme.
- Hoy si.
- ¿Y si es tarde?
- Mejor tarde que nunca.
- Nunca he llorado tanto por alguien Malú.
- A mí nunca me ha dolido tanto un adiós. Siempre quise pensar que era un hasta pronto.
- ¿Y lo es? Yo ya no creo en las palabras.
- Estoy aquí ¿no?
- ¿Pero por cuánto tiempo?
- Yo nunca me he ido, la que se marchó fuiste tú.
- Me fui con la esperanza de que vinieras y arriesgases por mí.
- Tenía miedo gorda..
- ¿Miedo de qué?
- De ti.
- ¿De mi?
- Sí, me haces sentirme débil y vulnerable. Solo me siento protegida si estoy entre tus brazos. Sin ti me cuesta hasta respirar, ya te lo he dicho: eres mi oxígeno.
- ¿Y por qué tendría que creerte?
- ¿Qué quieres hechos? -me dijo casi gritando.

- Sí.-y antes de terminar de pronunciarlo, se lanzó a mis labios.

4 comentarios:

  1. Dios... Que corto se me ha hecho. Intenso eso si, pero corto. Que monas son juntas. Espero que espabilen las dos de una vez jajaja

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  2. Increíble,perfecto.Ojala estén juntas!!!!!!

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  3. No tardes en subir el siguiente, apiadate de tus lectoras!! jaja

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