Mi cuerpo se quedó helado al oír esas dos palabras. No daba
crédito, no podía creer que después de tanto tiempo quisiese volver. Lo dejamos
de mutuo acuerdo, ella me puso los cuernos y acto seguido se los puse yo. Una
labor infantil, lo sé. Pero me salió así. También coincidía con que yo me iba a
Madrid, y no quería seguir con ella. No la quería como antes, y mucho menos
después de lo que llegó a hacerme. Creo que viví una relación de mentiras. Me
daba miedo que volviese y que yo cayese, porque es una persona que marcó mi
vida.
- ¿Quién es, gorda?- dijo Malú quejándose.
- Nadie, una amiga. -dije alejándome de ella.- Duerme, ahora
vengo.
- ¿Con que una amiga?- Se oía al otro lado del teléfono.
- No eres nada, Cris. Ya no.
- ¿Qué quieres ir de dura conmigo? Sabes que no puedes.
- ¿Qué coño quieres Cris?
- Ya te lo he dicho a ti.
- Pues no puede ser. Estoy con.. -recordé tener precaución
con su nombre.- con una chica.
- Lo sé. -respondió segura.- Y sé quién es.
- ¿Cómo lo sabes?
- ¿Se te ha olvidado que yo también frecuento el pub de
Lucas?
- Es que no me acuerdo de nada de ti. -dije lo más fría
posible.
- Que mentirosa puedes llegar a ser.
- Te voy a colgar, no tengo nada más que hablar contigo.
- No, todavía no.
- ¿Qué?
- Mañana te quiero ver a las 18:00 en el bar de siempre.
- No.
- Sí, si no iré a buscarte y le contaré un par de cositas a
tu querida novia.
- Adiós. -colgué acto seguido la llamada.
Me tomé un vaso de agua bien fría y volví a la cama.
- ¿Qué quería llamando a estas horas? -preguntó mi chica.
- Está mal, y necesita verme. ¿Te importa si quedo mañana
con ella?
- Para nada, tus amigas lo primero.
- Gracias mi amor. Eres un sol. -dije besando sus labios.
Abracé su cuerpo con toda mi fuerza, como si se fuese a
escapar. Intenté dormir pero mi subconsciente no me lo permitía. Miraba a la
que sabía que era el amor de mi vida, y me planteaba muchas cosas. ¿Y si yendo
la cago?¿Y si por mentirle la pierdo? Empecé a temblar inconscientemente.
Estaba llena de dudas, pero si una cosa tenía claro es que la amaba y que no la
quería perder.
Eran las seis menos diez cuando yo estaba entrado a su bar
favorito de Benalmádena. Habíamos pasado tantos momentos aquí que la piel se me
erizó al mirar cada metro cuadrado de allí. Es impresionante como la vida
cambia tan radicalmente de la noche a la mañana. Era el bar favorito de Cris
porque fue el primer sitio que pisamos al ser pareja. Ella siempre me dijo que
nunca olvidaría ese día tirando piedras al agua hasta decirnos lo que realmente
sentíamos. Me senté en una mesa de la terraza, me adelanté, fuera mis modales,
y me pedí un café con leche. Allí llegaba ella, con sus pintas de bollera de
siempre. Pantalones cagados, zapatillas deportivas y camiseta básica de
tirantas. Su corta melena morena y su piercing en mitad del labio, seguía en su
mismo estado.
- Buenasss.-dijo dándome dos besos.
- Hola. -respondí sin mover un solo dedo.- me adelanté y
pedí. ¿Tú que quieres?
- Un café cortado. -dijo pidiéndoselo a la camarera.
- Pues tu me dirás. -dije yendo al grano.
- ¿No me echas de menos?
- No.
- Pues yo a ti sí. Y sé que mientes cuando dices que no me
quieres porque me quitas la mirada.
- ¿Qué vas de entendida ahora?
- Para nada, pero te conozco.
- He cambiado mucho.
- Las personas no cambian, hacen ver que han cambiado, pero
es pura tapadera 'amiga'.
- Tú fuiste quien me puso los cuernos. -dije sin venir a
cuento.
- Tú me lo devolviste.
- Y más que te merecías. Me engañaste mucho tiempo.
- He cambiado, dame otra oportunidad.
- Tu misma acabas de decir que las personas no cambian, ¿cómo
pretendes que te crea?
- Vanesa por favor...
- No, Cris, ni Vanesa ni nada. Tú te lo buscaste.
- Si no estás enamorada de ella.
- ¿Y tú que mierda sabes? -dije elevando la voz.
- Porque si lo estuvieses no estarías aquí.
- Estoy aquí porque creo que toda persona merece ser
escuchada. Pero veo que tu no te mereces ni eso.
- Vete si es lo que quieres, y tírate a la guarra esa que lo
estas deseando. -le giré la cara nada mas pronunciar esas palabras.
- No vuelvas a hablar así de mi chica. O te las verás
conmigo.
- Es verdad, te va a dejar por la primera que pase. Y tú
también lo sabes.
- Ella no es así.
- Sí que lo es, todas son así. Yo te quiero de verdad.
- Tú me quieres una mierda. Me voy. Adiós. No voy a estar
aquí perdiendo mi tiempo. -dije levantándome.
- Dame dos besos por lo menos.
Asentí con mi cabeza, se levantó, deje el euro noventa que
valía mi café y le di dos besos. Cuando me despisté, colocó sus manos en cada
lado de mi cara y dijo 'Así son las despididas.' y me dio un apretado beso en
los labios. Dos segundos después algo me arañaba la pierna. Miré hacia el suelo
y era mi perro Pongo. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Mierda. Vi la silueta de
Malú y Danka corriendo en mi dirección contraria.
- Eres imbécil. -dije empujándola contra la silla. Y ella
disfrutaba el momento riéndose.
Cogí a mi perro y eché a correr.