domingo, 22 de febrero de 2015

Capítulo 38. Tu mentira de plástico gris.

Mi cuerpo se quedó helado al oír esas dos palabras. No daba crédito, no podía creer que después de tanto tiempo quisiese volver. Lo dejamos de mutuo acuerdo, ella me puso los cuernos y acto seguido se los puse yo. Una labor infantil, lo sé. Pero me salió así. También coincidía con que yo me iba a Madrid, y no quería seguir con ella. No la quería como antes, y mucho menos después de lo que llegó a hacerme. Creo que viví una relación de mentiras. Me daba miedo que volviese y que yo cayese, porque es una persona que marcó mi vida.

- ¿Quién es, gorda?- dijo Malú quejándose.
- Nadie, una amiga. -dije alejándome de ella.- Duerme, ahora vengo.
- ¿Con que una amiga?- Se oía al otro lado del teléfono.
- No eres nada, Cris. Ya no.
- ¿Qué quieres ir de dura conmigo? Sabes que no puedes.
- ¿Qué coño quieres Cris?
- Ya te lo he dicho a ti.
- Pues no puede ser. Estoy con.. -recordé tener precaución con su nombre.- con una chica.
- Lo sé. -respondió segura.- Y sé quién es.
- ¿Cómo lo sabes?
- ¿Se te ha olvidado que yo también frecuento el pub de Lucas?
- Es que no me acuerdo de nada de ti. -dije lo más fría posible.
- Que mentirosa puedes llegar a ser.
- Te voy a colgar, no tengo nada más que hablar contigo.
- No, todavía no.
- ¿Qué?
- Mañana te quiero ver a las 18:00 en el bar de siempre.
- No.
- Sí, si no iré a buscarte y le contaré un par de cositas a tu querida novia.
- Adiós. -colgué acto seguido la llamada.

Me tomé un vaso de agua bien fría y volví a la cama.

- ¿Qué quería llamando a estas horas? -preguntó mi chica.
- Está mal, y necesita verme. ¿Te importa si quedo mañana con ella?
- Para nada, tus amigas lo primero.
- Gracias mi amor. Eres un sol. -dije besando sus labios.

Abracé su cuerpo con toda mi fuerza, como si se fuese a escapar. Intenté dormir pero mi subconsciente no me lo permitía. Miraba a la que sabía que era el amor de mi vida, y me planteaba muchas cosas. ¿Y si yendo la cago?¿Y si por mentirle la pierdo? Empecé a temblar inconscientemente. Estaba llena de dudas, pero si una cosa tenía claro es que la amaba y que no la quería perder.


Eran las seis menos diez cuando yo estaba entrado a su bar favorito de Benalmádena. Habíamos pasado tantos momentos aquí que la piel se me erizó al mirar cada metro cuadrado de allí. Es impresionante como la vida cambia tan radicalmente de la noche a la mañana. Era el bar favorito de Cris porque fue el primer sitio que pisamos al ser pareja. Ella siempre me dijo que nunca olvidaría ese día tirando piedras al agua hasta decirnos lo que realmente sentíamos. Me senté en una mesa de la terraza, me adelanté, fuera mis modales, y me pedí un café con leche. Allí llegaba ella, con sus pintas de bollera de siempre. Pantalones cagados, zapatillas deportivas y camiseta básica de tirantas. Su corta melena morena y su piercing en mitad del labio, seguía en su mismo estado.

