jueves, 29 de enero de 2015

Capítulo 36. Medio año.

Hacía ya unos días en los que Malú y yo vivíamos juntas en mi casa de la playa. Compartiendo cada segundo juntas. Pasamos las horas tostándonos en la arena de la playa, yo leía mis libros mientras Malú repasaba revistas de marujeo. Tengo una novia muy cotilla, pero me encanta ver sus caras al enterarse de algún cotilleo.

Hoy era un día especial, porque nosotras lo habíamos querido decidir así. Nos pusimos de acuerdo para crear un día al mes que fuese solo nuestro. Dedicado solamente para nosotras, sin teléfonos, ni llamadas que interrumpan.

Habíamos comprado un álbum para colocar con instantáneas momentos nuestros. Me pasaba el día revelando fotos y colocándolas. La que tenía entre mis manos me encantaba, era Malú cocinando con su pelo recogido y la camiseta un poco levantada. Su sonrisa me mataba hasta por foto. Esta otra era de Malú colocando un cuadro con el guarrito en la mano, guarrito es la forma que tenemos los malagueños de llamar al taladro. Había una que me encantaba y era de Malú y yo con una puesta de sol a nuestra espalda. Ella se escondía tras mi cuello y yo no podía evitar dejar que mi sonrisa cobrase vida. El álbum estaba repleto de fotos nuestras y de ella. Tenía una manía por su culpa, y era que no podía de dejar de hacerle fotos bonitas a las cosas que veo. Y ella era la más bonita hasta ahora.

- Mi amor...-oía desde la cocina.
- Dime.
- Ve poniendo la mesa, que la comida ya está casi lista.

Comimos un riquísimo pollo con salsa que había preparado Malú. Hablamos de nuestra agenda y de los cotilleos que se había enterado del mundo de la música. Chenoa y David tenían problemas en su relación, estaba pasando un pequeño bache. Manuel Carrasco se había echado otra novia, estaba hecho todo un ligón.

- ¿Que te apetece hacer hoy? -le pregunté.
- ¿Fiesta?
- ¿Tú y yo? ¿De fiesta por Málaga?
- ¿Quién si no?
- ¿Segura Malú?
- Segurísima.
- Pues salimos de ambiente.
- ¿Tiene que ser de ambiente? -preguntó como con vergüenza.
 - ¿Qué pasa tonta? -pregunté acercándome a ella.
- Nunca he salido de ambiente, ¿Y si nos ven?
- No pasa nada tonta, conozco el dueño de la mejor discoteca de Torremolinos, pasamos al reservado que estaremos solas. Además nadie te espera allí, así que no tienen por qué verte.
- Como tú quieras, mi amor. -dijo besando mis labios.

Recogimos la mesa, y limpiamos la cocina. Intercalando Fairi con la caricia de sus ojos.

- Oye.. -dije llamando su atención. A lo que contestó mirándome.- ya que hoy tenemos plan típico de bollitos..
- Ay no digas eso que me hace gracia.. -me interrumpió.
- ¿El qué? ¿Bollitos?-repetí.
- Sí.
- Que tonta eres, bueno a lo que iba. Que ya que tenemos un plan típico podríamos poner la guinda del pastel viendo una peli típica.
- La vida de Adele no, eh. -dijo advirtiendo.
- Mentira.. -dije explotando en risas.-  ¿La has visto?
- Claro, como buena 'bollito' -dijo imitando mi entonación.- que soy.
- Pues es muy cerda...
- ¿Y eso te pone?
- Lista que no es la que yo quiero ver.
- ¿Ah no? -dijo como vacilando.
- No. -dije orgullosa.
- ¿Cuál es si no?
- Rosas rojas.
- Romántica eres.
- ¿Quieres o no?
- Sí idiota, no te enteras que me da igual la película que sea.
- ¿Por qué?
- Porque lo que me importa eres tú. El estar contigo. Me daría igual no ponernos de acuerdo en que tipo de película ver porque te estaría besando desde el encabezado de la película hasta los créditos del final.
- ¿Quién es la romántica ahora? -dije vacilándola.
- ¿Ni cuanto te digo algo bonito puedes dejar de ser tan idiota?
- T e q u i e r o . -le deletreé.

Busqué entre todas mis pelis hasta encontrarla. Pusimos un bol de palomitas el que llenaríamos de besos minutos después. Malú sentada en el sofá veía como colocaba el CD en el lector. Me reía con sus comentarios de obrero salido hacia mi culo. Me senté en el otro extremo del sofá.

- ¿Qué haces? -preguntó al sentarme.
- ¿Sentarme?
- Tan lejos no. -dijo acercándose a mí.
- Es que me gusta mucho esta película, y quiero verla..
- Ok. -dijo separándose de mí.
- ¿Ok? ¿Puedes ser más borde?
- Déjame en paz y ve la puta peli.
- Pues sí, sí que puedes. -dije riéndome.- Es broma idiota. Ven.
- No quiero. -dijo cruzando sus brazos y sin dejar de mirar el televisor.

Entonces me incorporé y fui acercándome a ella lentamente susurrando 'cariño', descruzando sus brazos y acurrucándome entre ellos. No estaba cómoda, y la señorita no estaba por la labor de ayudarme. Así que me volví a incorporar y puse sus piernas en el sofá y la tumbé, seguidamente me coloqué yo, auto abrazándome con sus brazos. Movía su brazo por el mío a ver si así conseguía que ella me hiciese caricias, pero tampoco había forma. Decidí girarme y buscar su punto débil. El cuello. La miré a los ojos, pero no me mantenía la mirada más de 10 segundos porque sabía que podía con ella. Besé sus labios con un dulce beso fugaz. Y torció un poco el gesto como para esbozar una sonrisa. Pasé las yemas de mis dedos por su cuello, dejando pequeñas caricias. Podía notar como su piel se erizaba con mi paso. Volví a besar sus labios, pero esta vez obtuve respuesta. Me correspondió el beso devolviéndome otro y otro. Me separé de ella y me quedé pausada mirando sus ojos.

- Quiero estar contigo para siempre. -dije sin pensarlo.

A lo que me respondió con un beso muy intenso.

Conforme pasaba la película nos fuimos cambiado de posición, de forma que fui yo quien acabó tras sus perfectas curvas. Me sabía prácticamente la película de memoria y cuando llegó la emoción del final, de los besos entre coches, me di cuenta que la protagonista de mi cuento de hadas estaba viendo su propia película y era la de sus sueños.

Los créditos de fondo mientras yo miraba embobada el cuerpo de ella, tenía contados todos sus lunares por si alguna vez se le perdía alguno yo supiese encontrarlo. Siempre que pueda y mientras me deje, enumeraré sus lunares mientras ella analiza mi estúpida forma de mirarla. Tampoco quiero denominarla estúpida porque no llega a serlo, es emblemática porque solo tenía relación con ella. Me había ganado el doctorado en ella, matrícula de honor en su anatomía. ¿Cómo una persona puede hacerte tan feliz? Buscando la respuesta me topé con su sonrisa y descubrí un sin fin de motivos. Había caído tan profundo en su jaula que nunca lograría escapar por mucho que lo intentase, pero tampoco quiero. Porque necesito y quiero vivir con ella para morir a su lado. Porque mi corazón y el suyo están atados por un hilo invisible. Que podrán enganchar a otros entre medios, pero siempre en cada extremo estaremos ella y yo. Y así es como sus ojos aún cerrados me decían tanto, como sus labios inmóviles me contaban todo lo que mis oídos sordos necesitaban escuchar. Y así tal y como os cuento es la forma perfecta de alcanzar el cielo y sobrevolarlo de la mano de alguien, en este caso, de la mujer con la que siempre habías soñado. Hoy era un día más que especial, hacíamos medio año. Medio año siendo fiel a su piel, a los tejidos que me rozan cada noche, a ese órgano que late a media velocidad junto al mío.

