sábado, 17 de enero de 2015

Capítulo 34. Si pasa o no.

Eché todas las maldiciones que mi memoria podía recordar en ese momento. Maldije desde quien inventó al timbre hasta el dedo que lo pulsó. Ahora tendría que recibir a la visita con todo el calentón. Fue el puntual de Melendi, que nunca llega tarde a ningún sitio, el que nos interrumpió. Suerte que con su sonrisa y su simpatía hace que se me pase el cabreo de encima.

Los invitados fueron llegando poco a poco, mi amigo Pablo fue el último, me vino bien para poder hacer la presentación. Curiosamente Carrasco y David lo conocían por su tema 'Solamente tú' que ya circulaba por youtube. Hicieron buenas migas todos y muy pronto.
Luis Rollan andaba siendo un poco cotilla preguntándome por mi vida privada, a lo que yo contestaba con medias verdades por miedo a que supiese que la mujer de metro sesenta y tres que estaba al otro lado del jardín era la chica de mis sueños.
Malú se sentó a mi lado para comer, y sin poder evitar las miradas cómplices, intentábamos disimular.

- Tengo una tarta helada de postre que os va a quitar el sentido. -dijo Malú retirando algunos platos para dirigirse a la cocina.
- Espera que te ayudo. -dije ofreciéndome a recoger. A lo que ella respondió con una sonrisa.

Entramos a la cocina y dejamos los platos en la encimera. Ella sacaba los platos pequeños y yo la tarta del congelador. Sentí sus brazos abrazándome por detrás y me estremecí.

- Tú y yo tenemos algo pendiente. -me dijo al oído.
- Necesito besarte. -le contesté.
- Ven. -dijo girándome hacía ella, colocó sus manos a los lados de mi cara y me besó. -Es la primera vez que me cuesta tantísimo disimular. Mierda gorda.. -dijo con cara de sorprendida.
- ¿Qué pasa? -pregunté.

En ese momento interrumpió mi amiga Laurita.

- ¿Necesitáis ayuda? -preguntó.
- No hace falta. -contestó Malú separándose de mí.
- ¿Cuándo me lo vais a contar? -dijo Chenoa refiriéndose a lo nuestro.- Esta vez no cuela que sois solo amigas.
- ¿Qué dices Laurita? -le pregunté.
- Vanesa, tienes un chupetón del tamaño de una cuchara. Estáis negando lo evidente, todos nos hemos dado cuenta.
- Pero...
- Déjala Vanesa, -me interrumpió Malú.- tiene razón. No podemos ocultarlo, son amigos.
- ¿Por qué no lo queréis contar? -dijo Chenoa.
- Queremos discreción, estamos empezando y lo intentamos llevar un poco en secreto. Para que no haya terceras personas.
- ¿Vuestra familia lo sabe?
- Claro. -contesté.
- Pues nosotros, vuestros amigos, también somos vuestra familia.

Malú me cogió la mano, como segura de lo que iba a hacer. Yo no entendía nada, ella tiraba de mi brazo llevándome al jardín donde estaban todos. No sabía cuáles eran sus intenciones pero me las temía.

- Chicos, os voy a contar una cosa. Por nuestra amistad y la confianza que tengo en vosotros. -dijo Malú de pie en el principio de la mesa que estaba bajo el cenador.

Ellos miraban intrigantes y con las mismas dudas que yo sobre lo que iba a hacer Malú.

Se plantó frente a mí, colocó sus manos en mi cara, se inclinó hacia mí y me besó los labios.

- Ea. -dijo tras besarme.

Mi cara era de más sorpresa que la del resto, pero me limité a sonreír. Si ella lo ha hecho es porque está segura de ello.

- Entonces... ¿Vosotras..? -decía Pastora.
- ¿Estáis..? -dijo David.
- ¿Sois..? -añadió Rollan.
- Si, coño. -dijo Melendi riéndose.

No tardaron en llegar las felicitaciones y el típico 'que duréis mucho parejita' que ojala fuese para toda la vida. La ronda de preguntas era de esperar, pero fue muy fluida. Chenoa entendió muchas cosas, pero la más involucrada era Pastora que no paraba de decir 'sois tan monas'.

Carrasco cansado de cotilleos, sacó la guitarra y empezamos a cantar. Luis el pobre se limitaba a acompañarnos con las palmas. Pasamos largas horas dejándonos el alma en el jardín hasta que empezó a anochecer y los invitados se fueron.

