martes, 6 de enero de 2015

Capítulo 32. Tú y yo.

- Princesa... -besé sus labios.- Buenos días.

Se giró tras mis palabras. Estaba más bonita que de costumbre, no sé si sería el reflejo de la luz del sol en su pelo o su cara dormida. Desperté feliz, porque la tenía a ella. Después de tantos meses, al fin, era mi novia, éramos novias. Ella mía y yo suya. Era mejor que cualquier gordo de la lotería y cualquier regalo de los queridos reyes magos, amanecer con ella cada día. Después de tantos años de sentirme vacía porque nadie me llenaba había conseguido enamorarme, y de la persona que jamás hubiese imaginado tener a mi lado. La sensación que siento es como tener a la luna en mis manos durante todo el día, sin necesidad de que anochezca. Sus palabras mi melodía.

-  ¿No quieres bajar a desayunar?-no contestaba.- Mi amor, es tarde. Son las doce de la mañana, y tu mañana tendrás cosas que hacer en Madrid.
- Está retrasado, mañana me iré a Madrid. Si quieres claro, si no me voy hoy.
- Por mí, puedes quedarte todo el año. -dije besando sus labios.
- Sí, claro. ¿Y qué le dices a tu madre?
- Pues que mi novia se muda.-nos reímos ante mi comentario.
- Y me echa a mí y a ti después.
- Pues nos vamos a una casita en primera línea de playa con vistas al mar, a vivir juntas.
- ¿Tú y yo?
- Y el zoo que tenemos por mascotas.
- ¿Qué es lo que tenías ayer en la cama?
- Casas por aquí, quiero independizarme. ¿Quieres ayudarme?
- Eso es tu elección, va a ser tu casa.
- También será tuya, nuestra.
- Tu casa, mi casa. Tus cosas, mis cosas. -cantó mi canción.
- Exacto, amar es compartir. -sonreí.- Anda vamos a bajar.
- Espera, ¿Y tus padres?-dijo preocupada.- Que tu madre no sabe que estoy aquí.
- Hombre con el cochazo que tienes, y que esté aparcado en mi puerta. Yo creo que algo se huelen.
- Idiota, ¿Qué le vamos a decir?
- Pues la verdad, que viniste a buscarme en mitad de la noche y te me declaraste diciendo que me amas y que no puedes vivir sin mi porque soy lo mejor que pisa tu vida.
- Deja de vacilarme. -dijo mirándome de reojo.
- Si quieres le decimos que estamos juntas, sin más.
- ¿Y ya está?
- Hombre la vena maruja de mi madre saldrá, pero no te preocupes.

Se cambió y se puso una muda que traía, vaqueros, camiseta, botas y chaqueta.

- ¿Puedo ir al baño?
- Claro, te espero abajo.
- ¡NO! -me chilló.- Ni se te ocurra bajar sin mí.
- Vale, vale.. -dije riéndome.

Llegó del baño y bajamos a la planta de abajo. Por suerte estaba solo mi madre, el resto estaba fuera.

- Buenas tarde dormilona.-dijo mi madre al escucharme bajar.
-Buenas tardes.-dijo Malú. A lo que mi madre se giró.
- Pero bueno, ¿Qué haces aquí guapa? Qué alegría verte.
- Mamá siéntate. -le dije.
- Que misteriosas.-contestó mi madre.
- Vas a ser la primera en saberlo.-dije riéndome acompañada por Malú.
- ¿El qué? ¿Voy a ser abuela? -Malú y yo explotamos en risas.
- Difícil mamá. -le contesté.- A ver, como ya sabes algo había entre Malú y yo, ¿Recuerdas? te conté por qué me vine y todo eso.
- Sí, sí. -afirmó mi madre.
- Pues Malú ha venido y vamos a intentarlo. -la sonrisa se dibujo en la cara de mi madre, y el nerviosismo de Malú y yo se disipó.- Vaya, que somos novias.
- Ay, ¡qué alegría! -dijo mi madre levantándose para abrazar a Malú.- Ven aquí, mi niña.

La alegría en mi madre era notoria y para nosotras resultó un alivio. Más tarde llegó mi hermano pequeño Antonio de pasear a Pongo, y al contárselo ya anda con diminutivos cariñosos como 'cuñi'. A la hora de comer llegó a mi padre, al que mi madre se me adelantó dándole la noticia, él siempre se mantiene al margen y no se mete en nada. Se acercó para darnos la enhorabuena y que se alegraba de vernos feliz. Aunque a mi padre el mundo del famoseo nunca le había gustado, y se le notaba que no le hacía mucha gracia que estuviese con alguien de tanta repercusión social pero sería cuestión de tiempo para que se acostumbrase y notase que Malú y su vida privada, privada es. El último en enterarse fue mi hermano Francis, al que le importó más saber que había de comer antes de conocer a su cuñada. Es poco expresivo.

