domingo, 30 de noviembre de 2014

Capítulo 21. ¡Sorpresa!

La estoy llamando, porque la necesito.
Hay algo en su voz que me hace sentir como si estuviera aquí a mi lado, como si hubiésemos roto la puta distancia que nos separa, como si siempre me acompañara. El sonido de sus cuerdas vocales me sostienen en las cuerdas de mi vida, que ahora empezaba a formar parte de la suya. Su vida era mía y la mía, suya. Cada conversación me transportaba, hacía que no pesasen tanto los días en los que no nos abrazábamos. Su llamada antes de dormir me enlazaba al mejor de los sueños y sus buenos días en forma de llamada era el motivo por el cual me levantaba con una sonrisa todos los días.
Aunque no la vea, la siento aquí.

- Buenos días cielo, ¿Qué planes hay para hoy? -me dijo como cada mañana.
- Buenos días amor, pues más de lo mismo. Familia y preparar las cosas que en dos días nos vemos cariño.
- Al fin, que largo se me ha hecho..
- Y a mí.. ¿Y tú? ¿Qué tienes hoy?
- Hoy tengo programa de radio, pero de noche.
- ¿Ah sí? Dime cual y hora para sintonizarla.
- Cadena dial, un programa especial con Rafa Cano. Saldré en antena sobre las diez.
- Estaré atenta.
- Te quiero.
- ¿Estás con la regla?
- No idiota. Te echo de menos y quiero tenerte aquí ya.
- Falta muy poquito pequeña...
- No me llames pequeña...
-¿Por qué?
- Porque me encanta.

Estuvimos como unos cinco minutos contándonos las ganas que teníamos de vernos y robándole tiempo a nuestra distancia. Y sumando los te quiero a los te echo de menos. Tras colgar mi cabeza se volvió loca, dejándose llevar por mi corazón que era bastante impulsivo.

Cogí una maleta y eché bastante ropa. Deje una nota a mi madre explicándole mi partida anticipada y fui a la pastelería de la esquina de mi casa a comprar una bandeja pequeña de pasteles. Me dirigí a casa de mi amiga Vito.

- Hombre Vane, ¿Cómo estás? -dijo dándome dos besos al verme.
- Muy bien, ¿Y tú?
- Bien. ¿Pasteles? ¿Qué quieres ponerme gorda?
- Es para pedirte disculpas...
- ¿Por qué?
- Me tengo que subir a Madrid, y no puedo ir a la comida de mañana.
- ¿Pasa algo?
- Nada, imprevistos de última hora.
- Bueno no pasa nada, ¿Te quedas a comer para compensar? Venga anda...
- Vale, pero me voy después de comer justo eh, que me esperan cinco largas horas.

Hablamos de todo, cotilleos del barrio y noticias nuevas. Vito para mí era fundamental, éramos como uña y carne. Pero tampoco podía contarle nada porque no había nada serio. Formalizado mejor dicho, porque era lo más serio que había descubierto. Y eso que todavía no era nada mío aunque sentía que me debía plenamente a ella.

Iba en el coche cantando cada canción que salía para calmar y aflojar los nervios que afloraban por mi piel. Me había dado una locura e iba a ir a darle una sorpresa, me iba a plantar en la radio. ¿Quién no ha hecho alguna locura por amor?

Todo el mundo alguna vez ha cometido alguna locura y más si es por amor. Quien quiere de verdad hace posibles lo imposibles, le baja la luna si hace falta para que camine sobre ella. Por amor haría cualquier cosa si su nombre fuese el culpable de mi impulso. Cuatro letras capitanas del barco que el único rumbo que tiene es el suyo. La culpable de que todos los días sean verano. Un cuerpo de metro sesenta y tres capaz de dominar cada poro de mi piel. Puro instinto, puro sentimiento, pura piel que me haga cruzar cualquier línea que me separe de ella. Aunque me lleve al cielo o al infierno, pierda o gane, me mate o me haga renacer.

Entre que llegaba a Madrid, buscaba el sitio y encontraba aparcamiento, llegué con la hora justa. El programa ya había comenzado. Tuve suerte porque el guardia de la puerta me conocía y me dejó pasar sin problema. Pregunté donde estaba su cabina para que me dejaran entrar en la sala detrás del cristal.
 Nada más entrar ahí estaba ella, tan guapa como siempre. El brillo de sus ojos me iluminó. Saludé al poco equipo allí presente sin querer armar mucho revuelo. Pero inevitablemente el presentador, Rafa Cano, se dio cuenta de mi presencia. Y acto seguido ella. Se le iluminó la cara por completo, reluciendo en ella su preciosa sonrisa.

- Bueno Malú, cuéntanos. ¿Cómo está tú corazón? -le preguntó Rafa Cano con intención.
- Mi corazón está bien, está sano, y muy feliz. Y bien cuidado. -dijo mirándome a lo que Rafa siguió su mirada hacia mí.
- Pues dicho esto, ¿Qué canción te apetece poner?
- ¿Mía o de cualquiera?
- La que te apetezca.
- Pues mira, Trampas de Vanesa Martín. Que es una artista que lleva poco tiempo en la música y se está haciendo un hueco. Tiene una manera de componer increíble y es muy especial. -me quedé muerta al escuchar sus palabras, no pude evitar contestarle con la mayor de mis sonrisas.

Nada más empezar a sonar mi canción salió disparada, y al ver su impulso salí con ella al pasillo.

- ¿Qué haces aquí gorda? -me dijo con su mayor sonrisa.
- ¡Sorpresa! -dije devolviendo la sonrisa.
- Te como.
- ¿Aquí?
- Aquí y en cualquier sitio. -y se lanzó a mis brazos.

Besándome con todas las ganas que habíamos tenido estos días atrás. Marcando sus pasos camino del baño mientras ella tiraba de mi camiseta.

- Malú, ¿Qué haces? -pregunté.
- Te tengo demasiadas ganas como para aguantarme más.
- Nos pueden pillar...
- Me da igual. Necesito tu cuerpo. -dijo volviendo a mis labios.

En ese momento se escuchó entrar a alguien.

- ¿Alguien ha visto a Malú? Tiene en salir en un minuto. Volvemos al aire. -pude reconocer la voz de Rafa Cano.
- Gorda, venga. Hay que ser profesional. - le susurré.- Guárdate todas las ganas para esta noche. No te pienso dejar dormir.
- Te voy a comer entera. -dijo despidiéndose y mordiendo mi labio, casi me lo arranca de cuajo haciéndolo sangrar.

Malú continuó con su entrevista en lo que nos lanzábamos miradas cómplices.
Una vez acabada la entrevista, la esperé en la calle mientras ella se despedía del equipo. Quería evitar las preguntas de Rafa.

