viernes, 2 de enero de 2015

Capítulo 31. Con un ritmo a contratiempo.

Yo no sabía cómo reaccionar, si gritar o saltar, reír o llorar. Cuando estás enamorada de una persona es muy fácil que cualquier ápice de amor que te dé, te llene de vida. Pero mi miedo es superior al amor, porque me ha negado, y no quiero que lo vuelva a hacer. Necesito seguridad en ella, para tenerla en mi.

- Gorda, por favor, responde.-dijo acercándose a mí.
- ¿Estás segura? ¿Estás segura de que me quieres? ¿Segura de querer poner la etiqueta novia a lo que tenemos? ¿Segura de no ocultarme, de que todos sepan que estamos juntas? ¿Segura que quieres que sea yo? ¿Estás segura, de verdad, o lo haces porque no te quieres ver sin mi?
- No quiero verme sin ti, ni quiero , ni puedo. Pero eso no quita que quiera estar contigo. -me quedé callada y agaché la mirada.- Vanesa, si no quieres o lo ves precipitado, lo entiendo.
- No es eso Malú..- comencé a llorar.
- No llores, por favor. Que yo te entiendo, y te voy a demostrar todo, de verdad.
- Es que sí quiero estar contigo...
- ¿Pero..?
- Tengo miedo de que me vuelvas a hacer lo de ayer, y me rompas. ¿Sabes lo que es que la persona a la que amas diga que solo se divierte contigo?
- Lo siento, perdóname..
- Lo peor de todo es que te quiero como a mí misma vida, y no puedo tenerte lejos. - ella acarició mi brazo.- Eres mi puta debilidad.
- Vanesa, te amo. Sin más, sin pensar en la gente y la sociedad. Ahora mismo saldría a la calle y te besaría en mitad de ella, con el paso de la gente.
- Son las tres de la mañana... en enero...
- Pues por la mañana idiota. Lo que te quiero decir es que vengo desde Madrid a por ti, a llevarte conmigo. Me he enamorado de ti, y me da igual que seas una mujer. Quiero que el mundo entero se entere de que te amo, y que sin ti no sé ni quién soy, Vanesa. Vamos a intentarlo, déjame demostrarte lo que siento. -me acerqué a su boca y la besé hasta notar sus dientes tras nuestros labios.- ¿Eso es un sí?
- ¿Tú qué crees?
- Quiero oírlo de tu boca.
- Sí, quiero intentarlo. -esta vez fue su boca la que buscó a la mía.- Pero quiero un matiz.
- ¿Cuál?
- Que vayamos despacio, yo me quedo en Málaga, por ahora, y pasaremos las temporadas que sean juntas, subiré cuando podamos y tu bajarás. No quiero que nos agobiemos la una de la otra nada más empezar.
- Me parece perfecto, mientras te tenga.- dijo besándome.
- Y otra cosa.- dije separándome de ella.- No necesito que lo publiques, simplemente que no me ocultes a quien pregunte. No necesito que lo sepa todo el mundo, con saberlo tú y yo, por ahora, me basta.
- Yo quiero que lo sepan nuestras familias.
- Me parece bien, pero no quiero que corramos, ni que metamos a gente en medio. Dejémonos llevar y que lo demás fluya solo.

Me contó su conversación con Vero, y yo le conté la mía con mi abuela.

- Me encantaría conocerla. -dijo Malú refiriéndose a mi abuela.
- Mañana podemos ir, y así sea de las primeras en saber que eres mi novia.
- ¿Tu qué?
- Mi novia.
- ¿Tu qué? -repitió.
- ¿Me estás vacilando?
- No, es que me encanta oírte refiriéndote hacia mí como tu novia.
- M i  n o v i a -repetí a centímetros de su boca.
- Es que me encantas. -dijo antes de besarme.

Sus besos sabían diferentes, sabían a amor, a seguridad, a todo lo que buscaba. Su lengua y la mía se entrelazaban terminando de declararse de la forma que las palabras no pueden hacerlo. Besos que encendían el fuego, que calentaban mi cuerpo. Tirones de camiseta y mordidas en el labio. Besos por el cuello y susurros al oído. Mis manos bajo su ropa, acariciando su frio torso.

- Vane, que estamos en la casa de tus padres. -dijo al ver que le intenté quitar la camiseta.
- Ven. -dije tirando de su camiseta. -vamos a mi habitación.

No podía parar de besar sus adictivos labios, mientras subíamos las escaleras.

