La estoy llamando, porque la necesito.
Hay algo en su voz que me hace sentir como si estuviera aquí
a mi lado, como si hubiésemos roto la puta distancia que nos separa, como si
siempre me acompañara. El sonido de sus cuerdas vocales me sostienen en las
cuerdas de mi vida, que ahora empezaba a formar parte de la suya. Su vida era
mía y la mía, suya. Cada conversación me transportaba, hacía que no pesasen
tanto los días en los que no nos abrazábamos. Su llamada antes de dormir me
enlazaba al mejor de los sueños y sus buenos días en forma de llamada era el
motivo por el cual me levantaba con una sonrisa todos los días.
Aunque no la vea, la siento aquí.
- Buenos días cielo, ¿Qué planes hay para hoy? -me dijo como
cada mañana.
- Buenos días amor, pues más de lo mismo. Familia y preparar
las cosas que en dos días nos vemos cariño.
- Al fin, que largo se me ha hecho..
- Y a mí.. ¿Y tú? ¿Qué tienes hoy?
- Hoy tengo programa de radio, pero de noche.
- ¿Ah sí? Dime cual y hora para sintonizarla.
- Cadena dial, un programa especial con Rafa Cano. Saldré en
antena sobre las diez.
- Estaré atenta.
- Te quiero.
- ¿Estás con la regla?
- No idiota. Te echo de menos y quiero tenerte aquí ya.
- Falta muy poquito pequeña...
- No me llames pequeña...
-¿Por qué?
- Porque me encanta.
Estuvimos como unos cinco minutos contándonos las ganas que
teníamos de vernos y robándole tiempo a nuestra distancia. Y sumando los te
quiero a los te echo de menos. Tras colgar mi cabeza se volvió loca, dejándose
llevar por mi corazón que era bastante impulsivo.
Cogí una maleta y eché bastante ropa. Deje una nota a mi
madre explicándole mi partida anticipada y fui a la pastelería de la esquina de
mi casa a comprar una bandeja pequeña de pasteles. Me dirigí a casa de mi amiga
Vito.
- Hombre Vane, ¿Cómo estás? -dijo dándome dos besos al
verme.
- Muy bien, ¿Y tú?
- Bien. ¿Pasteles? ¿Qué quieres ponerme gorda?
- Es para pedirte disculpas...
- ¿Por qué?
- Me tengo que subir a Madrid, y no puedo ir a la comida de
mañana.
- ¿Pasa algo?
- Nada, imprevistos de última hora.
- Bueno no pasa nada, ¿Te quedas a comer para compensar?
Venga anda...
- Vale, pero me voy después de comer justo eh, que me
esperan cinco largas horas.
Hablamos de todo, cotilleos del barrio y noticias nuevas.
Vito para mí era fundamental, éramos como uña y carne. Pero tampoco podía
contarle nada porque no había nada serio. Formalizado mejor dicho, porque era
lo más serio que había descubierto. Y eso que todavía no era nada mío aunque
sentía que me debía plenamente a ella.
Iba en el coche cantando cada canción que salía para calmar
y aflojar los nervios que afloraban por mi piel. Me había dado una locura e iba
a ir a darle una sorpresa, me iba a plantar en la radio. ¿Quién no ha hecho
alguna locura por amor?
Todo el mundo alguna vez ha cometido alguna locura y más si
es por amor. Quien quiere de verdad hace posibles lo imposibles, le baja la
luna si hace falta para que camine sobre ella. Por amor haría cualquier cosa si
su nombre fuese el culpable de mi impulso. Cuatro letras capitanas del barco
que el único rumbo que tiene es el suyo. La culpable de que todos los días sean
verano. Un cuerpo de metro sesenta y tres capaz de dominar cada poro de mi
piel. Puro instinto, puro sentimiento, pura piel que me haga cruzar cualquier
línea que me separe de ella. Aunque me lleve al cielo o al infierno, pierda o
gane, me mate o me haga renacer.
Entre que llegaba a Madrid, buscaba el sitio y encontraba
aparcamiento, llegué con la hora justa. El programa ya había comenzado. Tuve
suerte porque el guardia de la puerta me conocía y me dejó pasar sin problema.
Pregunté donde estaba su cabina para que me dejaran entrar en la sala detrás
del cristal.
Nada más entrar ahí estaba ella, tan guapa como siempre. El brillo
de sus ojos me iluminó. Saludé al poco equipo allí presente sin querer armar
mucho revuelo. Pero inevitablemente el presentador, Rafa Cano, se dio cuenta de
mi presencia. Y acto seguido ella. Se le iluminó la cara por completo,
reluciendo en ella su preciosa sonrisa.
- Bueno Malú, cuéntanos. ¿Cómo está tú corazón? -le preguntó
Rafa Cano con intención.
- Mi corazón está bien, está sano, y muy feliz. Y bien
cuidado. -dijo mirándome a lo que Rafa siguió su mirada hacia mí.
- Pues dicho esto, ¿Qué canción te apetece poner?
- ¿Mía o de cualquiera?
- La que te apetezca.
- Pues mira, Trampas de Vanesa Martín. Que es una artista
que lleva poco tiempo en la música y se está haciendo un hueco. Tiene una
manera de componer increíble y es muy especial. -me quedé muerta al escuchar
sus palabras, no pude evitar contestarle con la mayor de mis sonrisas.
Nada más empezar a sonar mi canción salió disparada, y al
ver su impulso salí con ella al pasillo.
- ¿Qué haces aquí gorda? -me dijo con su mayor sonrisa.
- ¡Sorpresa! -dije devolviendo la sonrisa.
- Te como.
- ¿Aquí?
- Aquí y en cualquier sitio. -y se lanzó a mis brazos.
Besándome con todas las ganas que habíamos tenido estos días
atrás. Marcando sus pasos camino del baño mientras ella tiraba de mi camiseta.
- Malú, ¿Qué haces? -pregunté.
- Te tengo demasiadas ganas como para aguantarme más.
- Nos pueden pillar...
- Me da igual. Necesito tu cuerpo. -dijo volviendo a mis
labios.
En ese momento se escuchó entrar a alguien.
- ¿Alguien ha visto a Malú? Tiene en salir en un minuto.
Volvemos al aire. -pude reconocer la voz de Rafa Cano.
- Gorda, venga. Hay que ser profesional. - le susurré.-
Guárdate todas las ganas para esta noche. No te pienso dejar dormir.
- Te voy a comer entera. -dijo despidiéndose y mordiendo mi
labio, casi me lo arranca de cuajo haciéndolo sangrar.
Malú continuó con su entrevista en lo que nos lanzábamos
miradas cómplices.
Una vez acabada la entrevista, la esperé en la calle
mientras ella se despedía del equipo. Quería evitar las preguntas de Rafa.
Me escondí detrás de una furgoneta al ver que salía. No me
veía, me buscaba con la mirada. Hasta que llegué y le abracé por detrás.
Rodeado su pequeño cuerpo con mis brazos. Dejando unos cálidos besos en su frio
cuello.
- ¿A quién buscas? -le susurré al oido.
- Al amor de mi vida.