Me escondí detrás de una furgoneta al ver que salía. No me veía, me buscaba con la mirada. Hasta que llegué y le abracé por detrás. Rodeado su pequeño cuerpo con mis brazos. Dejando unos cálidos besos en su frio cuello.

- ¿A quién buscas? -le susurré al oido.

- Al amor de mi vida.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Capítulo 20. Dime hasta luego y no adiós.

Pasamos el día dando tumbos por Barcelona. Entre risas y besos la ciudad se hacía cómplice de esta historia tan nuestra. Íbamos de la mano, sin miedo a que nos viesen. El único temor que había en nosotras era la despida. El echarnos de menos, el extrañar cada gesto y el empezar una cuenta atrás para volverla a besar.
Llegado el momento de tener que separarnos mi cuerpo se aferraba al suyo. Sin querer despegarme de ella ni un milímetro. Cada beso sabía más a despedida y ni yo misma sabía cuánto me dolía.
- Venga gorda que llego tarde. -Me dijo con sus ojos llenos de tristeza.
- No quiero, ni puedo despegarme de ti.
- Vamos a ser fuertes. Dos semanas se pasan volando...
- Aún no te has ido y ya te echo de menos.. -empecé a cantarle.
- Cuento las horas para vernos de nuevo... -me siguió. La besé.- Me están esperando mi amor...
- Odio las despedidas.
- Es un hasta pronto. Bésame un poquito más.
- Te doy todos los besos que voy a tener acumulados estas semanas sin ti. -dije dándole un montón de besos.
Los besos empezaban a crear fuego, la pasión empezaba a apoderarse de nuestro cuerpo.
- Esto ahora no... No puedo irme así. Con cada beso que me das siento más ganas de que me beses.
- Hasta que se desgasten mis labios te estaré besando.
Nos besábamos con deseo en mitad de la calle. Parando su sentido, aunque la gente seguía su vida. La mía se me escapaba entre mis dedos.
- Ten cuidado con el coche Vanesa. Avísame cuando llegues por favor.
- Estarás dormida, no voy a despertarte.
- ¡Qué me llames!
- Vale, vale.
Nos besamos por penúltima vez. Siempre era el penúltimo beso. Hasta que llegó el definitivo y nuestras manos agarradas iban soltándose poco a poco, dedo a dedo. Y antes de que se montará en el coche me giré y la volví a mirar.
- ¡Malú! -chillé desde la puerta de mi coche.
- ¿Qué pasa? -me contestó.
- ¡Qué te quiero!
- ¡Te quiero!
Mis dos palabras favoritas capaces de pronunciar su boca. Las palabras que me hacían sentir viva. Esas dos palabras mágicas, capaces de conseguir todo. Dos palabras que puedes llegar a amar o a odiar. Porque hay veces que pueden llegar a matar, que duele, que te hace daño. Y otras en cambio te salva de toda caída. Se convierten en tirita para mis rasguños y en el agua que limpia mis heridas. Me sana y me calma.

Llegué a Málaga y la llame. Estuvimos diciéndonos lo mucho que nos queríamos  y lo que nos echábamos de menos hasta que nos quedamos dormidas. Cada una a su lado del teléfono. Separadas por unos 600 kilómetros. Malditos números que me separan de su boca, de sus curvas peligrosas, de esos labios en los que vivo cautivada desde que los conocí. Hace casi dos años. Quién me diría mi ese Enero de 2008 que ahora sería tan suya, y esa chiquilla con brackets sería tan mía. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Capítulo 19. Tanto.

Volver a sentir sus labios con los míos. La chispa que crean el roce de nuestra piel. Mis sentidos más despiertos que nunca. Los había echado tanto de menos, la había echado tanto de menos. Quería detener el tiempo o congelar este momento. Que el mundo dejase de girar y que solo girasen nuestros cuerpos revolcándose en la cama. Que el sonido de nuestros besos fuesen lo único que se escuchase y que el susurro de nuestros "te quiero" sean las únicas palabras que sepamos pronunciar. La lentitud de sus besos quemaban, ardía en mi cuerpo. Lo había necesitado tanto que volví a llorar, pero esta vez al compás de sus besos. Eran tan perfectos. Me mataba cada vez que sonreía al besarme y las veces que mordía mi labio con ganas de devorarlo. La deseaba tanto... la quería tanto...
Pensé que me olvidaría de ella y de sus besos, sus caricias, esa forma tan suya de erizarme la piel con tan solo el roce de sus dedos... pero solo me acostumbré a vivir sin ello. Aunque hoy me di cuenta que, una vez más, con ella, me equivocaba. 
Solo he estado esperando a que volviera. 
Porque nunca dejé de quererla, si no cada día que pasaba más la necesitaba a mí lado.
Tantos pensamientos en mi cabeza, el surco de mis lágrimas, sus besos como sello.
- No puedo verte así. -dijo separando nuestros labios mientras acariciaba mi cara con ternura.- No llores más por favor...
- Es de felicidad...
- ¿Por qué?
- Porque estás aquí, a mi lado, conmigo. Volver a tenerte aquí, a tan solo un metro de mi, respirando. Te he necesitado en tantos momentos y nunca has estado.
- Shhh, ya está gorda. Estoy aquí y no me voy a ir.
- Te he echado de menos.
- Yo a ti, no te imaginas cuanto.-dijo volviéndome a besar.
Nos acomodamos en la cama, le dejé un pijama que traía de repuesto. Nos quedamos abrazadas bajo las sábanas. Sin separar nuestros cuerpos ni un milímetro. El silencio no nos molestaba, no era incómodo. Había echado de menos hasta eso. Podía escuchar su respiración sobre mí, notaba su corazón acelerando junto al mío. Nuestras manos también se habían echado de menos, les gustaba recordar como jugaban entre ellas con los dedos. El olor de su pelo, era como la primavera enlatada, podías sentir como afloraban las flores las cuatro estaciones del año. Su frescura. Sus ganas de mi. Mis ganas de estar con ella.
- ¿Y ahora qué? -le pregunté.
- ¿Qué quieres hacer?
- No lo sé ... ¿Y tú?
- Tampoco lo sé.
- Pues estamos bien...-dije en tono irónico.
- Solo sé que te quiero... Y tú a mí, ¿me quieres?
- Mucho. Pero mis dudas y tu inseguridad hace que no me atreva dar el paso.
- Dame tiempo, no puedo, ni quiero, dejarte escapar.
- Tengo toda la vida para ti.
- Te quitaré las dudas, te demostraré que te quiero de verdad.
- Y yo estaré ahí para quitar todas las inseguridades. -sonreímos las dos.
-¿Cuándo vuelves a Málaga?
- Mañana...
- Vente a mi casa.
- No puedo... tengo compromisos. Bájate conmigo.
- Tengo concierto...-el silencio se apoderó de las cuatro paredes. No queríamos separarnos.- ¿Cuándo nos volveremos a ver?
- ¿En la presentación de los premiados de Cadena Dial?
- Cierto, tengo una idea.
- ¿Cuál?
- Vente unos días antes y te quedas en mi casa. Esa semana la tengo libre.
- Me parece perfecto.
Se acomodó en la cama teniendo mi brazo como almohada. Me pidió que le contase alguna historia para poder dormir. Y yo empecé a repasar nuestra historia en modo de cuento. Hasta que su cuerpo cansado quedó dormido sobre mí. Un momento mágico. Esta noche volvía a sentir que me protegían y volví a sentir que la protegía. Estando ella entre mis brazos no le tenía miedo a nada. Ni siquiera a la muerte. Porque estando sin ella era una muerte en vida. Ella era mi luz. Quien me daba toda la felicidad. Y a su lado cualquier problema se volvía en pequeñeces. Ninguno de mis sueños le haría justicia a la realidad que vivo con ella.

