Su cuerpo rozaba el mío, rogando a la pasión que aguante al
deseo de querernos, de entregarnos la una a la otra. Nuestras manos cansadas
pero aun no saciadas. Las ganas de sentirnos, mutuamente, ser una. Esas ganas
nos hacían imparable ante el mundo. Nos rozamos hasta crear fuego, hasta
alcanzar el cielo sobre nuestros dedos.
Su cuerpo y el mío se deseaban tanto que ni la puesta de sol
era motivo alguno para parar. Nos desgastamos los labios, saboreé de ella hasta
lo más prohibido. Tuve las siete maravilla en mis manos, concentrada en una
sola. Ella.
El fuego de la chimenea era ascuas, pero no lo necesitábamos,
ni a la calefacción. El vaho de nuestro cuerpo era suficiente para entrar en calor.
- Me pones tanto... -dijo mordiendo mi labio inferior.-
Siempre tengo ganas de más, y de más. No puedo parar.
- No pares, sigue.
- No me provoques. -dijo sobre mí. Intentando besarme.
- No lo hago. -dije evitando su boca.
- No me quites la cara. -dijo volviendo a acercarse.
- No la quito. -dije volviendo a evitarla.- Me hago de rogar
que es distinto.
- Me pone que lo hagas.
- ¿Si? -dije acercándome a su boca.
- Mucho. -dijo acercándose para besarme. Y yo me volví a
separar.- No seas mala.
- Búscame.
Acto seguido atacó mi sexo con su mano, haciendo que mi boca
se abriese, mi respiración se entrecortarse y mi cuerpo temblase.
- ¿Así? -dijo colando sus dedos en mi interior.
- Así. -dije entre suspiros.
El compas que seguían sus dedos iban al ritmo de los latidos
de mi corazón. Sus embestidas podían llegar a ser tan profundas y tan fuertes
que podía alcanzar la luna. Ralentizaba sus movimientos, su mejor forma de
torturarme.
- Eres mala. -dije abriendo mis ojos.
- Para que aprendas que quien juega con fuego se quema.
- Me encanta quemarme si es contigo. -dije volviendo a besar
sus labios. Me sorprendió introduciendo otro dedo. Suspiré.
- ¿Te gusta? -dijo con cara de deseo. Asentí con mi cabeza.
- Todo lo que venga de ti, me gusta.
- ¿Y esto?¿También te gusta? -dijo aumentando el ritmo del
movimiento de sus dedos.
En ese momento, quité su mano de mi sexo, y la coloqué de
rodillas frente a mí. Las dos de rodillas.
- Así mejor. -dije colando mis dedos por su sexo.
Nuestros movimientos se complementaban. Nos torturábamos
mutuamente con los movimientos lentos. Mirándonos a los ojos fijamente. Cada vez que se mordía
el labio me ponía malísima. Aumentamos el ritmo, sujetándonos cada una de la
otra para no desplomarnos. Nuestras piernas temblaban del placer. Y más rápido
introducíamos nuestros dedos en la otra. Sus gemidos y los míos creaban una
perfecta canción. Sus uñas en mi nuca. Su boca y la mía pegadas, sin poder
besarse. Ahogadas por la falta del aire. Sintiéndonos. Hasta irnos la una sobre
la otra.
Acostadas boca arriba, abrazadas. Mirando al techo, nos
echamos una manta por encima. Se quedó dormida y la subí a la cama. Las dos
desnudas pegadas, durmiendo juntas. Bajo un edredón en este amanecer de enero.
Mi año no podía empezar mejor, estaba junto a la mujer que amaba. Aunque ella
todavía no lo sabía. Ha llegado tan fuerte. Por favor, que se pare el tiempo, que
se frene todo. Que este enero no acabe nunca.
Ufff estos capítulos a estas horas no son sanos eh? Son un poco en plan tortura para irse a la cama después. Pero bendita tortura jajaja
ResponderEliminar