Cuando quise darme cuenta me había pasado más de hora y media contemplando su imagen. La belleza hecha carne. Una mujer de pecado permitido para mí. Pero si por quererla arderé en el infierno que vayan preparándose para cuando llegue.

- Malú, ¿qué te queda? -chillaba dando vueltas por el pasillo.
-  5 minutos cariño.
- Llevas así media hora...
- Estos son de verdad, te lo prometo.

Cuando se lo proponía podía llegar a desesperarme, y su lentitud a la hora de arreglarse lo hacía. ¿Qué se estaría poniendo? Yo, vestida con un pantalón de cuero pegado terminados por unas botas negras de tacón, camisa blanca con destellos negros, pelo suelto y el maquillaje de lo más natural. No iba con intención alguna de ligar porque ya tenía lo mejor que podría desear. La vi aparecer bajando las escaleras y mi corazón se aceleraba por cada milímetro de cuerpo que iba descubriendo con mis ojos. Taconazo negro dejando al descubierto sus tatuajes, pantalones ajustadísimos negros y una camiseta básica pegada con un escote de vértigo. Su pelo a lo loco con esa caída y esos labios rojos. Deseaba que marcase todo mi cuerpo con ellos.

- Estás... -no me salían las palabras.- ..preciosa.
- Tú también mi amor. -dijo dando una vuelta.
- Tápate un poquito ¿no? -dije levantando su camiseta.
- Estate quieta. -dijo volviéndosela a colocar.
- No quiero que vean lo que solo puedo ver yo.
- Solo insinúo cariño.
- No hemos salido de casa y estoy deseando llegar para quitarte la ropa.
- Te estás volviendo una ninfómana.
- Contigo.
- Y me encanta. -dijo rozando mis labios.- El pintalabios.

Cogimos el coche y pusimos rumbo a Torremolinos, la zona de ambiente de Málaga. Estaría a unos cinco minutos de mi casa. Tuvimos suerte y encontramos aparcamiento a la primera. Me bajé del coche e invité a mi chica a bajar de él con mi mano. Había una larga cola para entrar, la que nosotras nos saltamos. Conforme avanzábamos por el lado izquierdo de la cola se silenció los chillidos para convertirse en murmuro. La gente cuchicheaba, y yo sé perfectamente que estaban piropeando al bombón que iba de mi mano. Pasamos la pista y subimos al reservado sin ningún problema. Miguel, el portero que vigilaba la zona vip, ya me conocía y me dejaba pasar sin problema. Había una pareja de hombre a un lado, nosotras nos sentamos al fondo de unos sillones.

- ¿Qué quieres tomar? ¿Ron o Vodka? -le pregunté entre gritos.
- Ron cola, por fi. -dijo con una sonrisa.

Me acerqué a la barra y pedí las comandas correspondientes. De pronto noté la fría mano peluda típica de un hombre. Me giré algo asustada pero era él. Mi amigo Lucas, el dueño del pub.

- Espero que ese grupo de chicos no molesten a mi chica favorita. -me dijo colocándose a mi lado.- Es un grupo de amigos, ¿qué tal estas Vanesa? Cuánto tiempo joder.
- Muy bien, tenía ganas ya de volver por aquí.
- ¿Nuevo ligue?-dijo al ver las dos copas en la barra.
- Mi novia desde hace meses. -dije mirando hacia ella.
- Wuao, ¿con qué te has formalizado? ¿Quién lo diría?
- Oye, que tampoco soy una rompe corazones. -le insinué.
- Rompe corazones no sé, pero venir cada finde con una distinta sí.
- ¿Qué me estas llamando?
- Nada idiota, ¿puedo conocerla?
- Más tarde, ¿vale? -dije alejándome de él.

- Su Ron-cola señorita. -dije ofreciéndole su copa.
- ¿Quién era?
- El dueño del bar, quería conocerte. Pero le dije que esperase un poco.

Temía que le contase a Malú lo mismo que ha podido insinuarme a mí. En ese mismo instante escuche unos acordes que me eran familiares.

- Gorda, tu canción. -dijo Malú al escuchar Aun no te has ido.
- Será capullo. -dije riéndome y acto seguido le comí la boca a mi chica.
- Nos están mirando. -dijo Malú al ver que el grupito de gais nos observaban.
- No pasa nada, son de nuestra misma condición, no se asustan. Miran porque me conocen y saben que es mi canción. Lucas se lo habrá dicho. -dije volviéndola a besar.

Íbamos por la cuarta copa, pese a sus 'Gorda el coche' no parábamos de beber. Estábamos pillando un ciego peores que los de Nochevieja.

- Me apetece bailar. -dijo Malú mordiendo mi oreja.
- ¿Quieres bajar? Es una locura.
- Desde que estoy contigo cualquier locura es poca. -dijo rozando la zona íntima de mi pantalón.

Tiré de su brazo y nos colamos en medio de la pista, entre todo el bullicio de gente. Rodeadas de todo tipo de bolleras. Malú y yo bailábamos pegadas sin separar su frente de mi frente, no queriendo llamar mucho la atención. Se daba la vuelta y movía su culo pegado a mí. Me estaba poniendo malísima.

- ¿Sabes qué día es hoy? -le susurré al oído.
- Sí. -dijo besando mis labios.
- ¿Nos vamos? Tengo una sorpresa para ti.
- Vale.


domingo, 18 de enero de 2015

Capítulo 35. ¿Recuerdas?

- ¿Te acuerdas de la primera vez que me miraste así?
- ¿Cuándo?
- En aquel camerino de Barcelona, donde empezaste a acompañarme en mi canción y comenzaste a acercarte lentamente hacia mi boca. -le recordé.
- Cierto.
- ¿Recuerdas ese día?
- Sí.
- Pues desde ese día.
- ¿Desde ese día qué? -me preguntó extrañada.
- Desde ese día supe que estaba enamorada de ti.

En su cara se dibujó la sonrisa más tierna que jamás hubiese sido capaz de imaginar. Se acercó a mi cuerpo, sentándose sobre mis rodillas y empezó a besarme muy lento, con esa ternura y dulzura que caracterizaban sus besos. Invadía cada poro de mi piel hasta llenar mi cuerpo por completo.

- ¿Te cuento un secreto? -me preguntó con cara de pillina.
- Por favor...
- ¿Te acuerdas cuando te vi llorando tras abrirme la puerta de aquella habitación?
- Me acuerdo, me acuerdo. -dije ruborizada.
- Pues fue ahí donde yo me di cuenta que tú eras mi destino. Y que con cada beso, cada palabra, cada gesto, cada sonrisa y cada palabra me lo confirmaba. Porque tu forma de mirarme y de tratarme me demuestra todos los días desde que estoy contigo que eres la mujer de mi vida. Te amo, Vanesa.
- Eres tan perfecta. Te amo pequeña. -Volví a besar sus labios.- ¿Qué haces levantada a estas horas? Deberías de estar en la cama...
- Es que te pones a tocar la guitarra a estas horas... Cuando deberías de estar tocando otras cosas. -dijo guiñándome un ojo.
- ¿Otras cosas? ¿Cómo qué?
- Como mi brazo, mal pensada.
- Estaba componiendo, idiota. Ya sabes que cuando me viene la inspiración no puedo ignorarla.
- ¿Puedo? -dijo cogiendo la libreta.
- Claro. -accedí con una sonrisa.

