Mis ojos no
daban crédito a lo que estaban leyendo, y las lágrimas que caían una tras otra
hablaban por mí. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? Hace unos meses era todo
perfecto, me despertaba cada día a su lado, sus labios eran el mejor de los
desayunos, mis tatuajes favoritos era el de sus manos en mis piernas, la
frescura de su pelo con olor a eterna primavera, la forma de verme en sus ojos
y que en su mirada reflejase el brillo de mi hogar, encontrar entre sus brazos
la protección y el calor que siempre había buscado, me sentía más viva que
nunca, y ahora en lugar de tenerla a ella rodeando mi cintura, tenía delante
una carta de despedida. En la que quebrantó todos mis miedos haciéndolos
pedazos. Ni yo misma sé a ciencia cierta lo que siento ahora mismo. Es una
batalla entre lo que quiero y lo que debo, y lo peor es que no sé quien quiero
que gane a quién. Nunca me había dolido tanto la ausencia de alguien, el hueco
que deja una persona al marcharse. La falta de su piel en mi piel debajo de las
sábanas. El echar de menos con contrato indefinido por no saber si volverá, el
saber de ti desde lejos y la duda de si debo hablar de ti en presente, pasado o
futuro.
Pero la quiero.
Así de simple. No sé cómo, ni por qué. Pero sé que cuando me encarcela entre
sus piernas me siento más libre que nunca. Cuando me besa siento que hasta el
aire que queda entre nuestros labios sobra. Cuando la veo mirar por la ventana
de buena mañana sé que tengo las vistas al mejor paisaje de la ciudad. Cuando
la veo concentrada entre sus cosas siento que ninguna canción sería capaz de
plasmar la poesía que tienen sus labios. Que mi propia constelación sea las
marcas de sus lunares. Matar el tiempo descubriendo lo que sueña y lo que no contemplándola
dormir y sentir que es mi ángel de la guarda. Pero tengo miedo. A pesar de
sentir todo lo que siento, tengo dudas. Si realmente fuera amor, ¿no lo habría
dejado todo por ella? ¿No habría intentado detenerla cuando se fue? ¿Debería
haberla llamado? Sé que la quiero. La quiero de saber que es mi otra mitad. La
quiero de necesitar su risa, sus besos y sus abrazos. La quiero de que sea ella
quien me haga el amor. Pero realmente, ¿la quiero tanto como para arriesgarme a
lo que pueda venir? Quizás, estar preguntándome si quiero a alguien ya es una
respuesta. El amor tiene hueco para todo...menos para las dudas.
Pero también es
verdad que nunca creí en el destino, hasta que apareció ella. Tal vez un día nos
vuelva a pasar lo de encontrarnos de nuevo y si no pasa seré yo quien marque
nuestro destino.
Madre mía como está la jefa. :O Me has dejado noqueada, casi como a ella jaja. Ahora a esperar a que reaccione. La espera se hará eterna
ResponderEliminarYa se que no tendremos mas capitulos, pues tu haz dejado las cosas entre ellas inconclusas popr miedo o que ya sabes ella se comprometio pero parece mentira tiene una felicidad incomplete.Animate y termina la novela
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