- Buenasss.-dijo dándome dos besos.
- Hola. -respondí sin mover un solo dedo.- me adelanté y pedí. ¿Tú que quieres?
- Un café cortado. -dijo pidiéndoselo a la camarera.
- Pues tu me dirás. -dije yendo al grano.
- ¿No me echas de menos?
- No.
- Pues yo a ti sí. Y sé que mientes cuando dices que no me quieres porque me quitas la mirada.
- ¿Qué vas de entendida ahora?
- Para nada, pero te conozco.
- He cambiado mucho.
- Las personas no cambian, hacen ver que han cambiado, pero es pura tapadera 'amiga'.
- Tú fuiste quien me puso los cuernos. -dije sin venir a cuento.
- Tú me lo devolviste.
- Y más que te merecías. Me engañaste mucho tiempo.
- He cambiado, dame otra oportunidad.
- Tu misma acabas de decir que las personas no cambian, ¿cómo pretendes que te crea?
- Vanesa por favor...
- No, Cris, ni Vanesa ni nada. Tú te lo buscaste.
- Si no estás enamorada de ella.
- ¿Y tú que mierda sabes? -dije elevando la voz.
- Porque si lo estuvieses no estarías aquí.
- Estoy aquí porque creo que toda persona merece ser escuchada. Pero veo que tu no te mereces ni eso.
- Vete si es lo que quieres, y tírate a la guarra esa que lo estas deseando. -le giré la cara nada mas pronunciar esas palabras.
- No vuelvas a hablar así de mi chica. O te las verás conmigo.
- Es verdad, te va a dejar por la primera que pase. Y tú también lo sabes.
- Ella no es así.
- Sí que lo es, todas son así. Yo te quiero de verdad.
- Tú me quieres una mierda. Me voy. Adiós. No voy a estar aquí perdiendo mi tiempo. -dije levantándome.
- Dame dos besos por lo menos.

Asentí con mi cabeza, se levantó, deje el euro noventa que valía mi café y le di dos besos. Cuando me despisté, colocó sus manos en cada lado de mi cara y dijo 'Así son las despididas.' y me dio un apretado beso en los labios. Dos segundos después algo me arañaba la pierna. Miré hacia el suelo y era mi perro Pongo. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Mierda. Vi la silueta de Malú y Danka corriendo en mi dirección contraria.

- Eres imbécil. -dije empujándola contra la silla. Y ella disfrutaba el momento riéndose.


Cogí a mi perro y eché a correr.

martes, 10 de febrero de 2015

Capítulo 37. El fin del mundo.

Aparqué el coche en la playa de la zona de mi casa. Saqué una toalla que llevaba en el maletero de estas que son enormes.

- ¿Me vas a meter ahí con tacones? Ni se te ocurra. -dijo señalando la arena.

Me quité mis tacones y les quité los suyos, guardándolos en la parte trasera del coche. Al ver su cara me acerqué a ella y besé lentamente sus labios, me agaché y la cogí en brazos.

- Como las verdaderas princesas. -le dije caminando sobre la arena.
- Verás la hostia que nos vamos a pegar. Vas dando tumbos conmigo en brazos. -dijo al ver que no era capaz de seguir una línea recta.- Eso te pasa por no saber beber.
- Calla idiota, es por la oscuridad, que no veo una mierda.

Bajé su cuerpo lentamente y ella me susurró un 'gracias' con su más tierna sonrisa. Extendí la toalla y me tumbé encima.

- ¿Vienes? -dije invitándola.- Deberías mirar esto.
- ¿Las estrellas? -dijo tumbándose.
- Es mi segunda película favorita, porque cada vez que la necesite está ahí. Puede que algún día brillen más y otro menos, pero siempre están en el mismo sitio. Es una bonita metáfora ¿no crees?
- ¿Cuál es la primera? -ella siempre a lo suyo.
- Mirarte. -dije sin quitar la vista del cielo.
- ¿Más que besarme?
- Sí. -afirmé mirándola.
- ¿Por qué? -dijo como ofendida.
- Porque si llega el día en el que por lo que sea no podré besarte, seguiré mirándote. Besarte es similitud a tenerte, es la recompensa de cuidarte, es el querernos. Puede que un futuro alguien me impida besarte, que tengas otra pareja o yo, pero mirarte lo seguiré haciendo hasta que me muera y eso nadie podrá impedirlo.
- ¿Por qué siempre hablas como si supieses que lo fuésemos a dejar?
- Porque tanta felicidad nunca es buena. La vida nunca te deja vivir cosas bonitas mucho tiempo seguido. Te da algo y te quita otras, para sostener la felicidad con el dolor. Yo te miro y me veo envejeciendo a tu lado, pero sé que no será fácil. Y algún bache tendremos, como todo el mundo supongo.
- Vanesa.. -me dijo con voz entre cortada.
- ¿Qué pasa mi amor?
- Que yo no quiero que esto acabe, nunca. -dijo abrazándome.
- Nos queda toda la vida por delante cariño. -besé sus labios.- Hoy hacemos medio año, que pronto ha pasado ¿verdad?
- Siendo feliz el tiempo vuela.
- ¿Lo celebramos?
- ¿Aquí?
- Claro.
- ¿Cómo?
- ¿Un baño? -dije levantándome.
- ¿Sin bikinis? Estás loca.
- Mira a tu alrededor, son las 5 de la mañana. No hay nadie.
- Mi novia está loca. -dijo colocándose las manos en la cara.
- Te espero dentro. -dije quitándome la ropa y quedándome totalmente desnuda.