Sonreía mientras la leía.

- Cuidado una sonrisa... -entoné.
- Ya no hay marcha atrás. -me siguió.
- Eh, me gusta ese tono.
- ¿Sí?
- Sí. Me lo cojo prestado. -dije besando sus labios.
- De verdad, haces verdaderas obras mágicas. Me encanta tu forma de componer, tu forma de expresarte en las canciones. Eres perfecta, ¿Tienes algún fallo?
- Tú. -reí ante mi contestación.
- ¿Yo? Será al contrario bonita. -dijo con la chulería que le caracteriza.
- Tienes toda la razón.
- ¿Ah sí? -dijo sorprendida.
- Sí, hay personas que cuando aparecen en tu vida se convierten automáticamente en fuentes de inspiración. Musas podemos llamarlo. Y tú eres una de ellas, por no decir la más importante. Y gracias a ti, ya sea bueno o malo, he sacado muchos temas y no sé por qué me da que voy a seguir componiendo unos cuantos más.
- Te como. -dijo atacando a mi cuello.
- Oye, ¿tú no tenías concierto mañana?
- Sí, bueno, esta noche realmente. ¿Tú también no?
- Sí a las ocho y media tendré que poner rumbo al sur...
- Otra vez nos separamos.. No quiero jo. -dijo poniendo pucheritos.
- Este verano tengo casi todos los conciertos por Andalucía, no me queda otra que pasar temporadas por allí. Además que para algo me he comprado la casa de la playa, para disfrutarla. Y tengo que terminar de adornarla, me podrías echar una mano...
- Tengo una idea.
- Miedo me das...
- Creo que la mayoría de los conciertos son por allí, además la semana que viene canto en Mijas.
- Al lado de Benalmádena.
- Exacto, entonces puedo hablarlo y decirles que este verano viajo desde tu casa en vez desde Madrid, ¿qué te parece?
- ¿Verano en la playita juntas? Me parece perfecto.
- Esperemos que no me pongan ningún impedimento.
- Esperemos... -repetí.
- ¿Vamos a descansar un ratito más?
- Son las seis y media, para media hora no me duermo... Vete a descansar tu anda.
- Vente, que esta noche te voy a echar de menos.
- ¿Qué pretendes Malú?
- Nada malo.

Tirando de mi camiseta fue subiéndome hasta la habitación. Una vez allí me tiró sin cuidado alguno sobre la cama, y ella se abalanzó sobre mí. Me retiró el pelo con cuidado y me quitó la camiseta del pijama, comenzó a besarme por el cuello y mi pecho.

- Ay, tengo hambre. -dijo sentándose sobre mí.
- ¿Quieres que bajemos a desayunar? -le pregunté.
- Ahora vengo, no te muevas. -dijo yéndose por el pasillo.

Era tan imprevisible que me encantaba la sensación de duda con ella, siempre te sorprendía. Lo rutinario con ella no existía. Era muy pasional, voraz e insaciable. Con ella nunca es suficiente. Pero a mí no me importaba en absoluto, tener su cuerpo entre mis manos y su sabor en mis papilas gustativas era la mejor sensación del mundo, como alcanzar la cima. Revolucionaba cada uno de mis sentidos, hasta el sexto que poseemos todas la mujeres, el de la intuición. Porque repito, por mucho que la intuyese ella siempre era capaz de darte la vuelta. Cada vez que me sonreía se me aceleraba el corazón tanto como la cuenta atrás de una bomba a punto de explosionar. Y qué decir de su forma de hacerme el amor... nadie ha sabido como ella manejar lo más íntimo de mi motor. Y por todas estas cosas, entre otras, yo la amaba.

Entonces la vi aparecer con un bote de leche condensada entre sus manos, relamiéndose los labios.

- ¿Dónde vas con eso? -pregunté al colocarse encima mía.
- A desayunar...-debió de ver que mi cara un poema.- ...te.
- Me vas a poner pegajosa...
- Luego te froto en la ducha, no te preocupes. Déjate llevar mi amor.

Me quitó la ropa, ella también se desnudó. Fue dejando caer la leche condensada por mi cuerpo, me estremecía con la contacto de la fría leche. Empezó por los labios de mi boca dejando caer también sobre el cuello, siguió bajando por el torso, hasta pararse en los senos, donde fue marcando de forma circular, rodeándolas. Dejando un pegote en la punta de los dos. Continuó por mi barriga haciendo las formas a su real gana, cruzando mi ombligo. Finalizó bajando por mi cadera, parándose en la pelvis donde escribió una 'M' como forma de titular.
Levantó mis brazos hasta colocarlos en el cabecero donde con dos pañuelos ató suavemente mis manos a él. Quedándome totalmente inmóvil a su disposición. Siendo totalmente suya a su gusto. Podía hacer conmigo lo que quisiese, pese a mi resistencia, aunque a su lujuria no habría quien se resistiese.
Introdujo mi labio inferior completamente en su boca, incluyendo mordidas. Bajó con su boca por mi barbilla cambiando la leche por su saliva, continuó esta vez con su lengua por mi cuello, haciendo juegos provocándome. Siguió hasta encontrarse con mi teta izquierda donde comenzó a devorarla con bocados y lengüetazos inclusive, hizo lo mismo con la derecha. Entonces tiro con sus dos manos de mis pezones haciendo que me estremeciese. Lamió mi barriga, rodeando mi ombligo con sus perfectos labios. Empezó a bajar hacia la zona afrodisiaca. Extendió con sus dedos la leche por toda la zona hasta la franja que separa lo permitido de lo prohibido. Comenzó con suaves besos hasta que su lengua cobró la mayor parte del protagonismo. Cuando estaba a un centímetro de mi clítoris paró. Volvió a coger el bote de leche condensada y se echó un pegote en el dedo. Se arrodilló ante mi sexo y con la otra mano colocó mis piernas sobre sus hombros, abriéndome ligeramente. Pasó su dedo manchado por mi clítoris, mezclando mi flujo vaginal con la leche. Podía notarlo, me excitaba el frío. Entonces ella empezó a comerme lo más íntimo de mí. Primero de forma que eran chupones y a continuación movía su lengua con movimientos circulares. Cuando estaba a punto de alcanzar el clímax introdujo dos dedos en mi interior, los movía al compas de mis gemidos cómplices de mi respiración entre cortada. Desató sus ganas moviéndolos muy rápidamente haciendo que alcanzase el mayor de los orgasmos.

En ese momento en el que yo estaba ahogada en placer y ella satisfecha con su trabajo, sonó el despertador.

- Hora de la ducha. -dijo desatando mis manos.
- No puedo con mi alma.

- Esto es solo el comienzo. 

sábado, 17 de enero de 2015

Capítulo 34. Si pasa o no.

Eché todas las maldiciones que mi memoria podía recordar en ese momento. Maldije desde quien inventó al timbre hasta el dedo que lo pulsó. Ahora tendría que recibir a la visita con todo el calentón. Fue el puntual de Melendi, que nunca llega tarde a ningún sitio, el que nos interrumpió. Suerte que con su sonrisa y su simpatía hace que se me pase el cabreo de encima.

