domingo, 18 de enero de 2015

Capítulo 35. ¿Recuerdas?

- ¿Te acuerdas de la primera vez que me miraste así?
- ¿Cuándo?
- En aquel camerino de Barcelona, donde empezaste a acompañarme en mi canción y comenzaste a acercarte lentamente hacia mi boca. -le recordé.
- Cierto.
- ¿Recuerdas ese día?
- Sí.
- Pues desde ese día.
- ¿Desde ese día qué? -me preguntó extrañada.
- Desde ese día supe que estaba enamorada de ti.

En su cara se dibujó la sonrisa más tierna que jamás hubiese sido capaz de imaginar. Se acercó a mi cuerpo, sentándose sobre mis rodillas y empezó a besarme muy lento, con esa ternura y dulzura que caracterizaban sus besos. Invadía cada poro de mi piel hasta llenar mi cuerpo por completo.

- ¿Te cuento un secreto? -me preguntó con cara de pillina.
- Por favor...
- ¿Te acuerdas cuando te vi llorando tras abrirme la puerta de aquella habitación?
- Me acuerdo, me acuerdo. -dije ruborizada.
- Pues fue ahí donde yo me di cuenta que tú eras mi destino. Y que con cada beso, cada palabra, cada gesto, cada sonrisa y cada palabra me lo confirmaba. Porque tu forma de mirarme y de tratarme me demuestra todos los días desde que estoy contigo que eres la mujer de mi vida. Te amo, Vanesa.
- Eres tan perfecta. Te amo pequeña. -Volví a besar sus labios.- ¿Qué haces levantada a estas horas? Deberías de estar en la cama...
- Es que te pones a tocar la guitarra a estas horas... Cuando deberías de estar tocando otras cosas. -dijo guiñándome un ojo.
- ¿Otras cosas? ¿Cómo qué?
- Como mi brazo, mal pensada.
- Estaba componiendo, idiota. Ya sabes que cuando me viene la inspiración no puedo ignorarla.
- ¿Puedo? -dijo cogiendo la libreta.
- Claro. -accedí con una sonrisa.

Sonreía mientras la leía.

- Cuidado una sonrisa... -entoné.
- Ya no hay marcha atrás. -me siguió.
- Eh, me gusta ese tono.
- ¿Sí?
- Sí. Me lo cojo prestado. -dije besando sus labios.
- De verdad, haces verdaderas obras mágicas. Me encanta tu forma de componer, tu forma de expresarte en las canciones. Eres perfecta, ¿Tienes algún fallo?
- Tú. -reí ante mi contestación.
- ¿Yo? Será al contrario bonita. -dijo con la chulería que le caracteriza.
- Tienes toda la razón.
- ¿Ah sí? -dijo sorprendida.
- Sí, hay personas que cuando aparecen en tu vida se convierten automáticamente en fuentes de inspiración. Musas podemos llamarlo. Y tú eres una de ellas, por no decir la más importante. Y gracias a ti, ya sea bueno o malo, he sacado muchos temas y no sé por qué me da que voy a seguir componiendo unos cuantos más.
- Te como. -dijo atacando a mi cuello.
- Oye, ¿tú no tenías concierto mañana?
- Sí, bueno, esta noche realmente. ¿Tú también no?
- Sí a las ocho y media tendré que poner rumbo al sur...
- Otra vez nos separamos.. No quiero jo. -dijo poniendo pucheritos.
- Este verano tengo casi todos los conciertos por Andalucía, no me queda otra que pasar temporadas por allí. Además que para algo me he comprado la casa de la playa, para disfrutarla. Y tengo que terminar de adornarla, me podrías echar una mano...
- Tengo una idea.
- Miedo me das...
- Creo que la mayoría de los conciertos son por allí, además la semana que viene canto en Mijas.
- Al lado de Benalmádena.
- Exacto, entonces puedo hablarlo y decirles que este verano viajo desde tu casa en vez desde Madrid, ¿qué te parece?
- ¿Verano en la playita juntas? Me parece perfecto.
- Esperemos que no me pongan ningún impedimento.
- Esperemos... -repetí.
- ¿Vamos a descansar un ratito más?
- Son las seis y media, para media hora no me duermo... Vete a descansar tu anda.
- Vente, que esta noche te voy a echar de menos.
- ¿Qué pretendes Malú?
- Nada malo.