- Gracias por la comida Lula. -decía Manu despidiéndose.
- Gracias por todo, y perdón por el acople. -dijo Pablete.
- Nada, ha sido un placer. -decía Malú.
- Señoritas.. -nos dijo Chenoa en lo que David iba a por el coche.- no sabéis lo que me alegro por vosotras, se os ve tan felices que da gusto. De verdad, os veo tal para cual, espero que sea mucha vida la que podamos compartir y os vea juntas. Es que hacéis una pareja tan bonita coño. -dijo lanzándose a abrazarnos a las dos.- Que os quiero mucho mis niñas.
- Y nosotras a ti. -respondió Malú por las dos.
- Nos vemos pronto Lauri. -le añadí besando su cara.

Malú apoyada sobre mi hombro se quedó mirando como la silueta de nuestra amiga se iba y se cerraba la puerta.

- Al fin solas. -dijo buscando mi boca.
- ¿No vas a esperar ni a que recojamos la cocina?
- Llevo demasiado tiempo esperándote.
- ¿Cuánto?
- Toda mi vida.
- Ven aquí morena inquieta.

Cogí su cuerpo con mis brazos y la subí encima de la encimera del medio de la cocina. Ella rodeaba mi cuerpo con sus piernas, nuestras bocas se movían imparables, nuestros labios insaciables se rozaban con muchísima fuerza. El choque de nuestras lenguas, bailando al compás a veces. El ruido de nuestros besos siendo la música que nos acompañaba, el sabor de ellos como fruta de la pasión.

- Joder sí que te he marcado el cuello. -dijo Malú pasando su dedo índice por mi cuello.
- ¿Marcando territorio?
- Siempre, que se entere el mundo que eres mía, y solo mía.
- Toda yo es tuya.
- ¿Toda?
- De arriba abajo. Entera y tuya. -le contesté.
- Que idiota puedes llegar a ser. Me encantas. -dijo volviendo a mis labios.

Fui subiendo mis manos por sus piernas hasta llegar a la parte superior del mono para quitárselo.

- Ay, gorda que la encimera está fría. -dijo al notar su piel en ella.
- Eres demasiado quejica.

Pasé mis dedos por su cuello, siguiendo un camino imaginario que yo misma me había inventado. Dejando mis suaves caricias por su cuerpo semidesnudo. Besaba su cuello muy despacio, podía saborear hasta su perfume. Fui bajando hasta encontrarme con los picos de mi cordillera favorita, apta para escaladores profesionales que quieran vivir el riesgo de enamorarse de ella, tan locamente como yo lo estaba. Los besé con mucho cuidado, como si fueran realmente frágiles. Primero uno, y luego el otro. Ella me quitó la camiseta, para poder acariciarme la nuca y la espalda mientras exploro a mi gusto el mismísimo paraíso, ese que no se encuentra en cualquier agencia. Aumentaba la fuerza de mis besos hasta que el deseo pudo sobre mí y la pasión empezó a cobrar protagonismo. Comencé a devorarlos con cuidado de no hacerle demasiado daño con mis mordiscos, aunque para ella resultaba placentero mis bocados en sus pezones. Continué el camino de besos hasta rodear su ombligo con mi boca. Jugué también con mis dedos combinando la lengua con ellos.

- ¿Aquí? -preguntó al ver mis intenciones.
- Aquí y en cualquier sitio.

Bajé su parte de abajo hasta tenerla completamente desnuda para mí. Ningún pintor podría retratar más belleza que la suya desnuda. Mis manos comenzaron a caminar sobre sus muslos de arriba abajo, avisando de su presencia. Rocé un dedo con su parte íntima y pude escuchar el sonido agudo de un gemido. Se arqueaba rogándome más, y yo esclava de ella no podía hacer más que saciarla. Separé su pierna izquierda de la derecha con la distancia justa para experimentar el vértigo. Pasé mis dedos por su clítoris, notando que estaba llamándome a gritos. Hice un par de movimientos previos, muy lentos. Introduje mi cara entre sus cortitas piernas, haciendo que mi lengua se moviese a petición de su dueña. Que se dejase dirigir por el ruido del placer y los movimientos provocados por ella. Arriba y abajo, de un lado para otro, circular, despacio y rápido y un sin fin de una serie de movimientos. No podía controlar sus chillidos ni los tirones a mi pelo. Mi lengua la llevó al cielo y se fue en mi boca.

