Pasamos el día dando tumbos por Barcelona. Entre risas y
besos la ciudad se hacía cómplice de esta historia tan nuestra. Íbamos de la
mano, sin miedo a que nos viesen. El único temor que había en nosotras era la
despida. El echarnos de menos, el extrañar cada gesto y el empezar una cuenta
atrás para volverla a besar.
Llegado el momento de tener que separarnos mi cuerpo se
aferraba al suyo. Sin querer despegarme de ella ni un milímetro. Cada beso
sabía más a despedida y ni yo misma sabía cuánto me dolía.
- Venga gorda que llego tarde. -Me dijo con sus ojos llenos
de tristeza.
- No quiero, ni puedo despegarme de ti.
- Vamos a ser fuertes. Dos semanas se pasan volando...
- Aún no te has ido y ya te echo de menos.. -empecé a
cantarle.
- Cuento las horas para vernos de nuevo... -me siguió. La
besé.- Me están esperando mi amor...
- Odio las despedidas.
- Es un hasta pronto. Bésame un poquito más.
- Te doy todos los besos que voy a tener acumulados estas
semanas sin ti. -dije dándole un montón de besos.
Los besos empezaban a crear fuego, la pasión empezaba a
apoderarse de nuestro cuerpo.
- Esto ahora no... No puedo irme así. Con cada beso que me
das siento más ganas de que me beses.
- Hasta que se desgasten mis labios te estaré besando.
Nos besábamos con deseo en mitad de la calle. Parando su sentido,
aunque la gente seguía su vida. La mía se me escapaba entre mis dedos.
- Ten cuidado con el coche Vanesa. Avísame cuando llegues
por favor.
- Estarás dormida, no voy a despertarte.
- ¡Qué me llames!
- Vale, vale.
Nos besamos por penúltima vez. Siempre era el penúltimo
beso. Hasta que llegó el definitivo y nuestras manos agarradas iban soltándose
poco a poco, dedo a dedo. Y antes de que se montará en el coche me giré y la
volví a mirar.
- ¡Malú! -chillé desde la puerta de mi coche.
- ¿Qué pasa? -me contestó.
- ¡Qué te quiero!
- ¡Te quiero!
Mis dos palabras favoritas capaces de pronunciar su boca.
Las palabras que me hacían sentir viva. Esas dos palabras mágicas, capaces de
conseguir todo. Dos palabras que puedes llegar a amar o a odiar. Porque hay
veces que pueden llegar a matar, que duele, que te hace daño. Y otras en cambio
te salva de toda caída. Se convierten en tirita para mis rasguños y en el agua que
limpia mis heridas. Me sana y me calma.
Llegué a Málaga y la llame. Estuvimos diciéndonos lo mucho
que nos queríamos y lo que nos echábamos
de menos hasta que nos quedamos dormidas. Cada una a su lado del teléfono.
Separadas por unos 600 kilómetros. Malditos números que me separan de su boca,
de sus curvas peligrosas, de esos labios en los que vivo cautivada desde que
los conocí. Hace casi dos años. Quién me diría mi ese Enero de 2008 que ahora
sería tan suya, y esa chiquilla con brackets sería tan mía.
Otro, otro, otro, otro, otro.......... enganchadiiiisima estoy
ResponderEliminarQuiero maaaaaassss Que enganche
ResponderEliminarsigue escribiendo...me encanta y gracias ´por hacerlo.
ResponderEliminarEmpecé a leer la novela anoche y he de decir que me ha encantado, sobre todo esa manera que tuvo de empezar, en el pasado y "explicar" un poco de donde han ido saliendo las canciones de Vanesa, de que momentos de su vida, que es algo que ella siempre dice. Un detallazo. Además, me ha gustado muchísimo lo despacio que han ido. Se han conocido, han sido amigas durante meses y después comienzan esa relación, porque he leído varias novelas y es algo así como hoy te conozco y mañana me caso contigo... Y he dejado de leerlas por lo irreal que son.
ResponderEliminarEl único pero que le he visto hasta ahora es la libertad que Malú ha mostrado dando muestras de cariño en público, eso si me ha parecido un poco... irreal. Todos sabemos por qué se caracteriza Malú jajaja
Pero de verdad, me encanta la novela y seguiré leyendo los capitulos que faltan.