Los invitados fueron llegando poco a poco, mi amigo Pablo fue el último, me vino bien para poder hacer la presentación. Curiosamente Carrasco y David lo conocían por su tema 'Solamente tú' que ya circulaba por youtube. Hicieron buenas migas todos y muy pronto.
Luis Rollan andaba siendo un poco cotilla preguntándome por mi vida privada, a lo que yo contestaba con medias verdades por miedo a que supiese que la mujer de metro sesenta y tres que estaba al otro lado del jardín era la chica de mis sueños.
Malú se sentó a mi lado para comer, y sin poder evitar las miradas cómplices, intentábamos disimular.

- Tengo una tarta helada de postre que os va a quitar el sentido. -dijo Malú retirando algunos platos para dirigirse a la cocina.
- Espera que te ayudo. -dije ofreciéndome a recoger. A lo que ella respondió con una sonrisa.

Entramos a la cocina y dejamos los platos en la encimera. Ella sacaba los platos pequeños y yo la tarta del congelador. Sentí sus brazos abrazándome por detrás y me estremecí.

- Tú y yo tenemos algo pendiente. -me dijo al oído.
- Necesito besarte. -le contesté.
- Ven. -dijo girándome hacía ella, colocó sus manos a los lados de mi cara y me besó. -Es la primera vez que me cuesta tantísimo disimular. Mierda gorda.. -dijo con cara de sorprendida.
- ¿Qué pasa? -pregunté.

En ese momento interrumpió mi amiga Laurita.

- ¿Necesitáis ayuda? -preguntó.
- No hace falta. -contestó Malú separándose de mí.
- ¿Cuándo me lo vais a contar? -dijo Chenoa refiriéndose a lo nuestro.- Esta vez no cuela que sois solo amigas.
- ¿Qué dices Laurita? -le pregunté.
- Vanesa, tienes un chupetón del tamaño de una cuchara. Estáis negando lo evidente, todos nos hemos dado cuenta.
- Pero...
- Déjala Vanesa, -me interrumpió Malú.- tiene razón. No podemos ocultarlo, son amigos.
- ¿Por qué no lo queréis contar? -dijo Chenoa.
- Queremos discreción, estamos empezando y lo intentamos llevar un poco en secreto. Para que no haya terceras personas.
- ¿Vuestra familia lo sabe?
- Claro. -contesté.
- Pues nosotros, vuestros amigos, también somos vuestra familia.

Malú me cogió la mano, como segura de lo que iba a hacer. Yo no entendía nada, ella tiraba de mi brazo llevándome al jardín donde estaban todos. No sabía cuáles eran sus intenciones pero me las temía.

- Chicos, os voy a contar una cosa. Por nuestra amistad y la confianza que tengo en vosotros. -dijo Malú de pie en el principio de la mesa que estaba bajo el cenador.

Ellos miraban intrigantes y con las mismas dudas que yo sobre lo que iba a hacer Malú.

Se plantó frente a mí, colocó sus manos en mi cara, se inclinó hacia mí y me besó los labios.

- Ea. -dijo tras besarme.

Mi cara era de más sorpresa que la del resto, pero me limité a sonreír. Si ella lo ha hecho es porque está segura de ello.

- Entonces... ¿Vosotras..? -decía Pastora.
- ¿Estáis..? -dijo David.
- ¿Sois..? -añadió Rollan.
- Si, coño. -dijo Melendi riéndose.

No tardaron en llegar las felicitaciones y el típico 'que duréis mucho parejita' que ojala fuese para toda la vida. La ronda de preguntas era de esperar, pero fue muy fluida. Chenoa entendió muchas cosas, pero la más involucrada era Pastora que no paraba de decir 'sois tan monas'.

Carrasco cansado de cotilleos, sacó la guitarra y empezamos a cantar. Luis el pobre se limitaba a acompañarnos con las palmas. Pasamos largas horas dejándonos el alma en el jardín hasta que empezó a anochecer y los invitados se fueron.

- Gracias por la comida Lula. -decía Manu despidiéndose.
- Gracias por todo, y perdón por el acople. -dijo Pablete.
- Nada, ha sido un placer. -decía Malú.
- Señoritas.. -nos dijo Chenoa en lo que David iba a por el coche.- no sabéis lo que me alegro por vosotras, se os ve tan felices que da gusto. De verdad, os veo tal para cual, espero que sea mucha vida la que podamos compartir y os vea juntas. Es que hacéis una pareja tan bonita coño. -dijo lanzándose a abrazarnos a las dos.- Que os quiero mucho mis niñas.
- Y nosotras a ti. -respondió Malú por las dos.
- Nos vemos pronto Lauri. -le añadí besando su cara.

Malú apoyada sobre mi hombro se quedó mirando como la silueta de nuestra amiga se iba y se cerraba la puerta.

- Al fin solas. -dijo buscando mi boca.
- ¿No vas a esperar ni a que recojamos la cocina?
- Llevo demasiado tiempo esperándote.
- ¿Cuánto?
- Toda mi vida.
- Ven aquí morena inquieta.

Cogí su cuerpo con mis brazos y la subí encima de la encimera del medio de la cocina. Ella rodeaba mi cuerpo con sus piernas, nuestras bocas se movían imparables, nuestros labios insaciables se rozaban con muchísima fuerza. El choque de nuestras lenguas, bailando al compás a veces. El ruido de nuestros besos siendo la música que nos acompañaba, el sabor de ellos como fruta de la pasión.

- Joder sí que te he marcado el cuello. -dijo Malú pasando su dedo índice por mi cuello.
- ¿Marcando territorio?
- Siempre, que se entere el mundo que eres mía, y solo mía.
- Toda yo es tuya.
- ¿Toda?
- De arriba abajo. Entera y tuya. -le contesté.
- Que idiota puedes llegar a ser. Me encantas. -dijo volviendo a mis labios.

Fui subiendo mis manos por sus piernas hasta llegar a la parte superior del mono para quitárselo.

- Ay, gorda que la encimera está fría. -dijo al notar su piel en ella.
- Eres demasiado quejica.

Pasé mis dedos por su cuello, siguiendo un camino imaginario que yo misma me había inventado. Dejando mis suaves caricias por su cuerpo semidesnudo. Besaba su cuello muy despacio, podía saborear hasta su perfume. Fui bajando hasta encontrarme con los picos de mi cordillera favorita, apta para escaladores profesionales que quieran vivir el riesgo de enamorarse de ella, tan locamente como yo lo estaba. Los besé con mucho cuidado, como si fueran realmente frágiles. Primero uno, y luego el otro. Ella me quitó la camiseta, para poder acariciarme la nuca y la espalda mientras exploro a mi gusto el mismísimo paraíso, ese que no se encuentra en cualquier agencia. Aumentaba la fuerza de mis besos hasta que el deseo pudo sobre mí y la pasión empezó a cobrar protagonismo. Comencé a devorarlos con cuidado de no hacerle demasiado daño con mis mordiscos, aunque para ella resultaba placentero mis bocados en sus pezones. Continué el camino de besos hasta rodear su ombligo con mi boca. Jugué también con mis dedos combinando la lengua con ellos.

- ¿Aquí? -preguntó al ver mis intenciones.
- Aquí y en cualquier sitio.