Al despertarme la vi dando zancadas por la habitación.
- Un poco más tarde. -la oía hablar.- Perfecto. Hasta luego. -se giró y me vio mirándola.- Buenos días preciosa.
- Buenos días. -se subió de nuevo a la cama, acercándose a mí para besarme.- ¿Algún problema?
-Nada, se extrañaron al no verme en el hotel. Pero tengo buenas noticias.
- ¡Cuenta!
- Voy a pasar el día en Barcelona con lo más bonito de toda la península.
- ¿Con quién? -dije algo celosa.
- Contigo idiota.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 18. Habitación 1628.

No podía mantener el tipo por mucho más tiempo si ella estaba ahí. Tras mil ruegos por parte de Laurita para que me quedase tuve que explicarle el motivo por el cual no podía soportar más esta situación.
- ¿Pero quién es? -me dijo intrigada.
- Sería demasiado complicado, algún día te lo contaré. -dije mientras me despedía de ella con un abrazo.
Una vez montada en mi coche puse rumbo al hotel, para intentar conseguir que mi mente se despejase. Llegué al hotel, conforme iba acercándome a mi habitación las fotografías de nuestros recuerdos empezaron a golpearme bruscamente. Causando en mi una explosión de sentimientos. Al entrar en la habitación me tiré en la cama, mirando al techo. Queriendo dejar mi mente en blanco pero no hacía más que lamentar su ausencia. Intentando entender por qué no me había buscando. Sé que me quiere, al igual que sé que yo la quiero a ella. Pero en ese momento mi cabeza era una constante montaña rusa de emociones, quería buscar la explicación de por qué sus dudas ahora eran las mías. No podía evitar dudar, el pensar que no había tenía el valor de venir a por mí, ni siquiera llamarme, hacía que me plantease la veracidad de sus palabras. Necesitaba que sus acciones concordarán con todo lo que podía leer en su mirada. Sin darme cuenta las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas. Me abracé a la almohada, queriendo que esta pesadilla terminara. Pero teniéndola a ella a mi lado.
En ese momento alguien llamó a la puerta. Dudosa de abrir por cómo me encontraba, me levanté y me dirigí hacia ella. La abrí y ahí estaba ella. La causante de todas mis lágrimas. No dije palabra cuando ya estaba entre mis brazos. Y a pesar de todo era lo que más necesitaba en estos momentos. Sentir su tacto. Ahogar mi cara en su pelo. Y que sus dedos sean el pañuelo de mis lágrimas. Cuando quise darme cuenta ella también estaba llorando.
- Me mata verte así. -me susurró a la vez que yo me separaba.
Sin decir palabra cerré la puerta y fui a la terraza de mi habitación. Malú no me siguió en un principio. Pero al poco tiempo me colocó su chaqueta sobre mis hombros.
- Vas a coger frío. -me dijo a la vez.
- Me da igual. -le dije cortante.
- ¿Por qué lloras?
- ¿Qué haces aquí?
- Yo he preguntado primero.
- Por nada.
-Vanesa, ¿Por qué lloras?
- Porque dependo demasiado de ti. - Malú se quedó callada. - ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?
- Venir a buscarte.
- ¿Por qué?
- Porque no puedo vivir sin ti.
- ¿Por qué?
- ¿Conoces a alguien que pueda vivir sin oxígeno?
- No.
- Pues tú eres mi oxígeno. Si tú no estás me ahogo. Eres mi mundo. Y no puedo estar sin ti.
- No viniste a buscarme.
- Hoy si.
- ¿Y si es tarde?
- Mejor tarde que nunca.
- Nunca he llorado tanto por alguien Malú.
- A mí nunca me ha dolido tanto un adiós. Siempre quise pensar que era un hasta pronto.
- ¿Y lo es? Yo ya no creo en las palabras.
- Estoy aquí ¿no?
- ¿Pero por cuánto tiempo?
- Yo nunca me he ido, la que se marchó fuiste tú.
- Me fui con la esperanza de que vinieras y arriesgases por mí.
- Tenía miedo gorda..
- ¿Miedo de qué?
- De ti.
- ¿De mi?
- Sí, me haces sentirme débil y vulnerable. Solo me siento protegida si estoy entre tus brazos. Sin ti me cuesta hasta respirar, ya te lo he dicho: eres mi oxígeno.
- ¿Y por qué tendría que creerte?
- ¿Qué quieres hechos? -me dijo casi gritando.

- Sí.-y antes de terminar de pronunciarlo, se lanzó a mis labios.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Capítulo 17. Te he echado de menos.

Hace un par de días mi amigo David DeMaria me llamo para cantar con el en su concierto. ¿Y cual fue mi mayor sorpresa? Que Vanesa también estaba allí. 
El mismo día que ella se fue a Málaga recibí una carta de ella, la que todavía me faltan dos cojones para responderle. 
Al preguntar el orden del concierto para saber cuando cantaba, supe que ella era de las primeras y quise ir a darle la sorpresa y desearle suerte. Pero la sorpresa me la lleve yo al verla abrazándose y dándose muchos gestos de cariño con otra chica. ¿Habría rehecho su vida? Pues si es así no he sido tanto para ella. Y yo aquí creyéndome importante. Conforme pegue en el camerino eché a correr antes de que me vieran allí. Camino de mi camerino me encontré con el protagonista de hoy.
- Malú, ¿has visto a mi chica? Creo que estaba con Vanesa. -mierda. Y yo ya estaba echando fuego por la boca. 
- Creo que estaban en su camerino. 
- Gracias. 

