jueves, 29 de enero de 2015

Capítulo 36. Medio año.

Hacía ya unos días en los que Malú y yo vivíamos juntas en mi casa de la playa. Compartiendo cada segundo juntas. Pasamos las horas tostándonos en la arena de la playa, yo leía mis libros mientras Malú repasaba revistas de marujeo. Tengo una novia muy cotilla, pero me encanta ver sus caras al enterarse de algún cotilleo.

Hoy era un día especial, porque nosotras lo habíamos querido decidir así. Nos pusimos de acuerdo para crear un día al mes que fuese solo nuestro. Dedicado solamente para nosotras, sin teléfonos, ni llamadas que interrumpan.

Habíamos comprado un álbum para colocar con instantáneas momentos nuestros. Me pasaba el día revelando fotos y colocándolas. La que tenía entre mis manos me encantaba, era Malú cocinando con su pelo recogido y la camiseta un poco levantada. Su sonrisa me mataba hasta por foto. Esta otra era de Malú colocando un cuadro con el guarrito en la mano, guarrito es la forma que tenemos los malagueños de llamar al taladro. Había una que me encantaba y era de Malú y yo con una puesta de sol a nuestra espalda. Ella se escondía tras mi cuello y yo no podía evitar dejar que mi sonrisa cobrase vida. El álbum estaba repleto de fotos nuestras y de ella. Tenía una manía por su culpa, y era que no podía de dejar de hacerle fotos bonitas a las cosas que veo. Y ella era la más bonita hasta ahora.

- Mi amor...-oía desde la cocina.
- Dime.
- Ve poniendo la mesa, que la comida ya está casi lista.

Comimos un riquísimo pollo con salsa que había preparado Malú. Hablamos de nuestra agenda y de los cotilleos que se había enterado del mundo de la música. Chenoa y David tenían problemas en su relación, estaba pasando un pequeño bache. Manuel Carrasco se había echado otra novia, estaba hecho todo un ligón.

- ¿Que te apetece hacer hoy? -le pregunté.
- ¿Fiesta?
- ¿Tú y yo? ¿De fiesta por Málaga?
- ¿Quién si no?
- ¿Segura Malú?
- Segurísima.
- Pues salimos de ambiente.
- ¿Tiene que ser de ambiente? -preguntó como con vergüenza.
 - ¿Qué pasa tonta? -pregunté acercándome a ella.
- Nunca he salido de ambiente, ¿Y si nos ven?
- No pasa nada tonta, conozco el dueño de la mejor discoteca de Torremolinos, pasamos al reservado que estaremos solas. Además nadie te espera allí, así que no tienen por qué verte.
- Como tú quieras, mi amor. -dijo besando mis labios.

Recogimos la mesa, y limpiamos la cocina. Intercalando Fairi con la caricia de sus ojos.

- Oye.. -dije llamando su atención. A lo que contestó mirándome.- ya que hoy tenemos plan típico de bollitos..
- Ay no digas eso que me hace gracia.. -me interrumpió.
- ¿El qué? ¿Bollitos?-repetí.
- Sí.
- Que tonta eres, bueno a lo que iba. Que ya que tenemos un plan típico podríamos poner la guinda del pastel viendo una peli típica.
- La vida de Adele no, eh. -dijo advirtiendo.
- Mentira.. -dije explotando en risas.-  ¿La has visto?
- Claro, como buena 'bollito' -dijo imitando mi entonación.- que soy.
- Pues es muy cerda...
- ¿Y eso te pone?
- Lista que no es la que yo quiero ver.
- ¿Ah no? -dijo como vacilando.
- No. -dije orgullosa.
- ¿Cuál es si no?
- Rosas rojas.
- Romántica eres.
- ¿Quieres o no?
- Sí idiota, no te enteras que me da igual la película que sea.
- ¿Por qué?
- Porque lo que me importa eres tú. El estar contigo. Me daría igual no ponernos de acuerdo en que tipo de película ver porque te estaría besando desde el encabezado de la película hasta los créditos del final.
- ¿Quién es la romántica ahora? -dije vacilándola.
- ¿Ni cuanto te digo algo bonito puedes dejar de ser tan idiota?
- T e q u i e r o . -le deletreé.

Busqué entre todas mis pelis hasta encontrarla. Pusimos un bol de palomitas el que llenaríamos de besos minutos después. Malú sentada en el sofá veía como colocaba el CD en el lector. Me reía con sus comentarios de obrero salido hacia mi culo. Me senté en el otro extremo del sofá.