Bajé su parte de abajo hasta tenerla completamente desnuda para mí. Ningún pintor podría retratar más belleza que la suya desnuda. Mis manos comenzaron a caminar sobre sus muslos de arriba abajo, avisando de su presencia. Rocé un dedo con su parte íntima y pude escuchar el sonido agudo de un gemido. Se arqueaba rogándome más, y yo esclava de ella no podía hacer más que saciarla. Separé su pierna izquierda de la derecha con la distancia justa para experimentar el vértigo. Pasé mis dedos por su clítoris, notando que estaba llamándome a gritos. Hice un par de movimientos previos, muy lentos. Introduje mi cara entre sus cortitas piernas, haciendo que mi lengua se moviese a petición de su dueña. Que se dejase dirigir por el ruido del placer y los movimientos provocados por ella. Arriba y abajo, de un lado para otro, circular, despacio y rápido y un sin fin de una serie de movimientos. No podía controlar sus chillidos ni los tirones a mi pelo. Mi lengua la llevó al cielo y se fue en mi boca.

- Dios, gorda. -dijo ahogada.
- Respira cariño. -le respondí quitándole pelos de su roja cara.
- Vamos al cuarto, esto no se queda así. -dijo bajando de la encimera, aún temblando.

Subimos al cuarto y ella se adueño de mi cuerpo e hizo lo mismo que yo apenas unos minutos antes. Las ganas que nos teníamos no eran saciadas fácilmente. Su cuerpo y el mío se llamaban por magnetismo. Necesitaban sentirse el uno al otro, y nosotras dos no había cosa que más nos gustase que ser una sola. Se colocó sobre mí, siendo la capitana de mi barco, dominándome como tanto a ella le gustaba. Sus movimientos sobre mí eran desatadores. A veces rozaba y otras golpeaba mi sexo con el suyo. Fue compaginándolo hasta que las dos nos fuimos a la vez.
Agotadas nos abrazamos desnudas aún, como ya era prácticamente verano no necesitábamos más ropaje que la piel de la otra.

- ¿Te puedo hacer una pregunta, mi amor? -le pregunté.
- La duda me ofende gorda.
- ¿Por qué has querido contarlo?
 - ¿Te ha molestado?
- Para nada, pero me gustaría saberlo.
- No sé, me ha apetecido. Y me he sentido muy cómoda.
- Me alegra saberlo. -dije besando su pelo.
- Vane..
- Dime cariño.
- Llevamos prácticamente medio año formalizadas, yo ya lo veo lo suficiente serio como para escondernos. No quiero hacerlo. Si ya de por si tenemos que tener cuidado por la prensa, ¿por qué encima en la poca intimidad que tenemos también? Yo quiero salir de la mano contigo por ahí, estar en casa de nuestros amigos y poder abrazarte, no tener que disimular si viene alguien a nuestra casa. Es que me da igual que lo sepa todo el mundo Vanesa, contigo es distinto. Tú eres distinta. Te quiero, y quiero estar contigo siempre. Pase lo que pase, quiero tenerte. Quiero que seamos una pareja normal.
- Tú y yo no podemos ser una pareja normal.
- ¿Por qué?
- Porque tú no eres normal. Eres tan sumamente increíble que ninguna persona se compara a ti, porque tú eres especial tu piel es especial, tus besos son especiales, por eso no podemos compararla con las demás relaciones porque nuestra relación es muy especial. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y lo único que quiero es vivirla contigo, que hagamos felices la una a la otra. Ser el motivo de tu sonrisa y tú la causa y efecto de la mía. Vivamos siendo tu y siendo yo, siendo nosotras. Así haremos esto único, viviendo como queramos vivirlo, sin ejemplos ni referencias. Porque nunca he estado más segura de algo en mi vida, y eso fue en el momento que te dije sí.
- Te amo. -dijo buscando mi boca.
- Te amo pequeña. -dije encontrando su boca.
- Entonces... ¿Quieres que vayamos al cien por cien?
- Yo no pierdo nada Malú, todo lo que tengo eres tú. Así que estoy a tu disposición.
- Pues no más secretismo entre los nuestros.
- Pero tampoco te pongas a publicarlo en facebook, deja que salga de forma natural. Que tu eres una loca más.
- Idiota. -dijo dándome un pellizco.

Me pasé la noche acariciando su espalda, incluso en sueños. Pero algo me rondaba la cabeza, ese 'pase lo que pase'. Separé su cuerpo lentamente del mío, sin despertarla. Miré su preciosa cara dormida, me encantaba verla así. Era demasiado bonita para ser real y mía.
Cogí mi guitarra, papel y boli. Y comencé a dejarme llevar:
'Algo va a pasar de eso no cabe duda y se sentó a mirar las formas de la luna.
Viene fuerte y se va haciendo un hueco. No sé definirlo, ni si viene a tiempo.
Solo sé que no se toca y que yo no lo busqué.
Yo no sé qué va a pasar entre nosotros, ni siquiera si daremos vuelo libre hasta que de tan alto se nos pierda de vista. Pierdo el pulso y ya no soy más que una parte que resiste aunque tarde porque sé que si pasa o no, y si pasa o no, nada nada nada cambiará.
Vuelve a sonreír...'          
Y tras darle vueltas y vueltas al tema, con mi guitarra hice varios arreglos en el tema.


Giré mi cabeza y ahí estaba ella, una vez más apoyada en el marco de la puerta del salón viéndome tocar, esta vez mi guitarra. 

lunes, 12 de enero de 2015

Capítulo 33. Me encanta.

Pasaron cinco meses, donde Malú y yo no paramos de trabajar.
Ella se sumergió en la producción de su nuevo disco al que iba a titular "guerra fría" donde tuve que aguantar que Melendi nos sorprendiese alguna que otra mañana pegando a las ocho de la mañana en casa. Fue de los primeros en saber que estábamos juntas ya que nos pilló desde primera hora porque yo pasaba largas temporadas en casa de mi chica y los veía componer mientras yo jugaba con Danka y sus demás animales en el jardín. Armando también le cedió algunos temas que decían ser para ella. Pero había uno en especial que a mí me encantaba, compuesto por Rafael Vergara y Antonio Rayo,  y que Malú se pasaba el día cantándomelo. 'Ahora tú' se llama.
En estos meses yo estuve haciendo kilómetros con mis conciertos, no paraba. Y empezamos a plantear la reedición de mi disco 'Trampas' que sería grabado en el teatro más destacado de mi ciudad, el teatro Cervantes. Warner incluso estaba pensando en incluir colaboraciones con grandes amigos míos.

Malú le contó lo nuestro a sus padres y a su hermano José, el pequeño todavía no entendía mucho. Lo aceptaron desde primera hora. Pepi ya me trataba como a su otra hija y con José la relación era muy buena, me peloteaba bastante, es muy gracioso.
De nuestros amigos casi ninguno lo sabía, seguíamos optando por disimular y llevarlo un poco más en secreto.

Hoy teníamos una barbacoa en casa de Malú, sin motivo de celebración alguno, pero era tan buena la relación con sus amigos que cualquier excusa era válida para juntarse todos.
A dicha celebración acudían: Laura Sánchez, Manuel Carrasco, Pastora Soler, Chenoa, David DeMaría, Eva González, Melendi y su mujer, Luis Rollan, mi cuñado José y una amiga que tenía. Yo me tomé la confianza de invitar a un gran amigo mío de Málaga que estaba empezando, era Pablo Alborán.
Con muchos de ellos yo no tenía a penas trato, pero Malú insistía en integrarme en su círculo de amistades. Con quien podía tener más relación, a parte de mi cuñado y Melendi, era Pastora Soler, Chenoa y David, ya que se habían dado más ocasiones en las que hemos coincidido y con Chenoa y su chico tenía una gran amistad que nos unía.

