sábado, 20 de diciembre de 2014

Capítulo 28. No me valen las palabras.

Nada más llegar nos recibieron una multitud de compañeros y amigos.
Entramos en una sala donde Malú y yo nos separamos, a mi lado se sentó Antonio Orozco con el que mantuve una conversación extensa e interesante en lo que la rueda de prensa comenzaba. Fueron nombrando cada premiado, Chenoa, Bisbal, Manuel Carrasco, David DeMaria, Malú, entre otros. La buscaba con la mirada, pero no la encontraba. A la hora del photocall me agarró y se colocó a mi lado. Cómplices de miradas, pero ella me evitaba. Tras la espalda de nuestra amiga Laura bromeábamos.

Laura fue de las primeras en acercarse a nosotras.


- Eh, vosotras dos. ¿Qué hacíais antes? -dijo Laurita mirándonos.
- Nada. -contestamos Malú y yo al unísono.
- ¿Me vais a contar ya que os traéis entre manos? ¿O seguimos haciéndonos las tontas?
- No nos traemos nada. -Contestó Malú.- Somos dos amigas pasándoselo bien.
- Si, amigas, ya. Eso se notó en Barcelona. -reprochó Chenoa.
- Para mí, es más que una simple amiga.-añadí. La cara de Malú fue un poema.

En ese momento nos interrumpieron varios compañeros para invitarnos a comer. Por lo que la conversación quedó totalmente pausada. Nos dieron las seis de la tarde, entre comida, café y copas. Algunos compañeros tenían aguante y se quedaban, otros ya cansados se marchaban. Yo he de admitir que estaba cansada de todo esto, no me apetecía estar en público. Me sentía apagada, necesitaba soledad. Pero dependía de Malú.

Se fueron casi todos y ahí seguía ella de risas con los demás compañeros, y a mí la cara me llegaba al suelo. Intentaba disimular pero mi mal estar iba en aumento.

- Ahora que estamos solas... -dijo acercándose Laurita.- ¿Estáis juntas?
- No. -contestó Malú secamente.
- Ah, yo pensaba que...
- Gorda, me encuentro mal. ¿Podemos irnos?- dije interrumpiendo a Chenoa.
- No me llames gorda en público. -dijo susurrando.
- ¿Qué coño te pasa? Ni que fuera algo malo. Ya me ha quedado muy claro que somos amigas eh. -dije ya enfadada.
- Vane.. -dijo yendo detrás de mí.
- Déjame. Te espero fuera. -dije dándole dos besos a Laura.- Vamos hablando, me ha encantado verte.
- Igualmente, lo siento. -me dijo con ternura.
- No sientas nada, al contrario, gracias.
- ¿Por qué?
- Por abrirme los ojos. -le contesté. Y se ve que Malú ya pilló la indirecta.

Me apoyé sobre su coche bajo el frío de Madrid. Ella llegaba con lentitud al coche, se montó y la seguí. Puso la radio y no nos dirigimos palabra en todo el camino Madrid- Majadahonda.  Unos veinte minutos de absoluto silencio.

En ese incómodo silencio sonó mi teléfono, era mi madre.

- ¿Te importa? -pregunté, bajando la música.
- En absoluto.
- Hola mamá.
- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?- me preguntó mi madre preocupada.
- Si, un día cansado.
- ¿De verdad?-insistió.
- De verdad. Mamá, tengo poca batería, ¿qué querías?
- Nada hija mía, saber de ti. ¿Cuándo bajas?
- Antes de lo previsto. Mañana estaré por allí seguramente. -en ese momento Malú giró su mirada hacia mí.
- Vale cariño, ten cuidado. Te quiero, y abrígate que por allí hace mucho frío.
- Sí mamá. Te quiero, adiós. -dije colgando y acto seguido guardando el teléfono.

Volví a subir el volumen de la música, pero su mano chocó con la mía para apagar la radio.

- ¿Quieres hablar? -me preguntó.
- No me apetece. -contesté seca.