- ¿Qué haces? -preguntó al sentarme.
- ¿Sentarme?
- Tan lejos no. -dijo acercándose a mí.
- Es que me gusta mucho esta película, y quiero verla..
- Ok. -dijo separándose de mí.
- ¿Ok? ¿Puedes ser más borde?
- Déjame en paz y ve la puta peli.
- Pues sí, sí que puedes. -dije riéndome.- Es broma idiota. Ven.
- No quiero. -dijo cruzando sus brazos y sin dejar de mirar el televisor.

Entonces me incorporé y fui acercándome a ella lentamente susurrando 'cariño', descruzando sus brazos y acurrucándome entre ellos. No estaba cómoda, y la señorita no estaba por la labor de ayudarme. Así que me volví a incorporar y puse sus piernas en el sofá y la tumbé, seguidamente me coloqué yo, auto abrazándome con sus brazos. Movía su brazo por el mío a ver si así conseguía que ella me hiciese caricias, pero tampoco había forma. Decidí girarme y buscar su punto débil. El cuello. La miré a los ojos, pero no me mantenía la mirada más de 10 segundos porque sabía que podía con ella. Besé sus labios con un dulce beso fugaz. Y torció un poco el gesto como para esbozar una sonrisa. Pasé las yemas de mis dedos por su cuello, dejando pequeñas caricias. Podía notar como su piel se erizaba con mi paso. Volví a besar sus labios, pero esta vez obtuve respuesta. Me correspondió el beso devolviéndome otro y otro. Me separé de ella y me quedé pausada mirando sus ojos.

- Quiero estar contigo para siempre. -dije sin pensarlo.

A lo que me respondió con un beso muy intenso.

Conforme pasaba la película nos fuimos cambiado de posición, de forma que fui yo quien acabó tras sus perfectas curvas. Me sabía prácticamente la película de memoria y cuando llegó la emoción del final, de los besos entre coches, me di cuenta que la protagonista de mi cuento de hadas estaba viendo su propia película y era la de sus sueños.

Los créditos de fondo mientras yo miraba embobada el cuerpo de ella, tenía contados todos sus lunares por si alguna vez se le perdía alguno yo supiese encontrarlo. Siempre que pueda y mientras me deje, enumeraré sus lunares mientras ella analiza mi estúpida forma de mirarla. Tampoco quiero denominarla estúpida porque no llega a serlo, es emblemática porque solo tenía relación con ella. Me había ganado el doctorado en ella, matrícula de honor en su anatomía. ¿Cómo una persona puede hacerte tan feliz? Buscando la respuesta me topé con su sonrisa y descubrí un sin fin de motivos. Había caído tan profundo en su jaula que nunca lograría escapar por mucho que lo intentase, pero tampoco quiero. Porque necesito y quiero vivir con ella para morir a su lado. Porque mi corazón y el suyo están atados por un hilo invisible. Que podrán enganchar a otros entre medios, pero siempre en cada extremo estaremos ella y yo. Y así es como sus ojos aún cerrados me decían tanto, como sus labios inmóviles me contaban todo lo que mis oídos sordos necesitaban escuchar. Y así tal y como os cuento es la forma perfecta de alcanzar el cielo y sobrevolarlo de la mano de alguien, en este caso, de la mujer con la que siempre habías soñado. Hoy era un día más que especial, hacíamos medio año. Medio año siendo fiel a su piel, a los tejidos que me rozan cada noche, a ese órgano que late a media velocidad junto al mío.

Cuando quise darme cuenta me había pasado más de hora y media contemplando su imagen. La belleza hecha carne. Una mujer de pecado permitido para mí. Pero si por quererla arderé en el infierno que vayan preparándose para cuando llegue.

- Malú, ¿qué te queda? -chillaba dando vueltas por el pasillo.
-  5 minutos cariño.
- Llevas así media hora...
- Estos son de verdad, te lo prometo.

Cuando se lo proponía podía llegar a desesperarme, y su lentitud a la hora de arreglarse lo hacía. ¿Qué se estaría poniendo? Yo, vestida con un pantalón de cuero pegado terminados por unas botas negras de tacón, camisa blanca con destellos negros, pelo suelto y el maquillaje de lo más natural. No iba con intención alguna de ligar porque ya tenía lo mejor que podría desear. La vi aparecer bajando las escaleras y mi corazón se aceleraba por cada milímetro de cuerpo que iba descubriendo con mis ojos. Taconazo negro dejando al descubierto sus tatuajes, pantalones ajustadísimos negros y una camiseta básica pegada con un escote de vértigo. Su pelo a lo loco con esa caída y esos labios rojos. Deseaba que marcase todo mi cuerpo con ellos.