Era finales del mes de Junio, hacía un día maravillo. El sol brillaba más que nunca pero no sabía que alguien brillaba más que él. Y esa era mi chica, mi niña mimada.  Vestía un precioso mono cómodo de piscina blanco y el pelo recogido de forma que con cada pelo que se le escapaba desataba mi locura. Malú se ponía muy nerviosa con las visitas, le gustaba ser una buena anfitriona. Y yo me quedaba embobada viendo como hacía las cosas, hasta que me pillo con el charco de babas debajo.

- Gorda, me echas una mano con el fuego, ¿o te vas a quedar encharcado el jardín? -me dijo tras pillarme en seco.
- Te lo tienes muy creído tú.. -dije acercándome a su cintura.
- ¿Es que no tengo motivos para creérmelo? -me insinuó.
- No tantos como crees.. -dije colándome por su cuello.
- ¿Ah no? -me dijo con tono de enfadada.- ¿Entonces qué haces conmigo?
- Pues porque me daba cosa darte calabazas. -dije vacilándola.
- ¿Perdona? -dijo haciéndose la ofendida.
- Perdonada. -le contesté guiñándole un ojo mientras me iba a la cocina.
- ¿A dónde vas? No te escaquees. -dijo corriendo detrás de mí.
- Van a llegar los invitados y la mesa no está puesta del todo.
- Me la suda la mesa, explícame eso ahora mismo.
- Eres más tonta. -dije besando sus labios.- si sabes que me encantas y que estoy enamoradita perdía de ti. Eras, eres, y serás mi debilidad.
- ¿Ves? Ahora soy yo la que por tu culpa va a encharcar el jardín. -dijo besando mis labios.
- Gorda, ¿De qué babas estamos hablando? -dije riéndome.- compórtate anda.

Me fui corriendo para dentro después de la cara que se le quedó, me encantaba vacilarla. Cuando ella intentaba vacilarme a mí siempre acababa ella perdiendo. Entré a la casa y me escondí detrás de la puerta, sabía que no tardaría en seguirme.

- ¡Gorda! -entró en la casa chillando mientras me buscaba.

Aparecí por detrás suya y le abracé por la cintura, dejando caer algún beso por su cuello.

- No sabes cómo me pones cuando te picas así. -le susurré al oído.
- No sabes cómo me pone que me cojas de la cintura así y me susurres. -dijo dándose la vuelta.
- No sabes cómo me cuesta no besarte ahora mismo. -dije acercándome a su boca.
- No sabes cómo me cuesta controlarme las ganas de hacerte mía aquí y ahora. -dijo empujándome contra la pared.
- Ya soy tuya.
- Me refiero a hacerte el amor.
- Hazlo. -dije mordiendo su labio.
- Van a llegar en nada, nos van a pillar en seco.
- Que poco te gusta el riesgo, con lo que me pone a mí. -dije colando mis manos por su ropa.
- Vane no me hagas esto. -dijo suspirando.
- ¿El qué? ¿Esto? -dije apretándola hacía mi.
- Que le den a todo. -dijo lanzándose a mi labios.

Nuestros besos iban encendiendo la llamarada de la pasión, nuestros cuerpos se buscaban sin tregua alguna. Los movimientos de Malú arqueándose era llamas de fuego. Como colaba sus dedos bajo mi bikini rozando mis pechos, mientras susurraba a mi oído 'me encantas' una y otra vez. Su forma de susurrarme de esa manera al oído me encendía demasiado... Hacía que mis ganas de ella aumentaran por momentos. No podía dejar de recorrer cada centímetro de su cuerpo. Su piel ejercía en mi una adicción solamente comparable a la de sus besos. Esa manera en  que su piel se erizaba cada vez que mis dedos la rozaban. Bajé sus mono hasta sus rodillas, subiendo mis manos por sus muslos pero mi primera parada fue directa a sus senos, dónde jugué y provoqué hasta notar su humedad. Ella mordía mi cuello, tanto que incluso pude notar cómo me marcaba. Apreté su trasero con mis manos para pegarla a mi cuerpo más aún. Cuando estaba a punto de meter mi mano en su sexo sonó la puerta.


- ¡Me cago en la puta! Puto timbre. -dijo con la voz ahogada, colocándose bien el mono. 

martes, 6 de enero de 2015

Capítulo 32. Tú y yo.

- Princesa... -besé sus labios.- Buenos días.

Se giró tras mis palabras. Estaba más bonita que de costumbre, no sé si sería el reflejo de la luz del sol en su pelo o su cara dormida. Desperté feliz, porque la tenía a ella. Después de tantos meses, al fin, era mi novia, éramos novias. Ella mía y yo suya. Era mejor que cualquier gordo de la lotería y cualquier regalo de los queridos reyes magos, amanecer con ella cada día. Después de tantos años de sentirme vacía porque nadie me llenaba había conseguido enamorarme, y de la persona que jamás hubiese imaginado tener a mi lado. La sensación que siento es como tener a la luna en mis manos durante todo el día, sin necesidad de que anochezca. Sus palabras mi melodía.

-  ¿No quieres bajar a desayunar?-no contestaba.- Mi amor, es tarde. Son las doce de la mañana, y tu mañana tendrás cosas que hacer en Madrid.
- Está retrasado, mañana me iré a Madrid. Si quieres claro, si no me voy hoy.
- Por mí, puedes quedarte todo el año. -dije besando sus labios.
- Sí, claro. ¿Y qué le dices a tu madre?
- Pues que mi novia se muda.-nos reímos ante mi comentario.
- Y me echa a mí y a ti después.
- Pues nos vamos a una casita en primera línea de playa con vistas al mar, a vivir juntas.
- ¿Tú y yo?
- Y el zoo que tenemos por mascotas.
- ¿Qué es lo que tenías ayer en la cama?
- Casas por aquí, quiero independizarme. ¿Quieres ayudarme?
- Eso es tu elección, va a ser tu casa.
- También será tuya, nuestra.
- Tu casa, mi casa. Tus cosas, mis cosas. -cantó mi canción.
- Exacto, amar es compartir. -sonreí.- Anda vamos a bajar.
- Espera, ¿Y tus padres?-dijo preocupada.- Que tu madre no sabe que estoy aquí.
- Hombre con el cochazo que tienes, y que esté aparcado en mi puerta. Yo creo que algo se huelen.
- Idiota, ¿Qué le vamos a decir?
- Pues la verdad, que viniste a buscarme en mitad de la noche y te me declaraste diciendo que me amas y que no puedes vivir sin mi porque soy lo mejor que pisa tu vida.
- Deja de vacilarme. -dijo mirándome de reojo.
- Si quieres le decimos que estamos juntas, sin más.
- ¿Y ya está?
- Hombre la vena maruja de mi madre saldrá, pero no te preocupes.

Se cambió y se puso una muda que traía, vaqueros, camiseta, botas y chaqueta.

- ¿Puedo ir al baño?
- Claro, te espero abajo.
- ¡NO! -me chilló.- Ni se te ocurra bajar sin mí.
- Vale, vale.. -dije riéndome.

