Pasaron los meses con total normalidad, dando conciertos y haciéndome conocer por varias cadenas televisivas. Hasta que un día llego un compañero mío de la compañía y estuvimos hablando sobre los artistas más destacados del panorama musical español, y como no, entre ellos estaba Malú. Si, la arisca. Prácticamente la comida se basó en ella.
- Oye, pues este sábado canta en el palacio de los deportes de Madrid. ¿Vamos?
- No sé si tengo compromisos..
- No tienes. No seas mentirosa Vanesa que nos conocemos. ¿Te da vergüenza?- me pregunto mirando fijamente mis ojos.
- Joe, es que no se si le caí bien. Es un poco arisca, no me da muy buena impresión..
- Apariencias. Venga vamos, que luego podemos entrar a camerinos y la conoces un poco más.-dijo insistiendo.
- Pero.. ¿y si le caí mal?¿Y si le di mala impresión?.
- Que no tonta, ya verás como no. Si es un encanto, cuando quiere.
- Cuando quiere tu lo has dicho..-dije en voz baja.
- Venga vamos por fi, por fi. No hay mejor compañía que tu. Además yo se que a ti te gusta. -abrí los ojos como platos al escuchar esas palabras.- su música. -añadió.
- Ay Juanlu que pesado eres, voy pero por no escucharte más.
Se puso a dar saltitos discretos y palmadas. Sacó de su billetera un par de entradas.
- Toma, la tuya. -dijo dándome una entrada para dicho concierto.- ¿O prefieres que la guarde yo?
- Pero..¿Cómo coño tienes ya las entradas?
- Sabía que vendrías conmigo.
- Te lo tienes muy creído. amigo.- cogí finalmente la entrada.
- A Juan Luis no se le resiste nada, ni nadie.-dijo guiñándome un ojo.
- Bueno eso está por comprobar.
- Disculpa, pero me tengo que ir. Nos vemos el sábado, vamos hablando ¿vale?.-se levanto corriendo al escuchar el sonido de su móvil.
Y si, me tocó pagar a mí. Que caballerosos son los hombres en Madrid.
La semana pasó volando, sin darme cuenta ya era sábado. Y menos mal que Juanlu era tan pesado que no paraba de recordarme que teníamos concierto, porque a mi seguro que se me habría olvidado. Soy demasiado despistada.
- ¿Y ahora que me pongo yo? -empezaba lo más duro de una mujer. Nuestro dilema diario. La ropa. Saber que ponernos era un reto que muy pocas mujeres superaban sin estresarse.- ¿Esto? No, demasiado informal. ¿Y esto? Tampoco, muy de boda. Ay, a ver este -dije cogiendo un vestido negro- Ni de broma, parece que voy a un entierro.
Joder que difícil podía resultar ir más o menos mona, o en condiciones, a un evento. Estaba muy nerviosa, lo que tampoco ayuda a poder elegir con tranquilidad.
Me metí en la ducha, y ya decidiría luego que ponerme. Una buena ducha de agua caliente, que notas como tu piel se eriza con cada gota. Era tan relajante. Normalmente la gente cantaba en la ducha, y hasta para eso yo era diferente. A mí me gustaba el silencio, el sonido del agua caer. Los pensamientos parecen más claros debajo de una cantidad de gotas de agua, casi ardiendo cayendo, sobre mi piel.
Y ahora otra vez el drama del día, que ponerme.
Esta vez fui mucho más rápida y opté por hacer lo de siempre: lo primero que pille.
Unos pitillos vaqueros ajustados, mis botas de tacon negras y una blusa blanca acompañada de un collar que me encantaba. Y para encima una chaqueta de piel negra. Parecía hasta femenina a simple vista.
Me maquillé muy natural, un poquito de polvos, lápiz de ojos y rímel. Sencillita. El pelo lo dejé a su aire, suelto. Ya me daba demasiada pereza pensar que hacer con mi pelo.
Serían las ocho y cuarto de la tarde cuando termine de arreglarme, y había quedado a menos diez con Juanlu por los alrededores del palacio para tomarnos algo antes del concierto. Me daba el tiempo justo para ir y buscar aparcamiento. Porque si un día normal era difícil encontrar aparcamiento, ya un sábado noche ni te lo quiero explicar. Cogí mi bolso y metí las llaves, objeto muy importante, el móvil y la cartera. La demás mierda que solemos llevar las mujeres en el bolso no es importante como para dar detalles.
Llevaba puesto el disco de Malú para ir ambientándome. Me sabía todas y cada una de las letras, mejor que las mías incluso.
Encontré un aparcamiento en una de las calles paralelas del palacio. Más cerca no iba a encontrar seguro, y no está mi economía como para ponerme a pagar parking. Soy una mijita rata. ¿Qué le hago?
Y ahí estaba él, vestido con un pantalón vaquero, una camisa blanca y unos zapatos marrones. Qué fácil es vestir a un tío. Y podía apreciar su olor a macho alfa desde mi casa de Málaga. Menos mal que adoraba el olor a One Million.
- ¡Estás preciosa! ¿Qué vienes con intención de ligar o qué?
- Calla calla, que exagerado. Qué guapo viene usted.
Entre piropo y piropo, entre copita de vino y tablitas de un buen surtido ibérico llegamos justos a la hora del concierto.
Y ahí estaba ella, a las diez y media justo. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Puntual. Y eso me encantaba, odiaba que me hiciesen esperar.
El concierto iba avanzando y yo lo estaba flipando con sus movimientos. Que energía desprendía, que forma de interpretar. Su voz se colaba por cada rincón del recinto. Nos hacía vibrar con ella. Me entregué totalmente al show, sin darme cuenta estaba enloqueciendo como otra malulera más. Como contoneaba sus caderas, el juego de sus piernas y esos pasos de bailes. Lo estaba disfrutando muchísimo, se me pasaron las horas volando. Me sabían a muy poco dos horas.
- Buaaah, que subidón llevo encima Juanlu.
- Sabía que te gustaría.
-¿Gustar? ¡Me ha encantado!- dije casi gritando.
- Venga vamos eufórica que ahora se lo vas a poder decir todo a ella. - en ese momento volví a la tierra y tragué saliva. Ya mi euforia se había esfumado. Me había entrado el pánico quizás, o la timidez. No quiero una situación incómoda..
- Vamos allá. - dije segura y con paso firme.
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