Valiente subnormal soy. 
Esperé a que ella terminase de cantar y fui a buscarla. Allí estaba ella, cantando trampas. Ella y un piano, no necesita mas para que te deje embobada. Había escuchado esa canción una y otra vez. Me la sabia de memoria. Cuando escuche la frase 'de pronto una canción me lleva a ti, de nuevo hay un pellizco en este corazón.' Mi corazón dio un vuelco. Ella continuaba su canción y yo no pude evitar contener mis ganas y empecé a cantar. 
- Me da pena, saber que todo acaba..- ella no era capaz ni de girarse. Supe que me reconoció por su forma de taparse la cara con el pelo. - ni siquiera mirarnos a la cara.. - en ese momento se giró y me miro. 
Sus ojos y los míos se encontraron a la perfección. Era como si se conociesen de toda la vida. Me perdía en su mirada cada vez que sus ojos y los míos se cruzaban. Estaríamos a un par de metros y me parecía lejísimos. Fui acercándome a ella hasta que lo único que mi odio escuchase fuese su respiración. Tenía tantas ganas de besarla. Su mano seguía encajando a la perfección con mía. Habían sido hechas para estar pegadas. Se paró el mundo al volver a tenerla a mi lado. La necesidad de besarla iba en aumento. Hasta que nos separaban un par de centímetros. Y en ese momento entraron a buscarme para cantar. Maldije todo lo que pude. Me había quedado con todas las ganas. ¿Ahora como salgo a cantar yo así? 
Salí a cantar enamorada junto con David. Y cada frase era una estaca en mi cuerpo. 'Me quema el sin vivir de no tenerte.' Si yo la quiero y ella a mi. ¿Por qué soy tan estupida? 
Termine la canción y fue corriendo a retomar lo que había dejado pendiente hace unos minutos. Pero se me habían adelantado. Otra vez estaba Laura con ella, y mucha mas gente. 
- ¡¡Hombre Lula!! Que bonito ha quedado. -me dijo chenoa.
- Gracias Laurita. -le dije saludándola con un abrazo.
Entablamos conversación con tanta gente y siempre eran distintas. No había forma de coincidir. Pero nuestras miradas se buscaban. Y cada vez que se encontraban se me escapa una sonrisa tonta. Y al ver que ella me sonreía se me caía todo al suelo. Le había echado de menos, muchísimo. De pronto vi como se fue acercando a una esquina del camerino y no dudé en seguirla. 
- Has estado brillante. -me dijo al ver como me acercaba a ella.
- No tanto como tú. -sonrió tímidamente.
- ¿Cómo estás?
- Ahora mismo no puedo estar mejor. 
- ¿Por qué? 
- Porque estas aquí. 
- No me respondiste.. He estado esperando una llamada al menos..
- Vane, no.. Yo no podía.. No sabia que decirte. Ni como. Tu carta me emocionó muchísimo. -se quedó callada.- te he echado de menos.
- Haberme buscado. 
- Joder gorda. ¿No me crees? 
- Demuéstramelo. 
- ¿Y lo de antes? Lo que ha pasado en camerinos.. 
- Chicas, venir que ya casi termina el concierto. -vino Chenoa avisándonos. Hoy le iba a coger una tirria a Laurita que tela.
Terminó el concierto y felicitamos todos a David por brillar tanto esta noche. Yo fui a mi camerino a recoger las cosas para irme. Tenía pensado invitar a vane a tomar algo. Pero ya no estaba.
- Laurita, ¿has visto a Vanesa? 
- Se ha ido al hotel. 
- ¿Sabes en que hotel está?
- Si, ¿Para qué lo quieres?
- Tengo que hablar con ella.
- Así que eres tú..-dijo guiñándome un ojo.
- ¿Yo qué?
- Nada, toma la dirección. -dijo dándome una tarjeta. 
- Una ultima cosa, ¿Sabes dónde puedo comprar unos bombones? 
- Llévate una caja de las de ahí.-dijo señalando un montón de cajas acumuladas.- y vete ya que la vas a pillar dormida.
Di mil vueltas buscando el hotel. No podía estar en el mismo que yo ¿pa qué?
Entré en recepción y pregunté por su habitación. La recepcionista mas antipática no podía ser y se negaba a darme esa información, porque era privada. 
- A ver, vengo con una caja de bombones. A darle una sorpresa. ¿Tan difícil es decirme la habitación en la que está?
- Lo siento señora -encima me llama vieja.- es información privada.
- Que soy su novia coño. -mi corazón se paró en ese momento. ¿De verdad he dicho yo eso?
- Habitación 1628.-pues había funcionado.
Nunca se me hicieron tan largo dos pisos en ascensor. Iba temblando. Sentía tantísimos nervios. ¿Cómo reaccionaría? Me puse como loca buscando la habitación hasta que di con ella. Me posé sobre ella y respiré.  Pegué a la puerta esperando su respuesta. 
Se abrió la puerta y ahí estaba ella. Llorando. Las siete plantas que había sobre mi se me cayeron encima. Cada lágrima que caia por sus mejillas era como un puñal clavándose en lo más hondo de mi alma. No podía verla llorar... No podía... La abracé y empecé a llorar con ella... nada mas ver como estaba. Ahí, en ese momento, me di cuenta de lo que significaba para mi. Que era mi todo... Que si ella lloraba mi mundo se inundaba... Que si ella se derrumbaba, mi mundo se hundía. Era la que le daba sentido a todo. La respuesta a todas mis preguntas. La tirita a todas mis heridas. La claridad de toda mi oscuridad. Y yo la estaba dejando escapar.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Capítulo 16. Cada vez que estoy sin ti.