Llegó del baño y bajamos a la planta de abajo. Por suerte estaba solo mi madre, el resto estaba fuera.

- Buenas tarde dormilona.-dijo mi madre al escucharme bajar.
-Buenas tardes.-dijo Malú. A lo que mi madre se giró.
- Pero bueno, ¿Qué haces aquí guapa? Qué alegría verte.
- Mamá siéntate. -le dije.
- Que misteriosas.-contestó mi madre.
- Vas a ser la primera en saberlo.-dije riéndome acompañada por Malú.
- ¿El qué? ¿Voy a ser abuela? -Malú y yo explotamos en risas.
- Difícil mamá. -le contesté.- A ver, como ya sabes algo había entre Malú y yo, ¿Recuerdas? te conté por qué me vine y todo eso.
- Sí, sí. -afirmó mi madre.
- Pues Malú ha venido y vamos a intentarlo. -la sonrisa se dibujo en la cara de mi madre, y el nerviosismo de Malú y yo se disipó.- Vaya, que somos novias.
- Ay, ¡qué alegría! -dijo mi madre levantándose para abrazar a Malú.- Ven aquí, mi niña.

La alegría en mi madre era notoria y para nosotras resultó un alivio. Más tarde llegó mi hermano pequeño Antonio de pasear a Pongo, y al contárselo ya anda con diminutivos cariñosos como 'cuñi'. A la hora de comer llegó a mi padre, al que mi madre se me adelantó dándole la noticia, él siempre se mantiene al margen y no se mete en nada. Se acercó para darnos la enhorabuena y que se alegraba de vernos feliz. Aunque a mi padre el mundo del famoseo nunca le había gustado, y se le notaba que no le hacía mucha gracia que estuviese con alguien de tanta repercusión social pero sería cuestión de tiempo para que se acostumbrase y notase que Malú y su vida privada, privada es. El último en enterarse fue mi hermano Francis, al que le importó más saber que había de comer antes de conocer a su cuñada. Es poco expresivo.

Mientras comíamos alguna pregunta cayó en la mesa, y todo con total naturalidad, parece ser que la noticia había caído muy bien. Eso me alegraba, sentir que en mi familia, mi novia era querida. Además mi madre y Malú congeniaron muy bien desde la primera vez que vino.

A la hora del café el timbre interrumpió la conversación entre suegra y nuera.

- Anda, nos vamos a ahorrar la visita. -dije al ver a mi abuela.
- ¿Cómo estas mi niña?-dijo dándome mil besos.
- Muy bien.
- Eso es lo que me gusta oír, ¿Y tu madre?- preguntó.
- En la cocina, ven que te acompaño.
- Oys, ¿Y esta chica tan guapa quién es? -dijo al ver a Malú.- Me suena mucho, ¿La hija de Manolo?-Manolo era el carnicero del barrio.
- Es Malú, mamá. -dijo mi madre.
- ¿Te acuerdas de Lucía, la chica de la que te hablé? -le dije.
- Claro, claro que me acuerdo. -dijo mi abuela mientras seguía mirando a Malú.
- Pues es ella, Lucía es Malú.
- Pero ¿ella no sale en la tele, con el Sanz? -preguntó extrañada.
- Claro abuela, es cantante. La cantante Malú.
- Ay perdona hija, a mi es que de Rafael no me saques. -dijo mi abuela pidiéndole disculpas.
- Nada mujer. -dijo Malú dándole dos besos.
- ¿Entonces qué sois novias ya? ¿O todavía no? -dijo mi abuela. A lo que las tres contestamos riéndonos.
- Lo somos, lo somos. -contesté.
- Entonces dame otros dos besos ahora como nieta. -le dijo mi abuela a Malú.

Pasamos la tarde hablando de nuestras cosas, Malú totalmente integrada a la familia. Y yo la miraba sin poder evitar sonreír.

- Qué bonitas sois. -añadió mi madre, sacándonos los colores.- Salir a dar una vuelta anda, todo el día encerradas.

Nos pareció buena la idea, así que nos fuimos a una playa de Benalmádena que me encantaba. Me llevé a Pongo, para jugar con él.
Solté a Pongo para que fuese libre por la playa, ya que no había peligro alguno de que se escapase. Malú y yo íbamos paseando por la playa pero la una al lado de la otra, en lo que empezó a anochecer.

- Me encanta este lugar. -dijo Malú acercándose a mí.
- Y a mí, es de mis lugares favoritos.

Su mano y la mía se rozaron y ella la agarró.

- Malú, estamos en público.
- Me da igual gorda, está anocheciendo.-dijo parándose en la orilla de la playa.- Bésame.

La besé tantas veces como quise, en lo que el sol se iba escondiendo. Nuestros pies descalzos notaban la húmeda arena y como el agua fría rozaba nuestra piel. Los ladridos de mi perro como música de fondo.

- Te quiero. -me susurró mirándome a los ojos, frente a frente.
- Te quiero pequeña.

En ese momento pasó una familia con dos bebes, parecía la primera vez que estos tocaban la arena. Era una escena muy bonita y graciosa, a lo que Malú y yo no pudimos evitar contemplar.

- Gorda.. -me dijo.- ¿Algún día estaremos nosotras así?
- ¿Te ves con niños?
- Sí, y más si es contigo.
- Pues quién sabe lo que nos deparará el destino, pero sería muy bonito formar una familia.
- ¿Seré buen madre?
- Seguro que sí, ahora eso sí, yo cabreada no me gustaría verte.
- ¿Por qué?
- Porque impones.
- ¿Cómo que impongo? -me elevaba la voz al ver que me iba alejando.
- Porque das miedo. -dije echando a correr.
- ¿Perdona? Ven aquí. -dijo corriendo en busca mía.
- No me vas a pillar. -le grité.
- No sabes el fondo que tengo guapa, voy al gimnasio.

Pongo se apuntó a eso de correr detrás nuestra. Y ahí estábamos los tres corriendo por la playa hasta que decidí pararme.

- ¿Sabes? -dije acercándome a ella.- Yo ya tengo mi familia, y eres tú y nuestros cuatro perros y Chanelo.


A lo que ella respondió apretándome contra ella besándome, de noche, en la playa con Pongo a nuestros pies contemplando el amor de verdad. Lo enamorada que estaba de ella y lo muy suya que era.

viernes, 2 de enero de 2015

Capítulo 31. Con un ritmo a contratiempo.

Yo no sabía cómo reaccionar, si gritar o saltar, reír o llorar. Cuando estás enamorada de una persona es muy fácil que cualquier ápice de amor que te dé, te llene de vida. Pero mi miedo es superior al amor, porque me ha negado, y no quiero que lo vuelva a hacer. Necesito seguridad en ella, para tenerla en mi.