- Estás... -no me salían las palabras.- ..preciosa.
- Tú también mi amor. -dijo dando una vuelta.
- Tápate un poquito ¿no? -dije levantando su camiseta.
- Estate quieta. -dijo volviéndosela a colocar.
- No quiero que vean lo que solo puedo ver yo.
- Solo insinúo cariño.
- No hemos salido de casa y estoy deseando llegar para quitarte la ropa.
- Te estás volviendo una ninfómana.
- Contigo.
- Y me encanta. -dijo rozando mis labios.- El pintalabios.

Cogimos el coche y pusimos rumbo a Torremolinos, la zona de ambiente de Málaga. Estaría a unos cinco minutos de mi casa. Tuvimos suerte y encontramos aparcamiento a la primera. Me bajé del coche e invité a mi chica a bajar de él con mi mano. Había una larga cola para entrar, la que nosotras nos saltamos. Conforme avanzábamos por el lado izquierdo de la cola se silenció los chillidos para convertirse en murmuro. La gente cuchicheaba, y yo sé perfectamente que estaban piropeando al bombón que iba de mi mano. Pasamos la pista y subimos al reservado sin ningún problema. Miguel, el portero que vigilaba la zona vip, ya me conocía y me dejaba pasar sin problema. Había una pareja de hombre a un lado, nosotras nos sentamos al fondo de unos sillones.

- ¿Qué quieres tomar? ¿Ron o Vodka? -le pregunté entre gritos.
- Ron cola, por fi. -dijo con una sonrisa.

Me acerqué a la barra y pedí las comandas correspondientes. De pronto noté la fría mano peluda típica de un hombre. Me giré algo asustada pero era él. Mi amigo Lucas, el dueño del pub.

- Espero que ese grupo de chicos no molesten a mi chica favorita. -me dijo colocándose a mi lado.- Es un grupo de amigos, ¿qué tal estas Vanesa? Cuánto tiempo joder.
- Muy bien, tenía ganas ya de volver por aquí.
- ¿Nuevo ligue?-dijo al ver las dos copas en la barra.
- Mi novia desde hace meses. -dije mirando hacia ella.
- Wuao, ¿con qué te has formalizado? ¿Quién lo diría?
- Oye, que tampoco soy una rompe corazones. -le insinué.
- Rompe corazones no sé, pero venir cada finde con una distinta sí.
- ¿Qué me estas llamando?
- Nada idiota, ¿puedo conocerla?
- Más tarde, ¿vale? -dije alejándome de él.

- Su Ron-cola señorita. -dije ofreciéndole su copa.
- ¿Quién era?
- El dueño del bar, quería conocerte. Pero le dije que esperase un poco.

Temía que le contase a Malú lo mismo que ha podido insinuarme a mí. En ese mismo instante escuche unos acordes que me eran familiares.

- Gorda, tu canción. -dijo Malú al escuchar Aun no te has ido.
- Será capullo. -dije riéndome y acto seguido le comí la boca a mi chica.
- Nos están mirando. -dijo Malú al ver que el grupito de gais nos observaban.
- No pasa nada, son de nuestra misma condición, no se asustan. Miran porque me conocen y saben que es mi canción. Lucas se lo habrá dicho. -dije volviéndola a besar.

Íbamos por la cuarta copa, pese a sus 'Gorda el coche' no parábamos de beber. Estábamos pillando un ciego peores que los de Nochevieja.

- Me apetece bailar. -dijo Malú mordiendo mi oreja.
- ¿Quieres bajar? Es una locura.
- Desde que estoy contigo cualquier locura es poca. -dijo rozando la zona íntima de mi pantalón.

Tiré de su brazo y nos colamos en medio de la pista, entre todo el bullicio de gente. Rodeadas de todo tipo de bolleras. Malú y yo bailábamos pegadas sin separar su frente de mi frente, no queriendo llamar mucho la atención. Se daba la vuelta y movía su culo pegado a mí. Me estaba poniendo malísima.

- ¿Sabes qué día es hoy? -le susurré al oído.
- Sí. -dijo besando mis labios.
- ¿Nos vamos? Tengo una sorpresa para ti.
- Vale.


No hay comentarios:

Publicar un comentario