Mientras comíamos alguna pregunta cayó en la mesa, y todo con total naturalidad, parece ser que la noticia había caído muy bien. Eso me alegraba, sentir que en mi familia, mi novia era querida. Además mi madre y Malú congeniaron muy bien desde la primera vez que vino.

A la hora del café el timbre interrumpió la conversación entre suegra y nuera.

- Anda, nos vamos a ahorrar la visita. -dije al ver a mi abuela.
- ¿Cómo estas mi niña?-dijo dándome mil besos.
- Muy bien.
- Eso es lo que me gusta oír, ¿Y tu madre?- preguntó.
- En la cocina, ven que te acompaño.
- Oys, ¿Y esta chica tan guapa quién es? -dijo al ver a Malú.- Me suena mucho, ¿La hija de Manolo?-Manolo era el carnicero del barrio.
- Es Malú, mamá. -dijo mi madre.
- ¿Te acuerdas de Lucía, la chica de la que te hablé? -le dije.
- Claro, claro que me acuerdo. -dijo mi abuela mientras seguía mirando a Malú.
- Pues es ella, Lucía es Malú.
- Pero ¿ella no sale en la tele, con el Sanz? -preguntó extrañada.
- Claro abuela, es cantante. La cantante Malú.
- Ay perdona hija, a mi es que de Rafael no me saques. -dijo mi abuela pidiéndole disculpas.
- Nada mujer. -dijo Malú dándole dos besos.
- ¿Entonces qué sois novias ya? ¿O todavía no? -dijo mi abuela. A lo que las tres contestamos riéndonos.
- Lo somos, lo somos. -contesté.
- Entonces dame otros dos besos ahora como nieta. -le dijo mi abuela a Malú.

Pasamos la tarde hablando de nuestras cosas, Malú totalmente integrada a la familia. Y yo la miraba sin poder evitar sonreír.

- Qué bonitas sois. -añadió mi madre, sacándonos los colores.- Salir a dar una vuelta anda, todo el día encerradas.

Nos pareció buena la idea, así que nos fuimos a una playa de Benalmádena que me encantaba. Me llevé a Pongo, para jugar con él.
Solté a Pongo para que fuese libre por la playa, ya que no había peligro alguno de que se escapase. Malú y yo íbamos paseando por la playa pero la una al lado de la otra, en lo que empezó a anochecer.

- Me encanta este lugar. -dijo Malú acercándose a mí.
- Y a mí, es de mis lugares favoritos.

Su mano y la mía se rozaron y ella la agarró.

- Malú, estamos en público.
- Me da igual gorda, está anocheciendo.-dijo parándose en la orilla de la playa.- Bésame.

La besé tantas veces como quise, en lo que el sol se iba escondiendo. Nuestros pies descalzos notaban la húmeda arena y como el agua fría rozaba nuestra piel. Los ladridos de mi perro como música de fondo.

- Te quiero. -me susurró mirándome a los ojos, frente a frente.
- Te quiero pequeña.

En ese momento pasó una familia con dos bebes, parecía la primera vez que estos tocaban la arena. Era una escena muy bonita y graciosa, a lo que Malú y yo no pudimos evitar contemplar.

- Gorda.. -me dijo.- ¿Algún día estaremos nosotras así?
- ¿Te ves con niños?
- Sí, y más si es contigo.
- Pues quién sabe lo que nos deparará el destino, pero sería muy bonito formar una familia.
- ¿Seré buen madre?
- Seguro que sí, ahora eso sí, yo cabreada no me gustaría verte.
- ¿Por qué?
- Porque impones.
- ¿Cómo que impongo? -me elevaba la voz al ver que me iba alejando.
- Porque das miedo. -dije echando a correr.
- ¿Perdona? Ven aquí. -dijo corriendo en busca mía.
- No me vas a pillar. -le grité.
- No sabes el fondo que tengo guapa, voy al gimnasio.

Pongo se apuntó a eso de correr detrás nuestra. Y ahí estábamos los tres corriendo por la playa hasta que decidí pararme.

- ¿Sabes? -dije acercándome a ella.- Yo ya tengo mi familia, y eres tú y nuestros cuatro perros y Chanelo.


A lo que ella respondió apretándome contra ella besándome, de noche, en la playa con Pongo a nuestros pies contemplando el amor de verdad. Lo enamorada que estaba de ella y lo muy suya que era.

2 comentarios:

  1. Aishhhh me ha encantado. Sin duda hoy me duermo con una sonrisa en la cara de oreja a oreja. K bonito ha sido este capítulo :D

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