El lanzamiento de mi disco fue mejor de lo esperado. En las firmas la gente me contaba su opinión. Me encantaba pasar un rato con ellos. La gente que me seguía desde mis principios parecía contenta con el resultado. A mi familia el disco le había encantado, sobretodo la canción que le compuse a mi abuela.
Había sido tal la aceptación que los premios dial contaban conmigo este año para estar entre los premiados.
Para mí era gratificante tal resultado ya que había puesto serio ímpetu en este trabajo. Iba a ser una gira de teatros, esa idea me fascinaba.
Mis pasos eran firmes a la hora de entrar al palau de la música donde iba a cantar junto mi amigo David. Grababa un DVD y quiso contar conmigo. Había más amigos de profesión. Entre ellos, mi gran amiga Laurita. Conocida como Chenoa.
 Terminando de prepararme entró en mi camerino para saludarme.
- ¡Vanesaaaaa!
- ¡Lauritaaaa! -dije entre sus brazos.
- Que ganas de verte tenía, se me ha hecho eterna la espera. 
- A mi también.. Oye, te he traído una cosita.
- ¿El qué? 
- Mi nuevo disco -dije sacándolo del bolso- firmadito y todo.
- ¡Que ganas de escucharlo! Muchas gracias Vane. 
- A ti. 
- Vaya, mira que es casualidad que haya un piano en el camerino de la mejor compositora española. ¿No crees?
- Las casualidades no existes Laurita..
- Por eso mismo, me tienes que tocar algún tema ya. Estoy ansiosa.
- Esta bien, pero mejor después que canto de las primeras.
- Cierto, luego te busco. Voy a prepararme. -dijo mientras nos fundíamos en un largo abrazo. Un ruido tras la puerta nos hizo romperlo, pero al abrir no había nadie. 
Comencé a prepararme vocalmente, en unos minutos saldría a cantar junto con David el tema 'cada vez que estoy sin ti.' Un tema precioso, en el que ahora mismo me tocaba bastante la fibra. 
Y ahí estaba yo, cantando ante miles de personas. Intentando no emocionarme ante tal letra. Mantuve el tipo y supe tragar saliva. David estaba muy cómplice conmigo, incluso dimos un toque de humor al final de la actuación. 
Entré a mi camerino y me puse a tocar ni nuevo tema, trampas. Tenía ganas de desahogarme. Mis letras me servían de psicólogo, una forma de desahogo. 
 'Después de aquello nada más se supo.
 Después de tanto como me gustaba.
 Pero hay momentos en que tal vez no es el tiempo de arriesgar porque hay heridas que cerrar en tu interior.
 De pronto una canción me lleva a ti, de nuevo hay un pellizco en este corazón.
 Y yo, y yo sigo con mis trampas en la cama, echándome agua a la cara cada vez que oigo tu nombre.
Me da pena, tenerte y no tenerte. Me da pena porque te busco entre la gente. '
En ese momento pude escuchar a alguien continuar mi canción. Cantaba desde la entrada a mi camerino. Se sabía a la perfección la letra y el tono. Pude reconocer perfectamente quien era. Reconocería su voz y su olor a kilómetros de distancia. Era inconfundible para mí.  Mis nervios apoderaban cada poro de mi piel. Mi voz comenzaba a temblar, y todavía ni la había visto. Me giré lentamente hasta que pude verla apoyada en el marco de la puerta. Su silueta seguía tan perfecta como siempre. Su mirada me contaba todo lo que se ha callado en este tiempo de ausencia. Ausencia física, porque en lo que a recuerdo se refiere siempre iba conmigo. Cada momento vivido era un continuo tráiler en mi cabeza. Sus pasos iban acortando la poca distancia que nos separaba, conforme avanzaba la canción ella se acercaba. Mis músculos no respondían y mis sentidos estaban totalmente concentrados en ella. Estaba sentada junto a mí en la banqueta. Mirándonos fijamente, sin poder controlar la inercia de mis ojos a su boca. Encontrarme en el reflejo de su mirada me hizo recordar todo aquello que había creído olvidar. Pero me equivocaba, no lo había olvidado. Seguía ahí. Y ahora más vivo que nunca. Su blanca piel iluminaba mis ganas de contarle con mis manos lo mucho que la he necesitado. Y el brillo de sus ojos al encontrarse con los míos se hacían cómplices de este delirio. Moría por rozar de nuevo sus labios, por recordar el sabor de sus besos. Y transportarme a ese universo que la fuerza de nuestros besos habían creado en el que únicamente existíamos nosotras dos. De repente sus cálidas manos rozaron las mías, piel con piel, cogiéndolas y acomodándolas entre las suyas para que dejase de tocar el piano y empezase a concentrarme en el deseo que despertaba. El roce de nuestros tejidos creaba una explosión de emociones y recuerdos. Nos teletransportó a esas noches de pasión en las que dejábamos de ser dos para convertirnos en una. Ardía en deseos de rememorar todo lo que habíamos perdido. Y sus ganas también eran notorias. Fuimos acortando la distancia de su boca a la mía, tanto que casi podía rozar sus labios. En ese momento la puerta se abrió de un portazo.
- Malú, tienes que salir a cantar ya. -le dijo uno de los organizadores.
Se acercó a mi oído y me susurró:

- Esto no acaba aquí, te busco luego. No sabes cuánto te he echado de menos.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Capítulo 15. La carta.

Mis ojos no daban crédito a lo que estaban leyendo, y las lágrimas que caían una tras otra hablaban por mí. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? Hace unos meses era todo perfecto, me despertaba cada día a su lado, sus labios eran el mejor de los desayunos, mis tatuajes favoritos era el de sus manos en mis piernas, la frescura de su pelo con olor a eterna primavera, la forma de verme en sus ojos y que en su mirada reflejase el brillo de mi hogar, encontrar entre sus brazos la protección y el calor que siempre había buscado, me sentía más viva que nunca, y ahora en lugar de tenerla a ella rodeando mi cintura, tenía delante una carta de despedida. En la que quebrantó todos mis miedos haciéndolos pedazos. Ni yo misma sé a ciencia cierta lo que siento ahora mismo. Es una batalla entre lo que quiero y lo que debo, y lo peor es que no sé quien quiero que gane a quién. Nunca me había dolido tanto la ausencia de alguien, el hueco que deja una persona al marcharse. La falta de su piel en mi piel debajo de las sábanas. El echar de menos con contrato indefinido por no saber si volverá, el saber de ti desde lejos y la duda de si debo hablar de ti en presente, pasado o futuro. 

Pero la quiero. Así de simple. No sé cómo, ni por qué. Pero sé que cuando me encarcela entre sus piernas me siento más libre que nunca. Cuando me besa siento que hasta el aire que queda entre nuestros labios sobra. Cuando la veo mirar por la ventana de buena mañana sé que tengo las vistas al mejor paisaje de la ciudad. Cuando la veo concentrada entre sus cosas siento que ninguna canción sería capaz de plasmar la poesía que tienen sus labios. Que mi propia constelación sea las marcas de sus lunares. Matar el tiempo descubriendo lo que sueña y lo que no contemplándola dormir y sentir que es mi ángel de la guarda. Pero tengo miedo. A pesar de sentir todo lo que siento, tengo dudas. Si realmente fuera amor, ¿no lo habría dejado todo por ella? ¿No habría intentado detenerla cuando se fue? ¿Debería haberla llamado? Sé que la quiero. La quiero de saber que es mi otra mitad. La quiero de necesitar su risa, sus besos y sus abrazos. La quiero de que sea ella quien me haga el amor. Pero realmente, ¿la quiero tanto como para arriesgarme a lo que pueda venir? Quizás, estar preguntándome si quiero a alguien ya es una respuesta. El amor tiene hueco para todo...menos para las dudas.

Pero también es verdad que nunca creí en el destino, hasta que apareció ella. Tal vez un día nos vuelva a pasar lo de encontrarnos de nuevo y si no pasa seré yo quien marque nuestro destino. 

Capítulo 14. Si me olvidas..


Me desperté por la mañana y de lo único que tenía ganas era de volver a dormirme. Mi cabeza no dejó de dar vueltas durante toda la noche a esa carta que le dejé. La repasé mentalmente infinitas veces, sabía de memoria cada palabra escrita en ella, pero lo único que no sabía a ciencia cierta era cómo iba a reaccionar ella. Hubiera preferido coger sus manos en lugar de ese bolígrafo, y decirle lo mucho que la necesitaba, pero con ella, me sentía tan incapaz de hacerlo... Probablemente no entienda por qué lo he hecho así. Por qué le dejo escrito esas palabras y me despido sin darle la oportunidad de que me diga que me quede, pero sé que no hubiera sido capaz de soportar ese momento. 