- Gorda, por favor, responde.-dijo acercándose a mí.
- ¿Estás segura? ¿Estás segura de que me quieres? ¿Segura de querer poner la etiqueta novia a lo que tenemos? ¿Segura de no ocultarme, de que todos sepan que estamos juntas? ¿Segura que quieres que sea yo? ¿Estás segura, de verdad, o lo haces porque no te quieres ver sin mi?
- No quiero verme sin ti, ni quiero , ni puedo. Pero eso no quita que quiera estar contigo. -me quedé callada y agaché la mirada.- Vanesa, si no quieres o lo ves precipitado, lo entiendo.
- No es eso Malú..- comencé a llorar.
- No llores, por favor. Que yo te entiendo, y te voy a demostrar todo, de verdad.
- Es que sí quiero estar contigo...
- ¿Pero..?
- Tengo miedo de que me vuelvas a hacer lo de ayer, y me rompas. ¿Sabes lo que es que la persona a la que amas diga que solo se divierte contigo?
- Lo siento, perdóname..
- Lo peor de todo es que te quiero como a mí misma vida, y no puedo tenerte lejos. - ella acarició mi brazo.- Eres mi puta debilidad.
- Vanesa, te amo. Sin más, sin pensar en la gente y la sociedad. Ahora mismo saldría a la calle y te besaría en mitad de ella, con el paso de la gente.
- Son las tres de la mañana... en enero...
- Pues por la mañana idiota. Lo que te quiero decir es que vengo desde Madrid a por ti, a llevarte conmigo. Me he enamorado de ti, y me da igual que seas una mujer. Quiero que el mundo entero se entere de que te amo, y que sin ti no sé ni quién soy, Vanesa. Vamos a intentarlo, déjame demostrarte lo que siento. -me acerqué a su boca y la besé hasta notar sus dientes tras nuestros labios.- ¿Eso es un sí?
- ¿Tú qué crees?
- Quiero oírlo de tu boca.
- Sí, quiero intentarlo. -esta vez fue su boca la que buscó a la mía.- Pero quiero un matiz.
- ¿Cuál?
- Que vayamos despacio, yo me quedo en Málaga, por ahora, y pasaremos las temporadas que sean juntas, subiré cuando podamos y tu bajarás. No quiero que nos agobiemos la una de la otra nada más empezar.
- Me parece perfecto, mientras te tenga.- dijo besándome.
- Y otra cosa.- dije separándome de ella.- No necesito que lo publiques, simplemente que no me ocultes a quien pregunte. No necesito que lo sepa todo el mundo, con saberlo tú y yo, por ahora, me basta.
- Yo quiero que lo sepan nuestras familias.
- Me parece bien, pero no quiero que corramos, ni que metamos a gente en medio. Dejémonos llevar y que lo demás fluya solo.

Me contó su conversación con Vero, y yo le conté la mía con mi abuela.

- Me encantaría conocerla. -dijo Malú refiriéndose a mi abuela.
- Mañana podemos ir, y así sea de las primeras en saber que eres mi novia.
- ¿Tu qué?
- Mi novia.
- ¿Tu qué? -repitió.
- ¿Me estás vacilando?
- No, es que me encanta oírte refiriéndote hacia mí como tu novia.
- M i  n o v i a -repetí a centímetros de su boca.
- Es que me encantas. -dijo antes de besarme.

Sus besos sabían diferentes, sabían a amor, a seguridad, a todo lo que buscaba. Su lengua y la mía se entrelazaban terminando de declararse de la forma que las palabras no pueden hacerlo. Besos que encendían el fuego, que calentaban mi cuerpo. Tirones de camiseta y mordidas en el labio. Besos por el cuello y susurros al oído. Mis manos bajo su ropa, acariciando su frio torso.

- Vane, que estamos en la casa de tus padres. -dijo al ver que le intenté quitar la camiseta.
- Ven. -dije tirando de su camiseta. -vamos a mi habitación.

No podía parar de besar sus adictivos labios, mientras subíamos las escaleras.

- Vane, tus padres.
- Por eso mismo, cállate y bésame.
- ¿Y tus hermanos?
- Shh... -dije callándola con un beso.

Entramos como pudimos a mi cuarto con cuidado de no despertar a nadie. Cerré la puerta con el pie sin separar mi boca de la suya.
La puse a pie de cama y quité los papeles de encima.

- ¿Y estos papeles? -me preguntó viendo las fotos de las casas.
- Mañana te lo explico. -dije empujándola a la cama.

Se sentó en la cama, le quité sus botas. Me senté sobre ella. Fue colando sus manos por mi espalda dejando suaves caricias mientras nos besábamos. Iba subiendo mis manos por su torso hasta llegar a sus pechos, colé mis manos como pude bajo el sujetador. Ella imitó mi gesto, y me quitó la camiseta del pijama. Le quité su ropa de arriba, desabrochando también el sujetador. Me tumbó sobre la cama deshecha dejando caer su boca sobre mi cuerpo. Desabroché su cremallera del pantalón, invitándola a que se lo quitase y también mi quitó en mío de un tirón. Se volvió a colocar encima mía empezando a provocar en mi la locura. En lo que yo la coloqué debajo de mí tirando de sus braguitas hacia abajo y quitándome las mías.

- No vayas a hacer ruido. -le advertí.
- Si la ruidosa eres tú.

Abrí sus piernas y agarré sus manos. Mi boca y su sexo se congeniaban a la perfección, se entendían mejor que nunca. Ella apretaba mis manos y yo aceleraba mis movimientos llevándola a la locura. Su cuerpo se arqueaba con el compás de mis dedos. Clavaba sus uñas en mi piel. Tiró de mi cabeza hacía su boca para que la besase. Y yo me dejaba perder en su cuello, colándome por su pelo.

- Mírame. -me dijo y yo la miré sin entender su petición.- me  encanta verme reflejada en tu mirada.

Pasé largos segundos mirándola fijamente. Sin apenas pestañear.

- Me pasaría la vida mirándote a los ojos, podría perderme en ellos. -me susurró.- me encanta tu forma de mirarme.
- Mi mirada es tuya, todo lo que hay en mí es tuyo.
- Cuando esté perdida será tu mirada quien me encuentre.
- Cada vez que te miro a los ojos te encuentro. -dije besándola.

Me pilló desprevenida y esta vez era yo la que estaba abajo. Presa de sus brazos, sumisa de su pasión. Y fue creando el camino más placentero de besos desde mi cuello hasta mi cadera.

- Pase lo que pase, no grites. -me dijo con fuego en su mirada.

Empezó a devorar lo más íntimo de mí, sin piedad alguna.

- No te muevas. -me pedía.

Pero no podía evitar moverme ante sus movimientos, me estaba volviendo loca. Mi cuerpo se arqueaba solo, estaba alcanzando el cielo cuando noté como colaba uno de sus dedos en mi interior y no pude evitar gemir.

- Que no hagas ruido, o despertarás a tus padres.
- No puedo evitarlo. -le contesté.

De pronto colocó su mano restante en mi boca.

- Muerde en vez de chillar. -me pidió.

Aproveché para colar mis dedos en su interior para que comenzásemos a la vez a desatar nuestra pasión. Movimientos lentos matadores, y embestidas paradisiacas.
Quité su mano para poder besarla, en lo que nuestras respiraciones con un ritmo a contratiempo era el único ruido entre esas cuatro paredes. Nos dejamos llevar hasta alcanzar el cielo.

- Vanesa..
- Dime mi amor.
- No me dejes nunca, no te separes de mi nunca, por favor.
- No lo haré, eres la mujer de mi vida.
- Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. -dijo dándome un montón de besos.
- Ven aquí pequeña. -dije acomodándola a mi lado.- pégate a mí, no vayas a pasar frio.
- Me encanta dormir abrazada a ti.
- Y a mí me encantas tú.
- Me encantas tanto... Quiero tenerte a mi lado siempre.
- Somos la una para la otra.
- Lo sé.
- ¿Dónde has estado tanto tiempo?
- Preparándome para estar a tu altura.
- Te quiero, gorda.

- Te amo.