Me sentía tan plena llegando a mi casa, no sabía muy bien el por qué, o si. Sí que lo sabía, era ella. Había pasado lo que días atrás venía soñando. Todavía no me creo que haya pasado. Sigo dándome pequeños pellizcos para ver si de verdad estoy viviendo y no durmiendo.
Ha sido tan inesperado, tan mágico. Me ruborizo solo de pensarlo. Lo que nunca hubiese imaginado ha pasado. Sus labios y los míos se han contando hasta lo nunca expresado. Y ahora llega lo que me temía, mi mente.
Mi mente no deja de pensarla, de recordar cada minuto vivido con ella. Por mucho que lo evite, me traiciona y vuelve a la carga con más fuerza que antes. Me tiene enganchada. Y no puedo dejar que mis pensamientos hagan mucho ruido por si los oye el corazón. Estamos dejándonos llevar. Sin ataduras, sin límites, sin dar explicaciones de nada. Total libertad.
No sé si quiera si esto llegará a repetirse, aunque me acabo de ir y ya me escribió para volver a vernos. No sé que más pasará entre nosotras, no lo sé. No sé a qué puerto llegaremos, ni siquiera si partiremos. No sé si a ella le ha gustado tanto como a mí. No sé si piensa tanto en mí como yo en ella. No sé si ella le verá futuro pero habla de planes próximos y me tiene presente en ellos. No sé tantas cosas... Ni siquiera sé si tienen respuestas. Solo tengo claro una cosa, y es que la quiero, que quiero apostar por todo lo que sea un nosotras.
Pero había un pequeño problema. Madrid se me quedaba grande, muy grande. Mi carrera no era suficiente para mantenerme en Madrid. Podía vivir, pero vivía con lo justo. Además el peso de mi familia, tenerlos tan lejos. Iba a volver a mi tierra. Me iba de nuevo a vivir a Málaga. Además tenía que empezar con la producción de mi nuevo disco que iba a ser grabado en Milán. Más kilómetros que nos iban a separar. Vale que no es ninguna relación, que solo somos amigas o follamigas que ahora esta palabra se lleva mucho. Pero yo sentía mucho más que eso. Si ya de por sí me parece lejos Madrid-Majadahonda, imaginar que la iba a tener a 600km como mínimo me daba pánico. Pánico más que nada por su reacción. Tengo 2 meses para irme a vivir a Málaga y de cara al verano empezamos a grabar. Así que decidí no decirle nada hasta que se aproximase el momento. Sabía que me estaba equivocando, pero quería equivocarme. Porque esta vez significaba estar más tiempo con ella. Y me encantaba la idea.
Fui bajando cosas poco a poco para que tampoco resultase cantoso, y en una de mis visitas a Málaga quiso acompañarme. Bajó conmigo para conocer mi entorno, mi gente, mis amigos. Conocerme más.
En el coche camino de Málaga fuimos gritando sin preocupación de afinación cantando todas las canciones que iban saliendo. Por suerte, compartíamos gran parte de nuestro gusto musical. Por primera vez no se me hizo largo el camino. Al contrario, me lo estaba pasando tan bien que no quería llegar.
- Estoy nerviosa. -me dijo cogiendo mi mano de la caja de cambios.
- ¿Por qué?
- ¿Qué pensarán tus padres cuando me vean?
- No se lo van a creer. -dije riéndome.
- ¿No saben que vengo?
- Nu. -dije con voz de niña pequeña.
- Lo mismo no les hace gracia que metas a alguien en su casa.
- Gorda por Dios, que no tenemos 9 años. En mi habitación puedo meter a quien quiera.
- Ya no.
- ¿Por qué no?
- Porque yo no te dejo.
- ¿Ni a ti?
- Solo a mí. -se acercó para besarme.
Llegamos a mi casa, bueno la casa de mis padres. Bajamos las maletas y las dejamos en la entrada de mi casa. Parece que no había nadie. No habrían salido de trabajar mis padres, ni mis hermanos. Así pude enseñarle la casa sin que ella pasase vergüenza. Era bastante tímida Malú. La visita guiada fue bastante fluida hasta que llegamos a mi habitación, las ganas nos hicieron pausarnos allí. Fuimos recuperando cada beso guardado. Dándonos las ganas que nos aguantamos mientras bajábamos. Eran tal la pasión que incluso se rozaban nuestros dientes.