Iban pasando los meses, el verano y mi vida seguía igual. Estaba bien, contenta, la producción de mi disco estaba siendo bastante productiva. El uso de cuerdas para muchos de mis temas me encantaban como quedaban. Había tenido la posibilidad  de descubrir nuevas cosas y conocer mas de Milán, aunque me pasaba los días en el aeropuerto de Malpensa para volver a Málaga. En estos momentos tenía todo lo que quería o necesitaba. Bueno todo todo no, casi todo. Me faltaba  una única cosa, una única persona. Era ella. O quizás me sobraba su recuerdo... Si la olvidase, quizás no tendría tantos altibajos y dejaría de estar en una constante montaña rusa de emociones. Pero a pesar de no verla, de no hablarnos, yo la necesitaba. Y sabía por certeza propia que ella era para mi pero que nos encontramos en el momento equivocado. Por desgracia, a mi no me quedaba otra que resignarme y tirar para delante. Con o sin ella. ¿Estará bien? ¿Me echará de menos? ¿Pensará en mi? El momento de inspiración llegó en ese momento aparcando a un lado el jaleo de mis pensamientos y expresándome en una canción. 'Llevo la maleta cargada de libros para no pensarte. Que dicen que cuando te observas realmente no es lo que te sale. Necesito sudarte como se suda un día de verano, como el abrigo que llega a agobiarte cuando no consigues desabrocharlo. Si me olvidas vivirás tranquilo, no habrá planes ni proyecciones. Si me olvidas no habrá remolinos, ni altibajos de emociones. Porque el momento de encontrarnos llego en plena tormenta. Y aunque mis velas te buscaban mi dirección estaba quieta.'
- Los viajeros con destino a Malpensa, Milán -me interrumpió una voz por los altavoces.- el embarque se producirá en unos minutos. Disculpen las molestias. 
Gracias a Dios, mi vuelo se retomaba. Como no era de extrañar, Iberia siempre tenía retrasos. Aunque en esta ocasión me había servido para componer una canción. Quedaban muy pocas canciones por grabar y moría de ganas por enseñar esta. Quería que este tema estuviese en el disco. 
Nada mas aterrizar en Malpensa sonó mi móvil. No, no era Malú. Era mi gran amigo David DeMaría. 
- David, amigo ¿cómo estás? Oye estoy en Malpensa, te va a salir carilla la llamada. -le dije con tono burlón.
- No me importa -dijo riéndose.- Seré breve. Te quería comentar una cosilla. 
- Soy toda oídos.
- En diciembre grabo un DVD en el Palau y me gustaría contar contigo para cantar algún tema mío. 
- Ay por mi encantada. Pero estaré en plena promoción del disco. No sé por donde andaré.
- Está ya todo hablado. Y tienes un huequito para tu amigo. Así que aquí te espero. Por cierto, tengo ganas de escuchar tu siguiente disco.
- Serás de los primeros en tenerlo. Te lo aseguro. 
- Qué me gusta oír eso. 
- David, tengo que colgar. Allí me tendrás en diciembre si dios quiere.
- ¡Oye! -dijo antes de cortar.- que de aquí a diciembre quedan cuatro meses, digo yo que nos podemos ver antes ¿no?
- No lo dudes amigo. Cuando vuelva te llamo. Un beso.
- Hasta luego Vanesa. Cuídate por allí. -dijo despidiéndose..

Entre por las puertas del estudio con el tema nuevo. Necesitaba que lo escuchasen, necesitaba esa canción en mi disco. Cogí la primera guitarra que vi y la empecé a tocar, cuando los acordes se convirtieron en emoción fue la señal de que había acertado con la canción. Hicimos unos arreglos y quedó grabada para siempre en este formato. 

martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 13. Dieciocho minutos.

Como suponía no iba a ser fácil contárselo. A cada palabra que decía menos gesticulaba, empezaba a tener realmente miedo. No sabía bien cual sería su reacción, si le daría igual, si enfurecería, si me pegaría. No tenía ni idea. 
- Es increíble Vanesa.. -me dijo agachando la cabeza..
- Lo siento..
- ¿Sabías todo esto desde un principio y has permitido que me enganche? 
- No sabía que te ibas a enganchar tanto, que nos íbamos a enganchar tanto.
- Joder, ¿ahora eres tonta o qué?
- No me digas eso..
- A ver Vane, es de cajón que si me gustas y estando como estamos nos íbamos a acabar enganchando. No hay que ser muy listo para saberlo...
- Puedo subir a Madrid cada vez que quieras gorda...
- No me llames gorda que estoy enfadada.
- Malú. -rectifiqué.
- No es que vengas a Madrid o yo baje a Málaga. Somos amigas, no novias. No tenemos porque debernos eso de juntarnos cada equis tiempo. Aquí en Madrid lo hemos hecho porque vivíamos las dos en la misma ciudad. Y esto que tenemos, que sepa Dios como se llama, es mucho más fácil mantenerlo. Y no es que vengas a Madrid, es que no te voy a tener aquí. Además te vas a Malpensa a grabar el disco y eso no son 600 kilómetros, si no más. ¿Qué hago yo cuando te eche de menos? Ya no puedo plantarme en tu casa que me pilla a 15 minutos como mucho. Yo no creo en las relaciones a distancia, y esto ni es una relación. ¿Quieres decir algo o te vas a quedar callada toda la noche? 
- Es que no puedo decir nada, veo que tu tienes todo muy claro. 
- Podemos intentar ser amigas. 
- Malú, yo no puedo ser amiga de alguien a la que cada vez que veo se me para el mundo.
- No me digas eso Vane.. -empezó a llorar conmigo.
- Es verdad, hemos vivido unos 4 meses maravillosos. Y yo no los puedo olvidar en dieciocho minutos. No puedo olvidarte en dieciocho minutos. 
- Ha sido muy bonito Vane, yo no cierro tu puerta. Pero ahora mismo no podemos hacer nada. 
- ¿Te puedo besar por última vez? -le pregunté llorando. 
- Ven aquí anda. -dijo abrazándome y poniéndome en su pecho.- ¿sabes una cosa? Eres lo mejor que he conocido, de verdad. Prométeme que no vas a cambiar ni un matiz. 
- Te lo prometo. ¿Te puedo pedir que me prometas tu también algo?
- Depende de lo que me pidas. -se rió a la vez que lo decía. Y por primera vez su sonrisa me hizo daño. Daño porque se me escapaba.
- Quiero que me prometas que nunca vas a olvidar esto, que no me vas a olvidar. 
- Te lo prometo. - me besó al decirme esto último. 