- Dios, gorda. -dijo ahogada.
- Respira cariño. -le respondí quitándole pelos de su roja cara.
- Vamos al cuarto, esto no se queda así. -dijo bajando de la encimera, aún temblando.

Subimos al cuarto y ella se adueño de mi cuerpo e hizo lo mismo que yo apenas unos minutos antes. Las ganas que nos teníamos no eran saciadas fácilmente. Su cuerpo y el mío se llamaban por magnetismo. Necesitaban sentirse el uno al otro, y nosotras dos no había cosa que más nos gustase que ser una sola. Se colocó sobre mí, siendo la capitana de mi barco, dominándome como tanto a ella le gustaba. Sus movimientos sobre mí eran desatadores. A veces rozaba y otras golpeaba mi sexo con el suyo. Fue compaginándolo hasta que las dos nos fuimos a la vez.
Agotadas nos abrazamos desnudas aún, como ya era prácticamente verano no necesitábamos más ropaje que la piel de la otra.

- ¿Te puedo hacer una pregunta, mi amor? -le pregunté.
- La duda me ofende gorda.
- ¿Por qué has querido contarlo?
 - ¿Te ha molestado?
- Para nada, pero me gustaría saberlo.
- No sé, me ha apetecido. Y me he sentido muy cómoda.
- Me alegra saberlo. -dije besando su pelo.
- Vane..
- Dime cariño.
- Llevamos prácticamente medio año formalizadas, yo ya lo veo lo suficiente serio como para escondernos. No quiero hacerlo. Si ya de por si tenemos que tener cuidado por la prensa, ¿por qué encima en la poca intimidad que tenemos también? Yo quiero salir de la mano contigo por ahí, estar en casa de nuestros amigos y poder abrazarte, no tener que disimular si viene alguien a nuestra casa. Es que me da igual que lo sepa todo el mundo Vanesa, contigo es distinto. Tú eres distinta. Te quiero, y quiero estar contigo siempre. Pase lo que pase, quiero tenerte. Quiero que seamos una pareja normal.
- Tú y yo no podemos ser una pareja normal.
- ¿Por qué?
- Porque tú no eres normal. Eres tan sumamente increíble que ninguna persona se compara a ti, porque tú eres especial tu piel es especial, tus besos son especiales, por eso no podemos compararla con las demás relaciones porque nuestra relación es muy especial. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y lo único que quiero es vivirla contigo, que hagamos felices la una a la otra. Ser el motivo de tu sonrisa y tú la causa y efecto de la mía. Vivamos siendo tu y siendo yo, siendo nosotras. Así haremos esto único, viviendo como queramos vivirlo, sin ejemplos ni referencias. Porque nunca he estado más segura de algo en mi vida, y eso fue en el momento que te dije sí.
- Te amo. -dijo buscando mi boca.
- Te amo pequeña. -dije encontrando su boca.
- Entonces... ¿Quieres que vayamos al cien por cien?
- Yo no pierdo nada Malú, todo lo que tengo eres tú. Así que estoy a tu disposición.
- Pues no más secretismo entre los nuestros.
- Pero tampoco te pongas a publicarlo en facebook, deja que salga de forma natural. Que tu eres una loca más.
- Idiota. -dijo dándome un pellizco.

Me pasé la noche acariciando su espalda, incluso en sueños. Pero algo me rondaba la cabeza, ese 'pase lo que pase'. Separé su cuerpo lentamente del mío, sin despertarla. Miré su preciosa cara dormida, me encantaba verla así. Era demasiado bonita para ser real y mía.
Cogí mi guitarra, papel y boli. Y comencé a dejarme llevar:
'Algo va a pasar de eso no cabe duda y se sentó a mirar las formas de la luna.
Viene fuerte y se va haciendo un hueco. No sé definirlo, ni si viene a tiempo.
Solo sé que no se toca y que yo no lo busqué.
Yo no sé qué va a pasar entre nosotros, ni siquiera si daremos vuelo libre hasta que de tan alto se nos pierda de vista. Pierdo el pulso y ya no soy más que una parte que resiste aunque tarde porque sé que si pasa o no, y si pasa o no, nada nada nada cambiará.
Vuelve a sonreír...'          
Y tras darle vueltas y vueltas al tema, con mi guitarra hice varios arreglos en el tema.


Giré mi cabeza y ahí estaba ella, una vez más apoyada en el marco de la puerta del salón viéndome tocar, esta vez mi guitarra. 

1 comentario: