La luz del sol entraba como podía entre las pequeñas líneas
de la persiana medio echada. Abrí los ojos lentamente, frotándome con las manos.
Me giré y ella no estaba. Alcé la vista y no la veía.
Hasta que me incorporé y vi sus botas donde yo las había
dejado. Abrí la puerta del cuarto y olía a tostadas recién hechas. Entré en la
cocina y allí estaba ella. Preparando el desayuno, tan guapa como siempre.
- Buenos días, marmotilla. -dijo al verme entrar.
- ¿Y esto? - Había ido a comprar pan, fruta y queso fresco.
- Hoy nos espera un día largo, hay que coger fuerzas desde
primera hora.
En la mesa de la cocina había dos vasos de zumo de naranja,
un plato con tostadas, tajadas de queso fresco, aceite de oliva y un par de
piezas de fruta.
- Ni en los mejores hoteles. - le di un pequeño beso de
buenos días.- Gracias.
- Quiero otro. -dijo tirando de mi camiseta hacía ella.
- ¿Otro qué?
- Otro beso. -dijo besándome.- otro, otro, otro y otro.
- Cariñosa estas hoy gorda.
- Son las ganas que te tengo. -su mirada me traspasó en ese
momento.
Desayunamos tranquilamente y recogimos todo. Pusimos la radio
de fondo, con música el día siempre empezaba mucho mejor. Malú cantaba hoy
cerca de Madrid y me iba a pasar el día con ella. Aunque más aburrida que yo no
se podía estar, porque los días de concierto hablaba muy poco. Y conforme
pasaban las horas y más cerca estaba el concierto, menos hablaba. Casi tengo
que pedir la comida yo por ella.
Me presentó a todo el equipo desde los que montaban el
escenario a los que se subían encima de él. Rubén, su pianista, y su hermano,
José, eran los más cariñosos conmigo. También había tenido la ocasión de hablar
más con ellos la otra vez. Malú hizo la prueba de sonido y se metió en chapa y
pintura. Quedarían unos 20 minutos para empezar el concierto, ella ya preparada
de sobra, pidió a todo el equipo que la dejaran sola, que quería silencio y
concentración para el show.
- ¿A dónde vas tú? -dijo tirando de mi chaqueta al ver que me
iba con el resto del equipo.
- ¿No has dicho que querías estar sola para concentrarte?
- Sí, pero contigo cerca.
Me quedé con ella en el camerino, viendo como hacía algunos
ejercicios vocales y gesticulaba ante el espejo.
- 10 MINUTOS. -se escuchó desde fuera.
Malú se acercó a mí y me levantó de mi asiento. Y empezó a
besarme apasionadamente. Apretando sus
labios fuertemente con los míos. Sus manos en mi cara para que no pudiese
escapar de mi delirio preferido.
- Gorda, que está a punto de empezar el concierto. -dije
entre sus besos.
- Lo sé, pero yo no aguanto dos horas sin besarte.
- Te quedan 8 minutos de silencio, no hables.
- Por eso te beso, para decirte con besos lo que con palabras
no puedo.
- Eres tan bonita. - dije empujándola contra mí.Apuramos
hasta el último minuto antes de que ella saliese.
Y allí estaba ella, dándolo todo como siempre. Entregándose a
su público. Contando historias cantando y sintiendo lo que cantaba.
Y ahí estaba yo, en un lado del escenario. Donde están los
monitores de sonido. Ella miraba cada vez que le era posible, regalándome
alguna que otra sonrisa.
La gente se entregaba totalmente a ella, daba todo con ella.
Incluso había momentos en los que podías escuchar más al público que a Malú.
Me encantaba su forma de contonearse en el escenario, su
forma de hacerlo todo tan perfecto, tan bonito. La forma que tiene de transmitirte
una historia sin que tú misma la hayas vivido. Tenía algo mágico. Inexplicable.
Terminó el concierto con su tema 'Como una flor' que lo cantó
mirándome de reojo.
Y cuando los músicos estaban terminando de tocar la canción,
antes de que se encendieran todas las luces fui a buscarla a camerinos.
- ¡¡¡¡BUAAAH QUE SUBIDÓN!!!! -se la escuchaba chillar desde
fuera.
- ¿Se puede? -dije pegando a la puerta de su camerino.