Malú no quiso quedarse a cenar, decidió que era lo mejor para las dos. Se despidió y me deseó buena suerte para el disco. 
No me apetecía ni cenar, así que me acosté y ya mañana sería otro día.
En esos días estuve ultimando mi maleta para que no me faltase nada. Y llegado mi día de partida antes de irme a Málaga sentí un impulso grandísimo de ir a verla. Y eso hice. Me planté en la puerta pero no contestaba nadie, así que le escribí una carta para dejársela en el buzón. 

La carta decía : 
Malú, mi querida Malú. 
He venido a despedirme pero no estabas. He sentido el impulso de verte y no pude controlarme. Llevo 4 días sin ti y no sabes lo mucho que te echo de menos. No sabía bien que te iba a decir, ni como, ni si me iba a atrever a decírtelo todo. Te quiero agradecer cada momento vivido, todo lo que has hecho por mi. Te debo tantísimo. Gracias por creer en mi más que yo. Gracias por cada palabra y por esos consejos que absorbo en modo esponja. Gracias por darle color a mis días y esa luminosidad a todos nuestros momentos. Nunca he encontrado a alguien como tu y ahora que te encontré te he tenido que dejar escapar. Quiero explicarte el por qué no te dije nada de que me volvía a vivir a Málaga. Por lo que ya te he dicho tantas veces. He sentido en cada momento vivido juntas que eras tú la persona que me tienen preparada, aunque no hayamos sabido aprovecharlo. Me daba pánico perderte porque nadie me ha aportado tanta felicidad. Y tu con tan solo mirarme me llenabas. Quiero pensar que este no es nuestro momento y que el destino nos volverá a unir. Porque no puede terminar algo que ni ha empezado. Te quiero. Te quiero muchísimo. Y estaré esperándote hasta que quieras intentarlo. O hasta que el destino diga que es nuestro momento. Nos vemos cuando el camino decida que volvamos a coincidir. Me has marcado mucho y estas marcas invisibles en mi piel solo tú las puedes curar. Hasta entonces Malú.
Te quiero.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Capítulo 12. Que bueno nacer valiente.

La luz del sol entraba como podía entre las pequeñas líneas de la persiana medio echada. Abrí los ojos lentamente, frotándome con las manos. Me giré y ella no estaba. Alcé la vista y no la veía.
Hasta que me incorporé y vi sus botas donde yo las había dejado. Abrí la puerta del cuarto y olía a tostadas recién hechas. Entré en la cocina y allí estaba ella. Preparando el desayuno, tan guapa como siempre.
- Buenos días, marmotilla. -dijo al verme entrar.
- ¿Y esto? - Había ido a comprar pan, fruta y queso fresco.
- Hoy nos espera un día largo, hay que coger fuerzas desde primera hora.
En la mesa de la cocina había dos vasos de zumo de naranja, un plato con tostadas, tajadas de queso fresco, aceite de oliva y un par de piezas de fruta.
- Ni en los mejores hoteles. - le di un pequeño beso de buenos días.- Gracias.
- Quiero otro. -dijo tirando de mi camiseta hacía ella.
- ¿Otro qué?
- Otro beso. -dijo besándome.- otro, otro, otro y otro.
- Cariñosa estas hoy gorda.
- Son las ganas que te tengo. -su mirada me traspasó en ese momento.
Desayunamos tranquilamente y recogimos todo. Pusimos la radio de fondo, con música el día siempre empezaba mucho mejor. Malú cantaba hoy cerca de Madrid y me iba a pasar el día con ella. Aunque más aburrida que yo no se podía estar, porque los días de concierto hablaba muy poco. Y conforme pasaban las horas y más cerca estaba el concierto, menos hablaba. Casi tengo que pedir la comida yo por ella.
Me presentó a todo el equipo desde los que montaban el escenario a los que se subían encima de él. Rubén, su pianista, y su hermano, José, eran los más cariñosos conmigo. También había tenido la ocasión de hablar más con ellos la otra vez. Malú hizo la prueba de sonido y se metió en chapa y pintura. Quedarían unos 20 minutos para empezar el concierto, ella ya preparada de sobra, pidió a todo el equipo que la dejaran sola, que quería silencio y concentración para el show.
- ¿A dónde vas tú? -dijo tirando de mi chaqueta al ver que me iba con el resto del equipo.
- ¿No has dicho que querías estar sola para concentrarte?
- Sí, pero contigo cerca.
Me quedé con ella en el camerino, viendo como hacía algunos ejercicios vocales y gesticulaba ante el espejo.
- 10 MINUTOS. -se escuchó desde fuera.
Malú se acercó a mí y me levantó de mi asiento. Y empezó a besarme  apasionadamente. Apretando sus labios fuertemente con los míos. Sus manos en mi cara para que no pudiese escapar de mi delirio preferido.
- Gorda, que está a punto de empezar el concierto. -dije entre sus besos.
- Lo sé, pero yo no aguanto dos horas sin besarte.
- Te quedan 8 minutos de silencio, no hables.
- Por eso te beso, para decirte con besos lo que con palabras no puedo.
- Eres tan bonita. - dije empujándola contra mí.Apuramos hasta el último minuto antes de que ella saliese.
Y allí estaba ella, dándolo todo como siempre. Entregándose a su público. Contando historias cantando y sintiendo lo que cantaba.
Y ahí estaba yo, en un lado del escenario. Donde están los monitores de sonido. Ella miraba cada vez que le era posible, regalándome alguna que otra sonrisa.
La gente se entregaba totalmente a ella, daba todo con ella. Incluso había momentos en los que podías escuchar más al público que a Malú.
Me encantaba su forma de contonearse en el escenario, su forma de hacerlo todo tan perfecto, tan bonito. La forma que tiene de transmitirte una historia sin que tú misma la hayas vivido. Tenía algo mágico. Inexplicable.
Terminó el concierto con su tema 'Como una flor' que lo cantó mirándome de reojo.
Y cuando los músicos estaban terminando de tocar la canción, antes de que se encendieran todas las luces fui a buscarla a camerinos.
- ¡¡¡¡BUAAAH QUE SUBIDÓN!!!! -se la escuchaba chillar desde fuera.
- ¿Se puede? -dije pegando a la puerta de su camerino.
- Pasa Vanesa -dijo su madre, que no me había acordado que venía.
- Ha sido un conciertazo, amiga. -dije abrazando a Malú.
Entraba gente sin parar en el camerino, hasta que ella se dispuso a cambiarse y como estaba su madre tuve que salir yo también. Aprovechando así para entablar conversación con la madre de mi felicidad. Ella preguntaba y yo contestaba. Muy simpática Pepi, incluso me preguntó por mis padres, como llevaban eso de tenerme tan lejos.
Malú seguía recibiendo gente, era tal la cantidad de gente que tenía que recibir que resultaba agobiante.
Yo salí en mi coche y ella en el suyo oficial para saludar a sus fans.
- 'Te espero en mi casa, ten cuidado.' -recibí en un mensaje de texto. Así que puse rumbo hacía Majadahonda.
Llegó antes de lo que pensaba y estaba esperándome en la puerta.
- ¿Qué haces aquí con el frío que hace?
- Esperarte.
Empezamos un intercambio de besos, parecía que competíamos por ver quién besaba con más ganas. Nos íbamos empujando contra la pared, la una a la otra, en lo que subíamos a su cuarto.
Apoyadas en la puerta de su habitación nos fuimos quitando de todo lo que nos sobraba hasta quedarnos completamente desnudas. Piel con piel.  Dando rienda suelta a nuestra pasión, a nuestras ganas contenidas, al deseo de querernos. Clavando caricias y besos por todo su cuerpo. Sus juguetones dedos se colaban por los huecos prohibidos de mi cuerpo. Sitios que ella empezaba a conocer bastante bien. Sabía la fuerza y la forma perfecta, parecía que me conociese de toda la vida. Pocas personas han sabido tocarme como ella, por no decir ninguna.
Entre el placer gritado en silencio y sus tirones de pelo fuimos llegando a la cama para continuar con el baile de nuestros dos cuerpos. Su cadera y la mía bailaban pegadas separándose lo justo para coger fuerzas. Se mordía el labio inferior a la vez que apretaba mis manos con las suyas hasta irnos juntas.
- Te quiero. -me dijo desplomándose en mí.
- Te quiero mucho. -le dije ahogándome con ella.
Esa noche dormimos muy plácidamente, habíamos acabado agotadas. Y mi cabeza no hacía más que buscar el momento para ser valiente. Pero me faltaban dos cojones para hacerlo. Cada segundo que pasaba con ella, más miedo tenía que decírselo.
Por la mañana cogí mis cosas, me vestí y me fui para mi casa. Dejándole una nota explicándole que tenía cosas que hacer que a la noche nos veríamos. No tenía nada que hacer, era mentira. Necesitaba pensar como se lo iba a decir. Esta semana que entra me iba ya a Málaga y ella sin saberlo. Verás la que me va a caer. No me quedaba otra que ser valiente. Así que decidí llamarla.
- Hola Vane, ¿Ya me echas de menos? -me dijo al contestar mi llamada.
- ¿Te puedes venir sobre las 8 a cenar a mi casa? -le pregunté ignorando su anterior pregunta.
- Claro, ¿Estás bien?
- Sí. -dije con bastante sequedad.
- Vane, ¿Qué pasa? -preguntó preocupada.
- Tengo que contarte algo que no sé si te va a gustar y me da miedo.
- ¿Hay otra verdad?
- Nono. De verdad que no es nada de eso..
- Voy para tu casa.
- ¿Ahora?
- Si, no puedo esperar a esta noche.
A los 20 minutos ya estaba pegando en el timbre, subió y me saludó con dos besos.
- ¿Puedes besarme? Por favor.. -le pedí casi llorando.
- ¿Te has cansado ya de este juego verdad? ¿Te has cansado de mi?
- Para nada, no te adelante por favor. - me abrazó, ella tenía miedo y yo también. Ninguna podía corresponder con un beso a la otra. Pero mis ganas y el pánico de pensar que sería el último hizo que no me aguantase y la besase muy lentamente. Sin darme cuenta que empezó a caer una lágrima por mi rostro. - Siéntate, anda. ¿Quieres algo?
- Quiero que me digas que coño pasa, ya.