- Vane, tus padres.
- Por eso mismo, cállate y bésame.
- ¿Y tus hermanos?
- Shh... -dije callándola con un beso.

Entramos como pudimos a mi cuarto con cuidado de no despertar a nadie. Cerré la puerta con el pie sin separar mi boca de la suya.
La puse a pie de cama y quité los papeles de encima.

- ¿Y estos papeles? -me preguntó viendo las fotos de las casas.
- Mañana te lo explico. -dije empujándola a la cama.

Se sentó en la cama, le quité sus botas. Me senté sobre ella. Fue colando sus manos por mi espalda dejando suaves caricias mientras nos besábamos. Iba subiendo mis manos por su torso hasta llegar a sus pechos, colé mis manos como pude bajo el sujetador. Ella imitó mi gesto, y me quitó la camiseta del pijama. Le quité su ropa de arriba, desabrochando también el sujetador. Me tumbó sobre la cama deshecha dejando caer su boca sobre mi cuerpo. Desabroché su cremallera del pantalón, invitándola a que se lo quitase y también mi quitó en mío de un tirón. Se volvió a colocar encima mía empezando a provocar en mi la locura. En lo que yo la coloqué debajo de mí tirando de sus braguitas hacia abajo y quitándome las mías.

- No vayas a hacer ruido. -le advertí.
- Si la ruidosa eres tú.

Abrí sus piernas y agarré sus manos. Mi boca y su sexo se congeniaban a la perfección, se entendían mejor que nunca. Ella apretaba mis manos y yo aceleraba mis movimientos llevándola a la locura. Su cuerpo se arqueaba con el compás de mis dedos. Clavaba sus uñas en mi piel. Tiró de mi cabeza hacía su boca para que la besase. Y yo me dejaba perder en su cuello, colándome por su pelo.

- Mírame. -me dijo y yo la miré sin entender su petición.- me  encanta verme reflejada en tu mirada.

Pasé largos segundos mirándola fijamente. Sin apenas pestañear.

- Me pasaría la vida mirándote a los ojos, podría perderme en ellos. -me susurró.- me encanta tu forma de mirarme.
- Mi mirada es tuya, todo lo que hay en mí es tuyo.
- Cuando esté perdida será tu mirada quien me encuentre.
- Cada vez que te miro a los ojos te encuentro. -dije besándola.

Me pilló desprevenida y esta vez era yo la que estaba abajo. Presa de sus brazos, sumisa de su pasión. Y fue creando el camino más placentero de besos desde mi cuello hasta mi cadera.

- Pase lo que pase, no grites. -me dijo con fuego en su mirada.

Empezó a devorar lo más íntimo de mí, sin piedad alguna.

- No te muevas. -me pedía.

Pero no podía evitar moverme ante sus movimientos, me estaba volviendo loca. Mi cuerpo se arqueaba solo, estaba alcanzando el cielo cuando noté como colaba uno de sus dedos en mi interior y no pude evitar gemir.

- Que no hagas ruido, o despertarás a tus padres.
- No puedo evitarlo. -le contesté.

De pronto colocó su mano restante en mi boca.

- Muerde en vez de chillar. -me pidió.

Aproveché para colar mis dedos en su interior para que comenzásemos a la vez a desatar nuestra pasión. Movimientos lentos matadores, y embestidas paradisiacas.
Quité su mano para poder besarla, en lo que nuestras respiraciones con un ritmo a contratiempo era el único ruido entre esas cuatro paredes. Nos dejamos llevar hasta alcanzar el cielo.

- Vanesa..
- Dime mi amor.
- No me dejes nunca, no te separes de mi nunca, por favor.
- No lo haré, eres la mujer de mi vida.
- Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. -dijo dándome un montón de besos.
- Ven aquí pequeña. -dije acomodándola a mi lado.- pégate a mí, no vayas a pasar frio.
- Me encanta dormir abrazada a ti.
- Y a mí me encantas tú.
- Me encantas tanto... Quiero tenerte a mi lado siempre.
- Somos la una para la otra.
- Lo sé.
- ¿Dónde has estado tanto tiempo?
- Preparándome para estar a tu altura.
- Te quiero, gorda.

- Te amo. 

2 comentarios:

  1. Oleeeee ������

    ResponderEliminar
  2. Cuando escribes el capitulo 39 espero que sea pronto aunque como van las cosas no regresan mas. aunque espero que si pues ellas juntas son un huracan tanto en su vida privada como la professional.

    ResponderEliminar