Tirando de mi camiseta fue subiéndome hasta la habitación. Una vez allí me tiró sin cuidado alguno sobre la cama, y ella se abalanzó sobre mí. Me retiró el pelo con cuidado y me quitó la camiseta del pijama, comenzó a besarme por el cuello y mi pecho.

- Ay, tengo hambre. -dijo sentándose sobre mí.
- ¿Quieres que bajemos a desayunar? -le pregunté.
- Ahora vengo, no te muevas. -dijo yéndose por el pasillo.

Era tan imprevisible que me encantaba la sensación de duda con ella, siempre te sorprendía. Lo rutinario con ella no existía. Era muy pasional, voraz e insaciable. Con ella nunca es suficiente. Pero a mí no me importaba en absoluto, tener su cuerpo entre mis manos y su sabor en mis papilas gustativas era la mejor sensación del mundo, como alcanzar la cima. Revolucionaba cada uno de mis sentidos, hasta el sexto que poseemos todas la mujeres, el de la intuición. Porque repito, por mucho que la intuyese ella siempre era capaz de darte la vuelta. Cada vez que me sonreía se me aceleraba el corazón tanto como la cuenta atrás de una bomba a punto de explosionar. Y qué decir de su forma de hacerme el amor... nadie ha sabido como ella manejar lo más íntimo de mi motor. Y por todas estas cosas, entre otras, yo la amaba.

Entonces la vi aparecer con un bote de leche condensada entre sus manos, relamiéndose los labios.

- ¿Dónde vas con eso? -pregunté al colocarse encima mía.
- A desayunar...-debió de ver que mi cara un poema.- ...te.
- Me vas a poner pegajosa...
- Luego te froto en la ducha, no te preocupes. Déjate llevar mi amor.

Me quitó la ropa, ella también se desnudó. Fue dejando caer la leche condensada por mi cuerpo, me estremecía con la contacto de la fría leche. Empezó por los labios de mi boca dejando caer también sobre el cuello, siguió bajando por el torso, hasta pararse en los senos, donde fue marcando de forma circular, rodeándolas. Dejando un pegote en la punta de los dos. Continuó por mi barriga haciendo las formas a su real gana, cruzando mi ombligo. Finalizó bajando por mi cadera, parándose en la pelvis donde escribió una 'M' como forma de titular.
Levantó mis brazos hasta colocarlos en el cabecero donde con dos pañuelos ató suavemente mis manos a él. Quedándome totalmente inmóvil a su disposición. Siendo totalmente suya a su gusto. Podía hacer conmigo lo que quisiese, pese a mi resistencia, aunque a su lujuria no habría quien se resistiese.
Introdujo mi labio inferior completamente en su boca, incluyendo mordidas. Bajó con su boca por mi barbilla cambiando la leche por su saliva, continuó esta vez con su lengua por mi cuello, haciendo juegos provocándome. Siguió hasta encontrarse con mi teta izquierda donde comenzó a devorarla con bocados y lengüetazos inclusive, hizo lo mismo con la derecha. Entonces tiro con sus dos manos de mis pezones haciendo que me estremeciese. Lamió mi barriga, rodeando mi ombligo con sus perfectos labios. Empezó a bajar hacia la zona afrodisiaca. Extendió con sus dedos la leche por toda la zona hasta la franja que separa lo permitido de lo prohibido. Comenzó con suaves besos hasta que su lengua cobró la mayor parte del protagonismo. Cuando estaba a un centímetro de mi clítoris paró. Volvió a coger el bote de leche condensada y se echó un pegote en el dedo. Se arrodilló ante mi sexo y con la otra mano colocó mis piernas sobre sus hombros, abriéndome ligeramente. Pasó su dedo manchado por mi clítoris, mezclando mi flujo vaginal con la leche. Podía notarlo, me excitaba el frío. Entonces ella empezó a comerme lo más íntimo de mí. Primero de forma que eran chupones y a continuación movía su lengua con movimientos circulares. Cuando estaba a punto de alcanzar el clímax introdujo dos dedos en mi interior, los movía al compas de mis gemidos cómplices de mi respiración entre cortada. Desató sus ganas moviéndolos muy rápidamente haciendo que alcanzase el mayor de los orgasmos.

En ese momento en el que yo estaba ahogada en placer y ella satisfecha con su trabajo, sonó el despertador.

- Hora de la ducha. -dijo desatando mis manos.
- No puedo con mi alma.

- Esto es solo el comienzo. 

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