- A ver.. por donde empiezo.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Capítulo 11. El regreso

Lo bueno siempre termina acabando, y nuestra escapada a Málaga llegaba a su fin. Teníamos que volver, Malú seguía dando conciertos. Ella iba dando pequeñas cabezadas en lo que llegábamos a Madrid. Habían sido unos cuatro días agotadores, pero maravillosos. Para mí, inolvidables. Dormir, dormimos bien poco, por ello no quise despertarla y dejar que descasase. Aunque se levantase cada cuarenta y cinco minutos para preguntar si estábamos llegando. No podía evitar mirarla. Contemplarla durmiendo. Es tan sumamente bonita que nunca sabría describirlo. Llena de imperfecciones, como todo el mundo supongo, pero para mí era perfecta. No sé que tiene pero hace que sienta que es ella. No hemos compartido muchos momentos, aunque los vividos son ya varios, pero cada día tengo más claro que quiero estar con ella para toda la vida. Fuese de la forma que fuese. Miraba hacia mi derecha y me daba pánico no volver a verla ahí. Que se esfumase de mi vida, que dejase de ser esta parte tan esencial de mi. Dejar de recibir mensajes de texto en mitad de la madrugada y que su voz fuese la última melodía que escuchase todas las noches antes de irme a dormir. Que mi abrigo de piel favorito dejase de abrigarme porque sus abrazos ya no estén. El eco de su risa por mi mente. El roce de nuestras manos debajo de las sábanas. La búsqueda continua de nuestros pies en la cama. El notar que a mitad de la noche su brazo rodee mi cintura. La forma que tiene de besar mi pelo, de acurrucarse en mi cuello. Su forma de hacerme el amor. El que me hable cantando. Que hable del amor como quien nunca se ha enamorado, como el que nunca ha logrado alcanzarlo. Sus buenos días, sus buenas noches. Sus arrebatos de pasión en mitad del salón. Tantas cosas, que si me faltan me sentiría incompleta. Como me he sentido tanto tiempo atrás, porque ella ha sido la pieza del puzle que lo completa. Es la que me completa. Quien hace que me sienta completa.
Ya estaba entrando en la comunidad de Madrid, y Malú seguía durmiendo. Me daba cosa despertarla, así que la lleve a mi casa.
- Gorda, despierta, ya estamos en casa. -ni se inmuto.
Como no movió ni un solo músculo de su cuerpo decidí meter el coche en el garaje y llevarla en brazos hasta la cama. Esquivando cada marco de la puerta para que no se diese con ellos. La tumbé sobre mi cama y bajé a cerrar el coche y coger las maletas. Cuando llegué seguía en la misma posición. Le quite sus botas, los pantalones y la camiseta. Su cuerpo era mío totalmente y a mí me encantaba tenerla a mí son. Le quité el sujetador y le puse el pijama. La metí en la cama bien arropada. Me asomé al balcón y respire el aire de Madrid. Olor a ciudad, a prisas, a caravanas y a coches. Me tome un vaso de agua y me metí en la cama con ella.
Nada más meterme me buscó y se arropó en mi.
- Gracias. -me susurró en sueños.
- Buenas noches cielo. -le dije besándola.
- Contigo siempre lo son. -me dijo apretándome hacia ella.