Sus labios eran tan blandos que con cada roce me sentía libre, como flotando entre las nubes. El sabor de sus besos eran tan adictivo y tan dulce que no sólo podía percibirlo a través del gusto, si no que cada beso que me daba se colaba por cada uno de mis sentidos. Podía percibirlo de manera distinta y me erizaba la piel con solo rozarme con la yema de sus dedos. Sus besos por el cuello y su respiración en mi oído. Me gustaba tanto que estaba totalmente paralizada. Moría de ganas por contarle con mis manos, mis labios y mi cuerpo todas las historias que quiero que escribamos, pero no podía.
- Vane, ¿estás bien? -preguntó separando sus labios de los míos pero quedándose encima mía.
- No puedo estar mejor.
- Entonces, ¿qué pasa?
- Que tengo miedo, te tengo miedo.
- ¿Por qué? -dijo acomodándose entre mis brazos.
- Porque sí, hace tiempo atrás me costaba mucho pillarme por alguien y desde que te conocí tienes algo que me engancha. Y esta adicción me da pánico. No quiero que me hagan daño, y tengo la sensación que tu me lo vas a hacer.
- No te anticipes Vanesa, vive el momento. Me gustas y mucho. Y veo en ti algo que nunca he encontrado y eso me gusta. Yo no puedo ofrecerte mucho. Ya sabes como es esto, no quiero que lo pases mal. Ahora mismo solo puedo ser tu diversión.
- Que feo suena eso... Eres más que una diversión. Eres sentimiento. Pero yo tampoco puedo ofrecerte mucho.
- No pensemos tanto y vamos a dejarnos llevar. Quédate tranquila.
- ¿Y si la cagamos? ¿Y si perdemos todo lo que tenemos? Nuestra amistad a la mierda..
- ¿Te puedo decir una cosa?
- La duda ofende..
- Nunca te he visto como una amiga, a mis amigas yo no las trato así.
- ¿Qué me estás queriendo decir?
- Que desde el minuto uno que te vi algo en mi se encendió. Y hasta hoy, día 15 de enero de 2009, no sabia que era. Así que vamos a dejarnos llevar, sin ataduras. Hagamos lo que nos apetezca. -asentí, insegura pero asentí.
- ¿Tienes papel y boli? -se levantó corriendo y me trajo como medio paquete de ellos.
Empecé a escribir las frases que me venían a la cabeza. Mientras ella me miraba atentamente.
'Tal vez, nos guste demasiado y queramos repetir. Entres en mi vida con la fuerza de un fusil y me desordenes todo cuanto conseguí.
No quiero perder las riendas de mi corazón. '
'¿Por qué quedarme quieta esta vez me cuesta tanto? ¿Por qué estoy tan segura de que pueda hacerme daño? Y sigo en este impulso de beberme tu razón. Déjame quererte a mi, déjame morirme a mi por ti, déjame extrañarte a mi porque si te dejo a ti vas a ser mi perdición.'
- ¿Voy a ser tu perdición? -me preguntó rodeado mi cadera con sus manos.
- Ya lo eres. -empezó a buscar mi boca poco a poco hasta que la encontró.
Me quitó el bolígrafo de mi mano izquierda y me fue tumbando lentamente en el sofá. Fue provocando una cadena de besos desde mis labios hasta cada extremo de mi cuello. Con cada beso sentía algo nuevo. Iba descubriendo mi debilidad con cada mordisco cariñoso. Me quitó la chaqueta con extremada delicadeza sin que se separasen su boca y la mía que se estaban enlazando a la perfección. Como si hubiesen sido creadas para estar pegadas. Como dos piezas de puzzle que encajan. Fui colando mis manos por debajo de su camiseta, podía escuchar como soltaba pequeños suspiros con cada dedo mío que rozaba su piel. Levantando poco a poco su camiseta hasta que se la pude quitar. Hasta quedarse en sujetador y ella actuó imitándome para acabar las dos iguales. Fuimos dejando besos de pasión mientras volaban las caricias en nuestros cuerpos.
Se fue levantando tirando de la bragueta de mi pantalón obligándome así a seguirla. A beso por escalón, beso a cada paso. A suspiro con cada roce inesperado. Me puso a pie de cama en lo que nos deshicimos de los molestos pantalones. Se separó de mi y me miró con esa mirada tan peculiar de ella. Que traspasa. Y me empujó contra la cama de forma que caí boca arriba. Ella iba colándose a gatas por los pies. Besando cada poro de mi piel. Subiendo despacio, muy despacio. Tan despacio que resultaba matador. Dejando besos sobre el contorno de mi obligo. Mordiendo mis braguitas y tirando de ellas a la vez que sus ojos se clavaban en los míos. Me quitó la ropa interior por completo con un simple juego de manos. Siguiéndola yo. Y así fue como descubrí el cielo con mis manos. La palabra perfección no le hace justicia. Cada milímetro de su cuerpo me resultaba tan tentador y tan deseado. Que no pude evitar sorprenderla poniéndola debajo mía. Y siendo así yo quien adorase su piel. Jugaba con su cuerpo, acompañando del ritmo del mío. Mientras acariciaba la parte superior de su torso. Sus labios me incitaban a besarlos cada vez más fuertes. A la vez que el roce de nuestros sexos iban aumentando la respiración se iba entrecortando más y más. Estábamos tan juntas que éramos una. Dos almas siendo un solo cuerpo. Dejándose llevar por la pasión de sus cuerpos. Notaba las uñas de Malú en mis muslos apretándome hacia ella. Incitándome a bailar sobre ella, llevándonos directas al más plácido orgasmo. Ahogando nuestros gritos en la boca de la otra. Dejándome caer así encima de ella.
- ¿Dónde has estado toda mi vida?
- Preparándome.
- ¿Para qué?
- Para estar a tu altura.
- Me encantaría parar el tiempo, y nunca salir de aquí. ¿A ti nunca te ha pasado eso?
- Sí, ojalá alguien que frenase este enero.
- Ahora soy yo quien te tiene miedo.
- ¿Por qué?
- Porque contigo nunca es suficiente.
Cuando el capitulo 38 aunque ella esta comprometida o es un montaje como dicen algunas personas
ResponderEliminarTio/a no hagas spoiler...
Eliminar