- Pasa Vanesa -dijo su madre, que no me había acordado que
venía.
- Ha sido un conciertazo, amiga. -dije abrazando a Malú.
Entraba gente sin parar en el camerino, hasta que ella se
dispuso a cambiarse y como estaba su madre tuve que salir yo también.
Aprovechando así para entablar conversación con la madre de mi felicidad. Ella
preguntaba y yo contestaba. Muy simpática Pepi, incluso me preguntó por mis
padres, como llevaban eso de tenerme tan lejos.
Malú seguía recibiendo gente, era tal la cantidad de gente
que tenía que recibir que resultaba agobiante.
Yo salí en mi coche y ella en el suyo oficial para saludar a
sus fans.
- 'Te espero en mi casa, ten cuidado.' -recibí en un mensaje
de texto. Así que puse rumbo hacía Majadahonda.
Llegó antes de lo que pensaba y estaba esperándome en la
puerta.
- ¿Qué haces aquí con el frío que hace?
- Esperarte.
Empezamos un intercambio de besos, parecía que competíamos
por ver quién besaba con más ganas. Nos íbamos empujando contra la pared, la una
a la otra, en lo que subíamos a su cuarto.
Apoyadas en la puerta de su habitación nos fuimos quitando de
todo lo que nos sobraba hasta quedarnos completamente desnudas. Piel con piel. Dando rienda suelta a nuestra pasión, a
nuestras ganas contenidas, al deseo de querernos. Clavando caricias y besos por
todo su cuerpo. Sus juguetones dedos se colaban por los huecos prohibidos de mi
cuerpo. Sitios que ella empezaba a conocer bastante bien. Sabía la fuerza y la
forma perfecta, parecía que me conociese de toda la vida. Pocas personas han
sabido tocarme como ella, por no decir ninguna.
Entre el placer gritado en silencio y sus tirones de pelo
fuimos llegando a la cama para continuar con el baile de nuestros dos cuerpos.
Su cadera y la mía bailaban pegadas separándose lo justo para coger fuerzas. Se
mordía el labio inferior a la vez que apretaba mis manos con las suyas hasta
irnos juntas.
- Te quiero. -me dijo desplomándose en mí.
- Te quiero mucho. -le dije ahogándome con ella.
Esa noche dormimos muy plácidamente, habíamos acabado agotadas.
Y mi cabeza no hacía más que buscar el momento para ser valiente. Pero me
faltaban dos cojones para hacerlo. Cada segundo que pasaba con ella, más miedo
tenía que decírselo.
Por la mañana cogí mis cosas, me vestí y me fui para mi casa.
Dejándole una nota explicándole que tenía cosas que hacer que a la noche nos
veríamos. No tenía nada que hacer, era mentira. Necesitaba pensar como se lo
iba a decir. Esta semana que entra me iba ya a Málaga y ella sin saberlo. Verás
la que me va a caer. No me quedaba otra que ser valiente. Así que decidí
llamarla.
- Hola Vane, ¿Ya me echas de menos? -me dijo al contestar mi
llamada.
- ¿Te puedes venir sobre las 8 a cenar a mi casa? -le
pregunté ignorando su anterior pregunta.
- Claro, ¿Estás bien?
- Sí. -dije con bastante sequedad.
- Vane, ¿Qué pasa? -preguntó preocupada.
- Tengo que contarte algo que no sé si te va a gustar y me da
miedo.
- ¿Hay otra verdad?
- Nono. De verdad que no es nada de eso..
- Voy para tu casa.
- ¿Ahora?
- Si, no puedo esperar a esta noche.
A los 20 minutos ya estaba pegando en el timbre, subió y me
saludó con dos besos.
- ¿Puedes besarme? Por favor.. -le pedí casi llorando.
- ¿Te has cansado ya de este juego verdad? ¿Te has cansado de
mi?
- Para nada, no te adelante por favor. - me abrazó, ella
tenía miedo y yo también. Ninguna podía corresponder con un beso a la otra.
Pero mis ganas y el pánico de pensar que sería el último hizo que no me
aguantase y la besase muy lentamente. Sin darme cuenta que empezó a caer una
lágrima por mi rostro. - Siéntate, anda. ¿Quieres algo?
- Quiero que me digas que coño pasa, ya.
- A ver.. por donde empiezo.
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