Me adentré en el mar, era una balsa. No había marea, el agua estaba templada y ella no tardó en desnudarse y venir conmigo. Estaba preciosa con el reflejo de la luna en su desnudo cuerpo, mientras caminaba hacia dentro.

- Estás como una cabra gorda. -dijo entrelazándose con mi cuerpo.
- ¿Hay algo más bonito que besarte con el sonido del rompe olas de fondo?
- Sí.
- ¿El qué?
- Hacer el amor contigo, en cualquier lugar.

Besé sus labios con la mayor fuerza posible. Ella era la reina de los siete mares y yo el más fiel de sus vientos. Miraba la luna y las estrellas formando constelaciones prácticamente perfectas para los que de ello entienden, para mí se unían la hermosura con la tranquilidad creando un cielo digno de postal para recordar.

La brisa del mar acariciaba su rostro, la luna baña este mar de plata. Tu pelo baila al compás del viento y nuestros besos le dan el toque de armonía a esta noche de locura. Cada vez que su piel roza mis tejidos el estómago me da un vuelco y no sé ni que hace ni que decir, pero mi vida no puede ser más perfecta.

- ¿Ves lo qué hay más allá del mar? -le pregunte.
- No, pero lo intuyo.
- ¿El qué?
- Pues más mundo, mas países, ciudades, gente, costumbres, religiones. No sé un sin fin de cosas.
- Todo te lo resumiré en una sola pregunta.
- ¿Qué pasa que eres tú muy lista? -dijo interrumpiendo mi momento de inspiración.
- Cállate. -asintió con la mirada.-Pues lo que iba diciendo, nos queda mucho mundo que descubrir y vidas que encontrar. Entonces, te pregunto: ¿te quieres venir al fin del mundo conmigo?
- ¿Esto qué es como pedirme matrimonio?
- Sin tantos papeles de por medio, ni reglas.
- Pues sí. Sí quiero. -dijo besando mis labios.

Entonces comencé a colar mis manos sobre su desnudo cuerpo, y empecé a dejar rienda suelta a mi tentación y deseo de hacerle el amor bajo el mar. El mar se mecía compaginándose con nuestras caricias en nuestro sexo. Nuestras bocas secas por culpa de la respiración y la piel de gallina al secarse el agua con el exterior. Mis manos saladas y empapadas se colaban por el interior de su parte íntima y ella se limitaba a imitarme. Gemido por embestida. Suspiro por beso. El agua salpicaba nuestras caras con el compás de nuestros movimientos. Cuerpos arqueándose sobre la superficie del mar, mirando al cielo pude notar cómo alcanzarlo con el compás de sus dedos.

- Esta es la mejor forma de celebrar un medio aniversario. -me dijo medio ahogada.- Gracias.
- A ti, por hacerme feliz.
- Quererte es un placer. -dijo acercándose a mi boca.
- Porque nos queden muchos aniversarios que celebrar.
- Toda la vida, mi amor.

Entonces comenzó a amanecer, empezaba el día y nosotras desnudas acompañadas de los primeros rallos de sol. Su piel se estremeció por lo que entendí que tenía frío. La volví a coger y salimos del agua a punto de caernos. Nos tapamos con la enorme toalla hasta secarnos. Besó mis labios, de fondo el sol saliendo. No habría vivido nada más bonito hasta el momento.

Llegamos a casa acompañadas por la luz del día, Malú se tiró en la cama nada más llegar, yo la imité, ya cambiaría las sábanas luego. Se acomodó en mi pecho y la abracé. Cerré los ojos para poder dormir pero en ese momento sonó el teléfono, no le hice caso y colgué, pero volvía a sonar. Miré la pantalla y ponía el nombre de mi ex. No me apetecía hablar con ella y menos ahora. Pero ella insistía en la llamada. Malú se quejaba y no me quedó más remedio que contestar.

- ¿Qué quieres? -pregunté de forma borde descolgando el teléfono.

- A ti.