- La puerta Vane... -dijo separándose de mí. Maldita puerta.
- Menuda mierda, yo quiero más. -dije intentando retenerla.
- Gorda que son tus padres.
- Luego te enteras. -dije levantándome de la cama.
- Como quieras, pero péinate anda.
Bajamos las escaleras y no podía evitar reírme, notaba los nervios de Malú hasta yo. Y para qué negarlo, aunque me resultase divertido, también estaba nerviosa. Era como la presentación oficial. Y eso que no era mi novia.
- ¡¡Mi niñaaaa!! -gritaba mi madre desde la cocina viniendo hacía mí.
- ¡Mamá! -dije entre sus brazos. - Papá, ¿cómo va esa espalda?- dije abrazándole también a él.
Estaban tan contentos de verme que no habían notado que estaba Malú detrás de mí.
- Esto.. Ella es Malú. Malú, mi madre Toñi y mi padre Paco. -las caras de ellos eran todo un poema y yo no podía evitar reírme.
- Malú en mi casa, ay señor. -Mi madre que era muy exagerada ella. Se dieron un par de besos ambas.
Mi padre más seco le dio dos besos y se fue a ver la televisión al sofá. Mientras nosotras tres nos fuimos a la cocina a ayudar a mi madre con el almuerzo.
- ¿Y cómo es que has bajado Malú? -empezaba la ronda de preguntas de 'La Toñi'.
- Me apetecía conoceros, Vanesa habla muy bien de vosotros. -que falsa es, como le gusta quedar bien.- tenía ya ganas de bajar a Málaga.
- Málaga es preciosa, Vanesa te la enseñará de lujo.
- Sí, ya he estado varias veces y me encanta.
- Bueno mamá a mi me va estupendo eh..-dije reclamando la atención de mi madre.
- ¿Y cómo llevas eso de ser tan famosa Malú?
- Gracias por pasar de mí, mama. -dije resoplando.
- Ay Vane que a ti te tengo muy vista.
- Paso de vosotras, ahí os quedáis. Me voy con mi queridísimo padre. -dije yéndome de la cocina, Podía escuchar las risas de Malú y de mi madre tras de mí.
En esto que entró por la puerta mi hermano pequeño, Antonio.
- VANEEEEEE. -chilló teniéndome a dos metros. Mi familia era demasiado pasional. Siempre se ponían así al verme. Aunque pasasen 4 días nada más sin vernos.
- Mi niño..- dije buscando su abrazo.- ¿Cómo estas pequeño?
- Muy bien ahora que está aquí mi hermanita preferida.
- No tienes otra.
- También es verdad. -empezamos a reírnos como dos tontos.
- Ven a la cocina anda, que te voy a presentar a alguien. -dije entrando en ella.
- Hola hijo mío. -le dio la cariñosa de mi madre dos besos.- mira quién es, Malú.
- Encantado Malú.-le dio dos besos.- ¿nuevo miembro familiar o qué?
- Jajajajajaja nono. -dijimos las dos al unísono.
Al rato llegó Francis y más de lo mismo. Estuvimos comiendo hasta que todos se tenían que preparar para volver a ir a trabajar. Y Malú y yo nos echamos una pequeña siesta en mi cama individual. Era lo bueno de dormir con alguien a quien quieres en una cama pequeña. Que tienes motivos para estar pegada a ella.
- ¿Tú crees que están juntas mamá? -pude escuchar a mi hermano Antonio detrás de la puerta.
- Si no lo están, no tardarán. No hay más que ver la forma en la que se miran. Y a mi Malú me encanta como nuera.
- Y a mí como cuñada. Hace tiempo que no veía a mi hermana así de feliz. - Sonreí al escuchar estas palabras de mi hermano.
Tenían tanta razón, hace mucho tiempo que no era tan feliz como ahora. Y mi felicidad se basa totalmente en un pequeño cuerpo de metro sesenta y tres llamado María Lucía Sánchez Benítez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario