Mis piernas temblaban, no me permitían ni andar. Corrí detrás de ella cuanto pude.
Llegó a casa segundos antes que yo, cerrando la puerta en mis narices. Saqué mis llaves del bolsillo y abrí.
- Gorda.. -comencé a llamarla desde abajo.
Pero no contestaba. Subí las escaleras de la manera más sigilosa posible. Entré a la habitación y lo primero que vi fue a ella metiendo todas sus cosas en la maleta.
- Gorda, espera.. -dije deteniéndola.
- Déjame que guarde mis cosas. -dijo metiendo ropa en la maleta.
- Malú por favor, deja que te explique. No es lo que parece.
- Nunca es lo que parece, y siempre acaba siéndolo.
- Malú de verdad, que yo me iba ya, fue ella quien me agarró. Me obligó.
- Según tú, era tu amiga. Las amigas no se besan, ¿no?
- No...
- Entonces no era tu amiga, ¿quién era?
- Cris, mi ex.
- Ajam...- se hizo el silencio.- ¿Por qué me mentiste?
- Me amenazó, si no iba se plantaba aquí y amenazó con decirte cosas mías.
- ¿Y qué? ¿Escondes algo?
- Para nada.
- Entonces, ¿por qué tanto miedo?
- Porque es veneno, y como yo la dejé me quiere joder a mi.
- ¿Por qué la dejaste?
- Me puso los cuernos.
- Y tú, ¿qué hiciste?
- Devolvérselos. -me miró como decepcionada.- Eso es lo que tenía miedo de que te contase.
- No tenías que mentirme. -dijo cerrando su maleta.
- Lo siento, no te vayas.
- Me has mentido Vanesa.
- Malú, te quiero. -dije cogiendo su cara.
- Yo ya no sé ni si es verdad...
- ¿Lo dices de verdad?
- Sí.
- ¿Y ahora qué? -pregunté con voz temblorosa.
- Me voy a mi casa, ¿vale?
- No, esta es tu casa.
- Me voy a mi casa de Madrid. Es lo mejor.
- ¿Qué es lo mejor?
- Dejarlo aquí.
- ¿Por qué?
- No voy a permitir mentiras Vanesa, y necesito pensar.
- ¿Pensar en qué?
- En hasta que punto ha sido verdad.
- Todo ha sido verdad, Malú.
- Sí, lo de esta tarde también.
- Joder, Malú...
- Cuídate Vanesa. -dijo saliendo de la habitación.
- Malú, espera.
- No hace falta que me acompañes. Sé perfectamente donde esta la puerta.
- No quiero que te vayas.
- No siempre tenemos lo que queremos... por desgracia.
- Y tú, ¿qué quieres?
- Me voy Vanesa.
- Contesta.
- Se me hace de noche para conducir. No insistas.
- Quédate. Vete mañana.
- No, Vanesa. No voy a estar ni un segundo más aquí.
- Llámame cuando llegues.
- No, no te preocupes.
- ¿Me llamarás? -pregunté deseosa de tener esperanzas.
- No lo sé. -dijo cerrando la puerta del coche.
- Te quiero. -dije despidiéndome.
- Adiós Vanesa.
- No, adiós nunca.