El lanzamiento de mi disco fue mejor
de lo esperado. En las firmas la gente me contaba su opinión. Me encantaba
pasar un rato con ellos. La gente que me seguía desde mis principios parecía
contenta con el resultado. A mi familia el disco le había encantado, sobretodo
la canción que le compuse a mi abuela.
Había sido tal la aceptación que los
premios dial contaban conmigo este año para estar entre los premiados.
Para mí era gratificante tal
resultado ya que había puesto serio ímpetu en este trabajo. Iba a ser una gira
de teatros, esa idea me fascinaba.
Mis pasos eran
firmes a la hora de entrar al palau de la música donde iba a cantar junto mi
amigo David. Grababa un DVD y quiso contar conmigo. Había más amigos de
profesión. Entre ellos, mi gran amiga Laurita. Conocida como Chenoa.
Terminando
de prepararme entró en mi camerino para saludarme.
- ¡Vanesaaaaa!
- ¡Lauritaaaa!
-dije entre sus brazos.
- Que ganas de
verte tenía, se me ha hecho eterna la espera.
- A mi
también.. Oye, te he traído una cosita.
- ¿El
qué?
- Mi nuevo
disco -dije sacándolo del bolso- firmadito y todo.
- ¡Que ganas de
escucharlo! Muchas gracias Vane.
- A ti.
- Vaya, mira
que es casualidad que haya un piano en el camerino de la mejor compositora
española. ¿No crees?
- Las
casualidades no existes Laurita..
- Por eso
mismo, me tienes que tocar algún tema ya. Estoy ansiosa.
- Esta bien,
pero mejor después que canto de las primeras.
- Cierto, luego
te busco. Voy a prepararme. -dijo mientras nos fundíamos en un largo abrazo. Un
ruido tras la puerta nos hizo romperlo, pero al abrir no había nadie.
Comencé a
prepararme vocalmente, en unos minutos saldría a cantar junto con David el tema
'cada vez que estoy sin ti.' Un tema precioso, en el que ahora mismo me tocaba
bastante la fibra.
Y ahí estaba
yo, cantando ante miles de personas. Intentando no emocionarme ante tal letra.
Mantuve el tipo y supe tragar saliva. David estaba muy cómplice conmigo,
incluso dimos un toque de humor al final de la actuación.
Entré a mi
camerino y me puse a tocar ni nuevo tema, trampas. Tenía ganas de desahogarme.
Mis letras me servían de psicólogo, una forma de desahogo.
'Después
de aquello nada más se supo.
Después de tanto como me gustaba.
Pero hay momentos en que tal vez no es el
tiempo de arriesgar porque hay heridas que cerrar en tu interior.
De pronto una canción me lleva a ti, de nuevo
hay un pellizco en este corazón.
Y yo, y yo sigo con mis trampas en la cama,
echándome agua a la cara cada vez que oigo tu nombre.
Me da pena,
tenerte y no tenerte. Me da pena porque te busco entre la gente. '
En ese momento
pude escuchar a alguien continuar mi canción. Cantaba desde la entrada a mi
camerino. Se sabía a la perfección la letra y el tono. Pude reconocer
perfectamente quien era. Reconocería su voz y su olor a kilómetros de
distancia. Era inconfundible para mí. Mis nervios apoderaban cada poro de mi piel.
Mi voz comenzaba a temblar, y todavía ni la había visto. Me giré lentamente
hasta que pude verla apoyada en el marco de la puerta. Su silueta seguía tan
perfecta como siempre. Su mirada me contaba todo lo que se ha callado en este tiempo
de ausencia. Ausencia física, porque en lo que a recuerdo se refiere siempre
iba conmigo. Cada momento vivido era un continuo tráiler en mi cabeza. Sus
pasos iban acortando la poca distancia que nos separaba, conforme avanzaba la
canción ella se acercaba. Mis músculos no respondían y mis sentidos estaban
totalmente concentrados en ella. Estaba sentada junto a mí en la banqueta.
Mirándonos fijamente, sin poder controlar la inercia de mis ojos a su boca.
Encontrarme en el reflejo de su mirada me hizo recordar todo aquello que había creído
olvidar. Pero me equivocaba, no lo había olvidado. Seguía ahí. Y ahora más vivo
que nunca. Su blanca piel iluminaba mis ganas de contarle con mis manos lo
mucho que la he necesitado. Y el brillo de sus ojos al encontrarse con los míos
se hacían cómplices de este delirio. Moría por rozar de nuevo sus labios, por
recordar el sabor de sus besos. Y transportarme a ese universo que la fuerza de
nuestros besos habían creado en el que únicamente existíamos nosotras dos. De
repente sus cálidas manos rozaron las mías, piel con piel, cogiéndolas y
acomodándolas entre las suyas para que dejase de tocar el piano y empezase a
concentrarme en el deseo que despertaba. El roce de nuestros tejidos creaba una
explosión de emociones y recuerdos. Nos teletransportó a esas noches de pasión
en las que dejábamos de ser dos para convertirnos en una. Ardía en deseos de
rememorar todo lo que habíamos perdido. Y sus ganas también eran notorias.
Fuimos acortando la distancia de su boca a la mía, tanto que casi podía rozar
sus labios. En ese momento la puerta se abrió de un portazo.
- Malú, tienes
que salir a cantar ya. -le dijo uno de los organizadores.
Se acercó a mi
oído y me susurró:
- Esto no acaba
aquí, te busco luego. No sabes cuánto te he echado de menos.
Dios no nos puedes dejar así :O . Sigue pronto por favor.
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