Llegamos a casa, entré tras ella. Los bichos ni se acercaron, notaron la tensión. Subí al cuarto, recogí mis cosas y las guardé en mi maleta. Subí antes de tiempo y bajaba días antes de lo previsto. Me puse mi pijama y bajé a buscarla.

Estaba en el sofá tumbada, dormida. La cerveza le daba demasiado sueño. Me arrodillé ante ella y besé su pelo. Sentada en un lado del sofá apoyé su cabeza en mis piernas, y fui acariciándolo, enredando mis dedos en su pelo. Acariciando cada parte de su cara. Sin darme cuenta una lágrima se deslizaba por mi moflete. Y ella paró mi mano con la suya.

- No te vayas Vane... -dijo.
- Es lo mejor gorda...
- Lo siento.. Perdóname...
- Perdóname tú, por estar aquí. Haciendo que pierdas tu tiempo.
- No digas eso...
- Hoy ha quedado todo muy claro, Malú.
- Te quiero. -dijo sentándose sobre mí. Besando mi boca.
- No, me has negado en público. Eso no es querer. -dije apartándola.
- Te quiero, de verdad.
- No quiero palabras, quiero hechos.
- ¿No te lo he demostrado estos días?
- Hoy has hecho que me replantee todo.
- Eres de la única chica que he sentido cosas tan fuertes, entiende que me cueste reaccionar en público. Para mi vida personal soy muy celosa y no me gusta publicarla.
- Te entiendo, y por eso me voy. Me marcho. No puedo estar con una persona que niega de lo que tiene. Y ni si quiera estar, porque solo somos amigas que se divierten follando.
- No hables así.
- Es lo que tú has dicho bien clarito esta tarde.
- Te he dicho que lo siento. Quédate, no te vayas.
- Es mejor así Malú. Yo me voy y tú te aclaras. Cuando sepas por qué apostar, llámame y hablamos. Porque yo si tengo claro que quiero estar contigo. Y tú al contrario.
- Es un paso muy difícil.
- Déjalo estar, ¿vale?-dije queriendo tranquilizarla.
- Es que no quiero que esto termine. Joder, te quiero. Necesito tu boca para vivir.
- Esto es para que te aclares y sepas lo que de verdad quieres, y sus consecuencias. -agachó la mirada.- ¿Vamos a dormir? ¿O prefieres que yo duerma en el sofá?
- Quiero dormir contigo.

Subimos a la habitación y me senté en la cama contemplando cómo se cambiaba.

- No me mires, ay que me da verguenza. -dijo tapándose.
- Por favor Malú, que te he visto desnuda mil veces. Que me conozco todo de ti.
- Ay calla. -dijo ruborizándose.

Se puso en pijama y se coló en la cama. Yo la seguía con la mirada.

- ¿Vienes? -me dijo invitando meterme dentro.

Asentí y nos tumbamos pegadas. Abrazadas una noche más.

- Te voy a echar de menos Vane.. -dijo apretándome hacia ella.
- Y yo a ti. -dije besando su pelo.

Se volvió a dormir sobre mí, como otra noche cualquiera. La única diferencia que esta podía llegar a ser la última. Opté por pensar que con ella siempre sería la penúltima vez, que nunca habría última. Porque una vez más la vida nos ponía un bache y volvía a dejarlo en manos del destino el poder superarlo. Aunque esta vez estaba en su mano, el saber que quiere. Saber si me quiere. Saber si quiere apostar por esto que tenemos, y asumir todo. Yo la estaré esperando en Málaga, o donde sea, la esperaría toda la vida. Tengo toda la vida para ella. Porque ella es especial, tiene algo que nadie jamás me podrá dar. Pero el daño que hoy he sufrido no se puede perdonar y hacer como la que lo olvida. Para esto es mejor distancia y tiempo. Y ya el tiempo dirá. Estoy segura que le vendrá bien. Y aunque hable de que no puedo perdonarla, ya la he perdonado, pero quiero ver que le importo. Y quiero que me demuestre lo que siente. Mañana podré rumbo a Málaga, a mi tierra. Toca esperar, y saber si todo lo que me decía, de que se estaba enamorando, era verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario